Alexis Hunter,
pintora, Reino Unido / Nueva Zelanda
Traducido por Margie Díaz Mesén, Costa Rica.
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Oriunda de Nueva Zelanda, se trasladó a Inglaterra en 1972. Formó parte de los primeros grupos del Movimiento Feminista del Arte que en la década de los setenta llegaría a desarrollar el trabajo más radical del Reino Unido, con la serie Approaches to Fear (Modos de abordar el miedo). Estas secuencias de fotografías, cuya exposición fue llevada a cabo por el British Council (Consejo Británico), en los principales museos del Reino Unido y en otros países, son un ejemplo
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Alexis Hunter in China, 1997
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típico del cambio que se estaba llevando a cabo en la vida de las mujeres.
Desde 1981, Alexis Hunter ha realizado frecuentes exposiciones de pinturas de arte figurativo, tanto en Londres donde actualmente reside, como en Wellington y Auckland (Nueva Zelanda). Algunas las ha realizado sola en Europa y Nueva York, pero también ha participado en numerosas exposiciones internacionales en grupo.
Hace poco fue curadora de una exposición en la que participaron ocho de las principales artistas femeninas del arte figurativo de Gran Bretaña, junto a otras ocho de China., entre las cuales se encuentran Paula Rego, Alison Watt, Jenny Saville, la propia Alexis Hunter y Deng Lin, hija del exprimer ministro de China Deng Xiaoping.
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Conscious Thoughts (Pensamientos conscientes), 1996, acrílico sobre papel
| El primer paso para desarrollar una idea consiste en trabajar con acrílico sobre papel. A esto lo denomino pintura o dibujo 'automático' o 'desencadenante' y lo utilizo para iniciar una serie. Sé que realmente no se pueden hacer pinturas automáticas, puesto que la idea debe surgir de algo, pero esta práctica me ayuda a seleccionar ideas que fluyen de distintas fuentes, en su mayoría no visuales. Para sintonizarse con la disposición de ánimo adecuada se requiere de la meditación, de una búsqueda en diversos medios como el periódico o la televisión, o de la atención que se ponga a segmentos de conversación. |
Rivers of the Moon (Los ríos de la luna), 1985, óleo, Auckland City Art Gallery (Galería de Arte de la Ciudad de Auckland), Nueva Zelanda.
| Se precisa de una continua transformación de las cosas, invirtiéndolas e intentando utilizar diferentes partes de la conciencia.
A partir de 1983 empecé a utilizar Chimeras (Quimeras - Entes de las Emociones), concepto medieval del bien y del mal, en el que los animales representan las emociones humanas; aunque además incorporé cuerpos humanos con cabezas de animal y viceversa. Mucho de lo que a principios de la década de los ochenta se denominó neoexpresionismo tenía relación con la pérdida de la fe y de la identidad espiritual. Mis obras, por lo tanto, representaban la búsqueda de la convicción personal en la ciénaga de la avaricia y del poder.
La serie Passionate Instincts (Instintos Apasionados) trata la frustración y la improductividad de la ambición. Las criaturas se aparean de una manera agresiva, pero no se pueden reproducir pues han sufrido mutaciones transformándose en otras especies. La pintura Struggle between Ambition and Desire (Pugna entre la ambición y el deseo) (1984) representa el conflicto entre estos dos aspectos y lo que ello puede significar para las mujeres artistas. De un lado está presente la ambición de realizar algo significativo para los demás, y del otro, el deseo de ser amado por lo que uno mismo es, de ahí que siempre esté la necesidad de tener que comprometerse con ambas situaciones.
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En la serie Landscapes of the Heart (Paisajes del corazón) (1986), resultado de una serie de viajes y de la contemplación de otros lugares, se da un desplazamiento a un estilo más descriptivo, reflejándose más lo externo que lo interno. Estas obras resultan menos auto-expresivas, por lo que el estilo cambia y tiende más a la meditación y el control. Los paisajes presentan una progresión natural desde la serie Instintos apasionados y se hacen más dominantes y específicos, en vez de imaginarios; algunos ejemplos de ello son Tahití, México y Nueva Zelanda.
En el invierno de 1986 mi trabajo experimentó una etapa de horizontes más imaginarios, e inventé mis propios mitos sobre la creación, como es el caso de la obra La creación (1987, colección del Te Papa National Museum (Museo Nacional Te Papa) de Nueva Zelanda). Empecé esta pintura como el paisaje de un río de sangre; pero lamentablemente la gente lo vinculó a la muerte, en vez de relacionarlo con el comienzo de la vida.
