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Libro de Certeza

by Bahá'u'lláh

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Chapter 2

SEGUNDA PARTE


En verdad, Aquel Que es el Sol de la Verdad y Revelador del Ser Supremo mantiene, en todo tiempo, indiscutible soberanía sobre todo lo que hay en el cielo y en la tierra, aunque no se encuentre hombre alguno sobre la Tierra que Le obedezca. Él, en verdad, es independiente de todo dominio terrenal, aunque carezca absolutamente de todo. Así te revelamos los misterios de la Causa de Dios y te conferimos las joyas de la sabiduría divina, para que quizás te remontes en las alas de la renunciación hacia aquellas alturas que están veladas a los ojos de los hombres.

La significación y propósito esencial de estas palabras es revelar y demostrar a los puros de corazón y a los de espíritu santificado, que quienes son las Lumbreras de la verdad y los Espejos que reflejan la luz de la Unidad divina, cualquiera que sea la época o ciclo en que se les envíe a este mundo desde sus invisibles moradas de antigua gloria, para educar las almas de los hombres y dotar de gracia a todas las cosas creadas, están sin excepción provistos de un poder que todo lo somete, e investidos de soberanía invencible. Por cuanto estas Joyas ocultas, estos recónditos e invisibles Tesoros, por sí mismos, manifiestan y vindican la realidad de estas santas palabras: "Ciertamente Dios hace lo que es Su voluntad y ordena lo que es Su deseo".

Es evidente para todo corazón perspicaz e iluminado que Dios, la Esencia incognoscible, el Ser divino, es inmensamente exaltado por encima de todo atributo humano tal como existencia corpórea, ascenso y descenso, salida y retorno. Lejos está de Su gloria el que la lengua humana pueda apropiadamente referir Su alabanza, o que el corazón humano pueda comprender Su misterio insondable. Él está y ha estado siempre velado en la antigua eternidad de Su[n1] Esencia, y permanecerá en Su realidad eternamente oculto a la vista de los hombres. "Ningún ojo Le abarca, pero Él abarca a todos los ojos; Él es el Inescrutable, el Perspicaz".1 Ningún lazo de relación directa puede atarle a Sus criaturas. Se mantiene exaltado más allá y por encima de toda separación y unión, de toda proximidad y alejamiento. Ningún signo puede indicar Su presencia o Su ausencia; ya que por una palabra de Su mandato han llegado a existir todos los que están en el cielo y en la tierra, y por Su deseo, que es la Voluntad Primordial misma, han salido todos de la total inexistencia al reino del ser, al mundo de lo visible.

¡Alabado sea Dios! ¿Cómo pudiera concebirse alguna relación existente o posible conexión entre Su Palabra y los que han sido creados por ella? El versículo "Dios os advierte acerca de Él mismo"2, atestigua inequívocamente la realidad de Nuestro argumento; y las palabras "Dios estaba solo; no había nadie junto a Él" son testimonio cierto de su verdad. Todos los Profetas de Dios y sus Elegidos, todos los sacerdotes, los doctos y los sabios de cada generación reconocen unánimemente su inhabilidad para alcanzar la comprensión de aquella Quintaesencia de toda verdad y confiesan su incapacidad para comprender a Aquel Que es la más íntima Realidad de todo lo creado.

Estando así cerrada la puerta del conocimiento del Antiguo de los Días a la faz de todos los seres, la Fuente de gracia infinita ha hecho que, conforme a Su dicho: "Su gracia supera a todo; Mi gracia lo ha abarcado todo", aparezcan del reino del espíritu aquellas luminosas Joyas de Santidad, en la noble forma del templo humano, y sean reveladas a todos los hombres, a fin de que comuniquen al mundo los misterios del Ser inmutable y hablen de las sutilezas de Su Esencia imperecedera. Estos Espejos santificados, estas Auroras de antigua gloria son, todos y cada uno, los Exponentes en la tierra de Aquel Que es el Astro central del universo, su Esencia y Propósito último. De Él procede su conocimiento y poder; de Él proviene su soberanía. La belleza de su semblante es solamente un reflejo de Su imagen; su revelación, un signo de Su gloria inmortal. Ellos son los Tesoros del conocimiento divino y los Depósitos de la sabiduría celestial. A través de ellos se transmite una gracia que es infinita y, por ellos, se revela la luz que jamás palidece. Así Él ha dicho: "No hay distinción alguna entre Tú y ellos, salvo que ellos son Tus siervos y son creados por Ti". Éste es el significado de la tradición: "Yo soy Él, Él mismo, y Él es yo, yo mismo".

