Según la última persona que le vio con vidaKelly parecía "normal" en el paseo que le llevó a su aparente
suicidioEl médico de cabecera del científico descarta síntomas de depresión y un prestigioso psiquiatra dice que se quitó la vida por miedo a
perder su trabajo
Estrella Digital/Efe Londres
La investigación del magistrado James Brian Hutton se adentró ayer en las últimas horas de vida del científico David Kelly. La última persona que vio al
asesor de Defensa aseguró que "parecía el de siempre" y su médico de cabecera descartó síntomas de depresión. En la sesión de ayer, se trató además uno
de sus aspectos más íntimos: su pertenencia desde septiembre de 1999 a la fe Bahai, religión de origen persa que condena el suicidio y promueve una
sociedad global.
David Kelly parecía "normal" y "el de siempre" en el paseo que le llevó a su aparente suicidio, según afirmó ayer su vecina Ruth Absalom, la última
persona conocida que vio con vida al científico.
Ruth Absalom compareció ante el juez James Brian Hutton, que investiga en el Tribunal de Justicia de Londres las circunstancias que rodearon a la muerte
del asesor y experto en armas del Ministerio de Defensa británico.
La investigación, dominada en los últimos días por el trasfondo político de la muerte del científico, se centró ayer en el interrogatorio de varios
testigos sobre los últimos actos de Kelly y su estado de ánimo previo a su trágico fallecimiento.
La declarante contó la conversación que mantuvo con Kelly el pasado 17 de julio por la tarde, pocas horas antes de que el científico supuestamente se
quitara la vida al cortarse las venas de la muñeca izquierda.
La vecina, que había salido a pasear a su perro, se topó con el experto alrededor de las tres de al tarde en la calle de Harri's Lane en la localidad de
Longthworth, a algo más de un kilómetro de su casa.
Al describir el encuentro, Ruth Absalom explicó: "El (Kelly) me dijo 'Hola Ruth' y yo le respondí '¡Oh, hola David! ¿Cómo va todo? El dijo 'No va mal'".
"Estuvimos allí un momento -prosiguió- y entonces mi perro Buster empezó a tirar de mí. Le dije 'me tengo que ir, David'. El me contestó 'ya nos veremos,
Ruth'. Y eso fue todo. Y nos fuimos".
Preguntada por el ánimo del científico, la compareciente señaló: "Normal, como siempre. No fue distinto a otras ocasiones en las que nos vimos".
El equipo de rescate
Tras el testimonio de Ruth Absalom, compareció Lousie Holmes, miembro del equipo de rescate que encontró el cadáver
de David Kelly.
Holmes relató cómo rastreó con su perro un zona boscosa cercana a la casa del experto y descubrió su cadáver el 18 de julio por la mañana, nueve horas
después de que la familia del experto alertara a la policía de su preocupante desaparición.
"Pude ver un cuerpo a los pies del árbol. El estaba con su cabeza inclinada sobre los hombros. Tenía las piernas estiradas, su brazo derecho pegado al
cuerpo y su brazo izquierdo con mucha sangre y doblado hacia atrás", dijo la integrante del equipo de rescate.
Sin síntomas de depresión
Otro de los testigos que declaró ante el magistrado fue el médico de cabecera de Kelly, el doctor Malcolm Warner, que manifestó que el científico, a quien
no trataba desde hacía cuatro años, jamás ofreció síntomas de depresión.
El doctor Warner también apuntó que nunca recetó al experto en armas el analgésico "coproxamol", el fármaco que ingirió el científico antes de su muerte
y que posiblemente tomó de los medicamentos usados por su esposa, Janice, para tratar su artritis.
La declaración más minuciosa de la jornada corrió a cargo de Keith Hawron, director del Centro de Investigación sobre el Suicidio de la Universidad de
Oxford, que ha hablado con familia, amigos y allegados del científico, examinado el informe toxicológico y se ha entrevistado con el forense encargado
del caso.
"Si se unen todas las pruebas, es prácticamente seguro que se suicidó", dijo al juez el profesor Hawron, asesor psiquiátrico del centro de salud mental
del condado de Oxfordshire y uno de los principales expertos mundiales en suicidio.
Su relato de los últimos días de David Kelly fue dramático y muy meticuloso. Precisó con todo detalle la "escalada" de presiones a las que fue
sometido, lo "extremadamente doloroso" que le supuso ser identificado como la fuente de la BBC y el hecho de que, como era "muy reservado", no compartía
sus preocupaciones con otras personas.
Hawron señaló que "lo probable es que empezase a pensar que las perspectivas de continuar en su antiguo trabajo estaban disminuyendo", al tiempo que
aseguró que el científico no parecía sufrir "un trastorno psicológico grave". Según el experto, "se puede presumir que había comenzado a temer
que perdería su trabajo" o que, al menos, este iba a cambiar, y que ello "le produjo una profunda sensación de desesperación".
La fe Bahai, que profesaba el científico, no hubiera sido un impedimento para que se suicidase, según se desprende de lo declarado ante el juez por
Barney Leith, secretario de la Asamblea Espiritual de esa religión en el Reino Unido.
Esa confesión condena "el acto" del suicidio, pero "no castiga" a la persona que decide suicidarse, explicó Leith, quien aseguró que el
científico jamás hablaba de su trabajo en las reuniones con otros creyentes.
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