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Sydney (Sydney) 1994, óleo.
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Trigger Painting ((Elemento desencadenante), 1989
Oil on canvas.
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Más tarde cambié el color rojo por el azul; comenzaron a aparecer pequeñas plantas, de donde al final surgieron rostros. Este ejemplo demuestra como una pintura puede transformarse de un simple concepto a un viaje inconsciente hacia la representación de imágenes. En 1997 comencé con una serie de pinturas al óleo como continuación de la serie Trigger (Elemento desencadenante) (Estas imágenes provenían de pensamientos idiosincrásicos respecto a la forma de pensar de la gente, como es el ejemplo de Fear of the Intellectual Wife (El miedo de la esposa intelectual), colección de New Hall, Cambridge, Reino Unido).
En las nuevas obras, la narrativa no está ligada a dos figuras en conflicto, sino limitada a la misma figura, con lo cual el sujeto llega a dislocarse y transformarse en aquello que define su estado mental (ya sea de ella o de él). Cabezas que explotan, bultos que semejan sabuesos que aúllan, obsesión sexual con su propio ser, todas estas imágenes expresan la complejidad del rechazo a las emociones.
Sentimientos de inmediatez, así como de ironía humorística, coexisten en mis pinturas más recientes y en la práctica de dibujar, los cuales con anterioridad había evitado que se filtraran en
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mis pinturas al óleo, pues eran aspectos de un pasado que me negaba a exponer. Mis dibujos expresan un intenso sentido del ridículo, originado en mis experiencias como residente neocelandesa de los suburbios.
No puedo precisar si esto se debe a los rasgos del carácter de la persona o al sentimiento de diferencia por pertenecer a la primera generación de padres inmigrantes. Además, ser gemela idéntica acrecentaba aún más ese sentimiento. La gente parecía confusa y molesta por ser incapaz de diferenciarnos y sentía que teníamos algo malévolo que les impedía distinguirnos.
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The Passionate Instincts Series (War and Nature), Óleo.
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Nuestra excitable imaginación era alimentada por la conducta extraña de quienes vivían a nuestro alrededor. Un ejemplo es el caso de una anciana que vivía a la entrada del camino y que era conocida entre nuestra familia como "la mujer que asesinó a su esposo". De hecho pertenecía a la congregación Ciencia Cristiana, y se había rehusado a permitir que a su marido le hicieran una transfusión sanguínea, lo cual tuvo consecuencias inevitables pero naturales. Teníamos un jardín del que mi madre estaba muy orgullosa pues era un símbolo de nuestra identidad como australianos, ya que en lugar de rosas y veredas de cemento, lucía plantas nativas australianas y verdaderos árboles.
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La anciana tenía un gran toro negro que una tarde se escapó por el camino y entró en nuestro jardín. Entonces mi madre, una mujer gordita y de baja estatura, enrolló una revista y corrió hacia el toro para golpearlo en la cabeza. "La mujer que asesinó a su esposo", una anciana alta y delgada, apareció vestida con una larga bata de franela roja y procedió a jalar al toro por la cola. El animal sintiéndose confundido comenzó a dar vueltas con las dos mujeres histéricas a ambos extremos.
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Camden Town Series (mask)(máscara), 1989, Óleo.
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In Control (En control), 1998, tinta sobre papel.
| Decidí no salir a ayudarles mientras miraba a hurtadillas por entre la persiana, al tiempo que experimentaba ese tipo de sentimientos de culpa que de niño garantiza que un recuerdo se fije la memoria. En efecto, el color se ha grabado indeleblemente, y en mis nuevas obras he utilizado el verde intenso de la hierba, el tono azul del cielo, el naranja y el rosa de las flores pisoteadas. En venganza, la "mujer que asesinó a su esposo" nos invitó a mi hermana y a mí a su tétrica cocina, y nos ofreció cubitos de hielo que debíamos comer con un cuchillo en tazones de brillante color marrón.
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Chimerae (Quimera), 1998, tinta sobre papel.
| Luego, de la forma más educada y después de intentar atrapar los cubitos que daban vueltas en el tazón durante lo que parecía una eternidad, mi hermana y yo visualizamos, al mismo tiempo, el toro vestido con la bata roja en la habitación, lo que nos dio la excusa para escapar de la casa chillando.