Las tradiciones y relatos que se refieren directamente a Nuestro tema son varios y múltiples; Nos hemos abstenido de citarlos en aras de la brevedad. Más aún, todo lo que hay en los cielos y en la tierra es prueba directa de la revelación dentro de sí de los atributos y nombres de Dios, ya que en cada átomo están encerradas las señales que dan testimonio elocuente de la revelación de aquella muy gran luz. Me parece que, a no ser por la potencia de esa revelación, ningún ser podría jamás existir. ¡Cuán resplandeciente son las lumbreras de conocimiento que brillan en un átomo, y cuán vastos los océanos de sabiduría que se agitan dentro de una gota! Esto, en grado sumo, es verdad por lo que concierne al hombre, quien, entre todo lo creado, ha sido investido con el manto de tales dones y señalado para la gloria de tal distinción. Pues en él están revelados potencialmente todos los atributos y nombres de Dios en grado tal que no ha sido superado o rebasado por otro ser creado. A él le son aplicables todos estos nombres y atributos. Así Él ha dicho: "El hombre es Mi misterio, y Yo soy su misterio". Con referencia a este profundo y elevado tema, son múltiples los versículos que se han revelado repetidamente en todos los Libros sagrados y santas Escrituras. Así Él ha revelado: "De seguro les mostraremos Nuestros signos en el mundo y dentro de ellos mismos".3 Y en otro lugar dice: "Y también en vosotros mismos ¿acaso no veréis los signos de Dios?"4 Y en otra parte Él revela: "Y no seáis como los que olvidan a Dios, y por tanto Él les ha hecho olvidarse de sí mismos".5 Con respecto a esto, Aquel Que es el Rey eterno -que las almas de todos los que moran en el Tabernáculo místico sean sacrificadas por Él- ha dicho: "Ha conocido a Dios aquel que se ha conocido a sí mismo".

¡Juro por Dios!, oh estimado y venerable amigo, que si ponderases estas palabras en tu corazón, con toda seguridad encontrarías abiertas de par en par ante tu rostro las puertas de la sabiduría divina y del conocimiento infinito.

De lo que se ha dicho queda claro que todas las cosas, en su más íntima realidad, atestiguan la revelación de los nombres y atributos de Dios dentro de ellas mismas. Cada una, según su capacidad, señala y expresa el conocimiento de Dios. Pues así de potente y universal es esta revelación, que ha abarcado todas las cosas visibles e invisibles. Así Él ha revelado: "¿Tiene algo, que no seas Tú, poder de revelación que Tú no poseas, para que hubiese podido manifestarte? Ciego es el ojo que no Te percibe". Asimismo, ha dicho el Rey eterno: "No he percibido cosa sin percibir a Dios en ella, antes de ella o después de ella". Y también aparece en la tradición de Kumayl: "Mirad, una luz ha resplandecido en la Mañana de la eternidad, y he aquí que sus rayos han penetrado la más íntima realidad de todos los hombres". El hombre, lo más noble y perfecto de todo lo creado, supera a todo en la intensidad de esta revelación, y es una expresión más plena de su gloria. Y de todos los hombres son las Manifestaciones del Sol de la Verdad los más perfectos, los más distinguidos y los más excelsos. Más aún, todos excepto estas Manifestaciones, viven por la acción de su Voluntad, y se mueven y existen por las efusiones de su gracia. "Si no fuera por Ti, no habría creado los cielos." Más aún, en su santa presencia todos se vuelven inexistentes y son como algo olvidado. Nunca podrá la lengua humana cantar adecuadamente su alabanza, ni la voz humana revelar su misterio. Estos Tabernáculos de santidad y Espejos primordiales que reflejan la luz de gloria inmarcesible, no son sino expresiones de Aquel Que es el Invisible de los Invisibles. Por la revelación de estas joyas de virtud divina se ponen de manifiesto todos los nombres y atributos de Dios, tales como conocimiento y poder, soberanía y dominio, misericordia y sabiduría, gloria, munificencia y gracia.

Estos atributos de Dios no son ni jamás han sido concedidos especialmente a ciertos Profetas y negados a otros. Al contrario, todos los Profetas de Dios, Sus favorecidos, santos y escogidos Mensajeros son, sin excepción, los portadores de Sus nombres y la personificación de Sus atributos. Sólo difieren en la intensidad de su revelación y la relativa potencia de su luz. Así, Él ha revelado: "Hemos hecho que algunos de los Apóstoles aventajen a los otros".6 Por tanto, ha quedado claro y manifiesto que, dentro de los tabernáculos de estos Profetas y Elegidos de Dios, se ha reflejado la luz de Sus nombres infinitos y exaltados atributos, aunque la luz de algunos de esos atributos aparentemente pueda revelarse o no a los ojos de los hombres en esos luminosos Templos. Que determinado atributo de Dios no haya sido exteriormente manifestado por esas Esencias del Desprendimiento, no implica de manera alguna que no lo hayan poseído realmente aquellos que son las Auroras de los atributos de Dios y los Tesoros de Sus santos nombres. Por tanto, todas y cada una de estas Almas iluminadas y bellos Semblantes han sido dotados con todos los atributos de Dios, tales como soberanía, dominio y otros, aunque en apariencia estén despojados de toda majestad terrenal. Esto es claro y manifiesto a todo ojo perspicaz; no necesita de prueba ni demostración.

En verdad, como los pueblos del mundo no han buscado en las luminosas y cristalinas Fuentes del conocimiento divino el significado interior de las santas palabras de Dios, por consiguiente han languidecido, sedientos y afligidos, en el valle de la ociosa fantasía y de la obstinación. Se han desviado lejos del agua fresca que apacigua la sed, reuniéndose alrededor de la sal amarga que quema. Respecto de ellos ha dicho la Paloma de la Eternidad: "Y si vieren el camino de la rectitud, no lo tomarán como su camino; mas si vieren el camino del error, lo tomarán como su camino. Y ello porque ellos desmintieron Nuestros signos y los descuidaron."7

De ello da testimonio cuanto ha podido presenciarse en esta maravillosa y exaltada Dispensación. Miríadas de versículos sagrados han sido enviados desde el cielo del poder y la gracia; sin embargo, nadie se ha vuelto hacia ellos ni ha dejado de aferrarse a aquellas palabras de los hombres, de las cuales ni una letra comprenden quienes las han pronunciado. Por esta razón la gente ha puesto en duda verdades indiscutibles como éstas, y se han privado del Ri¤-ván del conocimiento divino y de los prados de sabiduría celestial.

Ahora, para resumir Nuestro argumento sobre la pregunta: ¿Por qué no se manifestó en modo alguno la soberanía del Qá'im que fuera afirmada en el texto de las tradiciones escritas y transmitida por las brillantes estrellas de la Dispensación de Muhammad? Más bien ha sucedido lo contrario. ¿No han sido Sus discípulos y compañeros afligidos por los hombres? ¿No son acaso víctimas aún de la feroz oposición de sus enemigos? ¿No llevan hoy día la vi-da de mortales humillados e impotentes? Ciertamente, la soberanía atribuida al Qá'im que se menciona en las escrituras es una realidad de la cual nadie puede dudar. Sin embargo, esa soberanía no es la que falsamente imaginan las mentes de los hombres. Además, los Profetas de antaño, todos y cada uno de ellos, cada vez que anunciaron al pueblo de su día el advenimiento de la Revelación venidera se refirieron de forma invariable y específica a la soberanía con la cual necesariamente debía estar investida la Manifestación prometida. Así lo constatan las Escrituras del pasado. Esa soberanía no ha sido atribuida única y exclusivamente al Qá'im. Más bien, el atributo de soberanía y todos los otros nombres y atributos de Dios han sido y serán siempre concedidos a todas las Manifestaciones de Dios, antes y después de Él, por cuanto estas Manifestaciones son, como ya se ha explicado, las Personificaciones de los atributos de Dios, el Invisible, y los Reveladores de los misterios divinos.