Era necesario contar con una extravagante imaginación para convivir con la hipocresía de la sociedad de aquellos días. La gente esperaba que la tratáramos como seres razonables, pero evidentemente no lo eran.
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En aquella época, los niños debían actuar con una deferencia victoriana hacia los adultos y jamás cuestionarles conducta alguna, sin importar lo extraña o pervertida que fuera. En retrospectiva, en cierto sentido mi infancia fue privilegiada, por el contacto con las maravillosas zonas pobladas de arbustos subtropicales, los elaborados helechos, las trepadoras, los arroyos oscuros y escondidos bajo los gigantescos árboles kauri. Todo esto contrastaba con los jardines ceremoniosamente cortados que rodeaban las casas de tablilla cargadas de un malévolo chismorreo, mordiendo el bosque foráneo con su callada melancolía. El ser más loco y pícaro que los demás era una forma de supervivencia, pues no dejarse sorprender ni desconcertar frecuentemente, ofrecía mayor ventaja.
Las Bellas Artes parecían amenazar el statu quo. Cuando alguien nos visitaba, volteábamos los cuadros de Leger y Picasso, "porque a la gente no le gustaba el arte moderno". Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que estos artistas eran miembros del partido comunista. Antes del paseo habitual a la escuela dominical presbiteriana, mi padre expresaba con desaprobación que «la religión es el opio de los pueblos». Al tratar de comprender la hipocresía, parece más sencillo entenderla si suponemos que todo es como una broma, o que se piensa que es una broma.
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Debe haber un elemento de juego en la creación del arte que se conecta a una curiosidad placentera sobre la vida. Incluso en mis obras más serias, como las secuencias narrativas de la década de los setenta, que son conceptuales y sociopolíticas, se aprecia el esfuerzo para retener ese espíritu de inocencia.
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Óleo.
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En la serie Male Myths [Mitos masculinos] de 1981, cuestiono la base moral de la mitología griega presente en las artes visuales, y por demostrar su base patriarcal, debo presentarla con cierto grado de humor, para así esconder su motivación didáctica. También cuestiono la mitología judeocristiana, en particular la relación entre Adán y Eva y la Serpiente en el Jardín del Edén. Esta obra me ha llevado a inventar una nueva mitología, seres que representan distintos aspectos de la sicología y los conflictos inherentes al mundo moderno sin un dogma religioso dominante. (Conflicts of the Psyche (Conflictos del alma humana), 1984).
Durante la última década he sentido la necesidad de volver a lo básico para construir una pintura figurativa. Así he creado gran cantidad de dibujos sobre la vida y he realizado experimentos en pintura, técnicas, así como investigaciones sobre la sicología de la pintura misma. Aunque esta práctica está más bien fuera de moda en el mercado artístico contemporáneo, un artista debe realizar su propia búsqueda y seguirla sin importar adónde llegue. La culminación de esta obra estructural ha dado como resultado complejos sujetos sicológicos representados de una manera sencilla y confiada, y que poseen una ceñida base estructural y formal. Además he conservado la figura principal en el centro de la imagen para que perdure como un icono simbólico, como sucede en el arte religioso.
Como europeos, hemos perdido mucho de nuestra herencia cultural debido a las reformas a la Iglesia de Inglaterra. Las pinturas llenas de imaginación de los manuscritos ilustrados, los pinjantes del cielo raso, la ornamentación de tiempos medievales y de épocas más lejanas que hemos heredado del pasado, son algunos escasos ejemplos de aquello de lo que nos hemos visto privados. Tanto en Inglaterra como en el norte de Francia hay un humanismo en la representación de figuras de la mitología céltica que parece evocar el carácter británico más intensamente que la imposición de los antiguos ideales griegos y del Renacimiento italiano. Esta iconografía, que demuestra certeramente los defectos de la naturaleza humana, se extiende hasta las personas que les gusta hacerse tatuajes, y de allí hasta el conjunto de imágenes utilizadas en los tatuajes del bajo mundo de los tiempos modernos. El conjunto de imágenes de mis obras ha dado un giro completo desde la serie Photo-realist Object (Objeto fotorealista) de 1974-1975 (Colección de Auckland City Gallery), que contiene partes del cuerpo masculino decoradas con tatuajes, hasta la utilización del simbolismo del tatuaje europeo de Occidente, en las obras actuales.
Extractos de Arts Dialogue, diciembre 1998, páginas 10-11
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