Además, por soberanía se da a entender el poder que abarca y penetra todo, y que es ejercido inherentemente por el Qá'im, sea que aparezca en el mundo investido o no con la majestad de dominio terrenal. Esto depende sólo del agrado y voluntad del propio Qá'im. Fácilmente admitirás que los términos soberanía, riqueza, vida, muerte, juicio y resurrección de que hablan las escrituras de antaño no son lo que ha concebido e imaginado vanamente esta generación. Más bien, por soberanía se alude a la soberanía que en cada dispensación reside en la persona de la Manifestación, el Sol de la Verdad, y es ejercida por ella. Esa soberanía es el ascendiente espiritual que en grado sumo Él ejerce sobre todo lo que hay en el cielo y en la tierra y que, a su debido tiempo, se revela al mundo en proporción directa a su capacidad y receptividad espiritual tal y como hoy es clara y manifiesta entre la gente la soberanía de Mu-hammad, el Mensajero de Dios. Y bien sabes lo que aconte-ció a su Fe en los primeros días de Su dispensación. ¡Cuán dolorosos sufrimientos causó la mano de los infieles y errados, los sacerdotes de esa época y sus socios, a esa Esencia espiritual, a ese muy puro y santo Ser! ¡Cuán abundantes las zarzas y espinas que esparcieron sobre Su camino! Es evidente que esa miserable generación, en su malvada y satánica fantasía, consideró todo el daño hecho a ese Ser inmortal como un medio para alcanzar felicidad perdurable, por cuanto los sacerdotes reconocidos de esa época, como 'Abdu'lláh-i-Ubayy, Abú'Ámir, el ermitaño, Ka'b-Ibn-i-Ashraf, y Na¤r-Ibn-i-Hárith, Le trataron como impostor y Le declararon demente y calumniador. Tan dolorosas acusaciones vertieron contra Él que al relatarlas Dios prohíbe que fluya la tinta, que corra Nuestra pluma o que las soporte la página. Estas imputaciones malignas hicieron que el pueblo se levantara para atormentarle. ¡Y cuán feroz no habría de ser ese tormento siendo los sacerdotes de la época sus principales instigadores, Le denunciaron a sus seguidores y Le expulsaron de su seno declarándole perverso! ¿No Le ha sucedido lo mismo a este Siervo y todos lo han presenciado?

Por esta razón Muhammad exclamó: "Ningún Profeta de Dios ha sufrido daño tal como el que Yo he sufrido". Y en el Qur'án se registran todas las calumnias y reproches que se pronunciaron contra Él, así como todas las aflicciones que sufrió. Remitíos a él para que tal vez seáis informados de lo que aconteció en Su Revelación. Tan grave era Su situación, que por un tiempo todos dejaron de tener trato con Él y con Sus compañeros. Cualquiera que se relacionara con Él caía víctima de la crueldad implacable de Sus enemigos.

Con respecto a esto citaremos sólo un versículo del Libro mencionado. Si lo observas con ojo perspicaz, todos los días que restan de tu vida llorarás y te lamentarás por el daño causado a Muhammad, ese agraviado y oprimido Mensajero de Dios. Este versículo fue revelado en un tiempo en que Muhammad languidecía cansado y triste bajo el peso de la oposición de la gente y de su incesante tortura. En medio de Su agonía se oyó la Voz de Gabriel proveniente del Sadratu'l-Muntahá que decía: "Mas si Te es penosa su oposición, busca si puedes una abertura en la tierra o una escalera al cielo"8. De estas palabras se deduce que Su caso no tenía remedio, que no dejarían de actuar contra Él a menos que Se escondiese en las profundidades de la tierra o emprendiese vuelo hacia el cielo.

¡Considera cuán grande es el cambio hoy día! ¡Mira cuántos Soberanos inclinan la rodilla ante Su nombre! ¡Cuán numerosas las naciones y reinos que han buscado asilo bajo Su sombra, y que guardan lealtad a Su Fe enorgulleciéndose de ello! De los púlpitos se elevan hoy palabras de alabanza que, con toda humildad, glorifican Su bendito nombre; y de lo alto de los alminares resuena el llamado que convoca a Su pueblo para adorarle. Aun los reyes de la tierra que han rehusado abrazar Su Fe y quitarse el manto del descreimiento, confiesan y reconocen sin embargo la grandeza y majestad avasalladora de ese Sol de amorosa bondad. Tal es Su soberanía terrenal, de la cual ves evidencias por todas partes. Necesariamente esta soberanía debe revelarse y establecerse, ya sea durante la vida de cada Manifestación de Dios o después de Su ascensión a Su verdadera morada en los reinos de lo alto. Lo que hoy presencias no es más que una confirmación de esta verdad. Sin embargo, ese ascendiente espiritual, que es su significado esencial, reside en Ellas y gira en torno de Ellas desde la eternidad hasta la eternidad. Ni por un momento puede ser divorciado de Ellas. Su dominio abarca a todos los que están en el cielo y en la tierra.

Lo que sigue es una prueba de la soberanía ejercida por Muhammad, el Sol de la Verdad. ¿No has oído cómo con un solo versículo separó la luz de la oscuridad, los justos de los impíos, los creyentes de los infieles? Todos los signos y alusiones acerca del Día del Juicio, que tú has oído, tales como la resurrección de los muertos, el Día de Rendición de cuentas, el Juicio Final y otros, han sido manifestados mediante la revelación de ese versículo. Estas palabras reveladas fueron una bendición para los justos, quienes al oírlas exclamaron: "Oh Dios, nuestro Señor; hemos oído y hemos obedecido". Y fueron una maldición para los inicuos que, al oírlas, afirmaron: "Hemos oído y nos hemos rebelado". Aquellas palabras, afiladas como la espada de Dios, separaron a los fieles de los infieles y apartaron a padres de hijos. Seguramente has presenciado cómo en pos de lo ajeno se libraron al combate tanto quienes confesaron su fe en Él como quienes le rechazaron. ¡Cuántos padres se alejaron de sus hijos, cuántos amantes rehusaron a sus amadas! ¡Tan despiadadamente incisiva fue esta espada maravillosa de Dios, que cortó todo vínculo! Por otro lado, considera el poder unificador de Su palabra. Observa cómo aquellos, en medio de quienes durante años había sembrado el satanás del yo las semillas de la maldad y el odio, llegaron a unirse y mezclarse en su lealtad a esta maravillosa y trascendente Revelación, de manera tal que se les hubiera creído nacidos de una misma entraña. Tal es la fuerza integradora de la Palabra de Dios, que une los corazones de quienes han renunciado a todo menos a Él, han creído en Sus signos y han bebido de la Mano de la gloria el Kawthar de la santa gracia de Dios. Por otra parte, ¡cuán numerosos son los pueblos de diversas creencias, de credos en conflicto y de temperamento opuesto que se han adornado con el nuevo manto de la Unidad divina y han bebido el cáliz de Su singularidad, por medio de la fragancia vivificadora de la Divina primavera que alienta desde el Ri¤ván de Dios!

Éste es el significado de las consabidas palabras: "El lobo y el cordero pacerán juntos"9. ¡Mira la ignorancia e insensatez de quienes, al igual que las naciones de antaño, esperan todavía presenciar el tiempo en que esos animales pacerán juntos en un mismo prado! Tal es su baja condición. Me parece que sus labios nunca han tocado el cáliz del entendimiento, ni sus pies han hollado el sendero de la justicia. Por otra parte, ¿de que aprovecharía al mundo que algo así sucediese? Bien ha dicho Él al referirse a ellos: "¡Tienen corazones con los que no entienden y ojos con los que no ven!"10

Considera cómo, con este solo versículo que ha descendido del cielo de la Voluntad de Dios, el mundo y todo lo que hay en él han sido obligados a rendirle cuentas. Quienquiera que reconocía Su verdad y se volvía hacia Él, sus buenas obras sobrepasaban a las malas y todos sus pecados obtenían dispensa y lograban el perdón. De este modo se ha revelado la verdad de estas palabras referentes a Él: "Rápido es Él en las cuentas". Así, Dios convierte la iniquidad en rectitud; ¡si pudieseis explorar los reinos del conocimiento divino y comprender los misterios de Su sabiduría! Asimismo, quienquiera que bebía del cáliz del amor obtenía su porción del océano de la gracia imperecedera y de las lluvias de la misericordia eterna, y entraba en la vida de la fe, que es la vida celestial y eterna. Pero quien se apartaba de aquel cáliz era condenado a muerte eterna. Los términos "vida" y "muerte" que se mencionan en las escrituras indican la vida de la fe y la muerte del descreimiento. La generalidad de los hombres, debido a que no entendieron el significado de estas palabras, rechazaron y despreciaron a la persona de la Manifestación, privándose de la luz de Su guía divina y rehusando seguir el ejemplo de esa Belleza inmortal.

Cuando en la cámara del santo corazón de Muhammad se encendió la luz de la Revelación del Qur'án, Él dictaminó al pueblo el veredicto del Último Día, de la resurrección, del juicio, de la vida y de la muerte. En seguida fueron enarbolados los estandartes de la rebelión y abiertas las puertas de la burla. Así Él, el espíritu de Dios, ha registrado lo que dijeron los infieles: "Y si dijeres 'Después de la muerte de seguro resucitaréis', exclamarán sin falta los infieles 'Esto no es sino magia evidente'"11. Y en otra parte dice: "Y si te asombras, asombroso es de seguro su dicho: 'Cuando nos hayamos convertido en polvo, ¿volveremos a ser una nueva creación?'"12 Así, en otro pasaje, airado, Él exclama: "¿Por ventura Nos estamos cansados con la primera creación? ¡Sin embargo, dudan acerca de una nueva creación!"13

Como los comentaristas del Qur'án y quienes lo siguen al pie de la letra entendieron mal el significado oculto de las palabras de Dios y no comprendieron su propósito esencial, trataron de demostrar que, según las leyes de la gramática, siempre que el término "idhá" (que significa "si" o "cuando") precede al tiempo pasado, invariablemente se refiere al futuro. Pero más adelante quedaron perplejos al tratar de explicar los versículos del Libro en que sorprendentemente no figuraba dicho término. Así Él ha revelado: "Y resonó la trompeta -¡he aquí el Día de la amenaza! Y toda alma es llamada a rendir cuentas; con ella, un compeledor y un testigo".14 Al explicar estos y otros versículos semejantes, en algunos casos han sostenido que se sobreentiende el término "idhá". En otros casos han afirmado vanamente que, por cuanto el Día del Juicio es inevitable, se ha hecho a él referencia como un acontecimiento no del futuro sino del pasado. ¡Cuán inútil su sofistería! ¡Cuán grave su ceguera! Rehúsan reconocer el toque de trompeta que tan claramente fue emitido en este texto por medio de la revelación de Muhammad. Se privan del Espíritu regenerador de Dios que en ella sopló, ¡y neciamente esperan escuchar el son de la trompeta del Serafín de Dios que no es sino uno de Sus siervos! ¿Acaso el Serafín mismo, el ángel del Día del Juicio, y otros como él, no han sido establecidos por la propia palabra de Muham-mad? Di: ¿Qué? ¿Daréis lo que es para vuestro bien a cam-bio de lo que es malo? ¡Vil es lo que falsamente habéis cambiado! Ciertamente sois un pueblo malvado que ha sufrido una pérdida afrentosa.

Antes bien, "trompeta" quiere decir el llamado de la Revelación de Muhammad que resonó en el corazón del universo, y "resurrección" indica Su aparición para proclamar la Causa de Dios. Ordenó a los descarriados y negligentes que se levantaran y salieran presurosos de los sepulcros de sus cuerpos, les adornó con el hermoso manto de la fe y les hizo revivir con el hálito de nueva y maravillosa vida. Así, a la hora en que Muhammad, aquella divina Belleza, se proponía revelar uno de los misterios encerrados en los términos simbólicos "resurrección", "juicio", "paraíso" e "infierno", se oyó a Gabriel, la Voz de la Inspiración, que decía: "Pronto moverán ante Ti sus cabezas y dirán: '¿Cuándo será eso?' Di: 'Quizás esté próximo'".15 Las implicaciones de este solo versículo bastan a los pueblos del mundo, ¡si lo ponderasen en sus corazones!

¡Alabado sea Dios! ¡Cuán lejos se han desviado del camino de Dios esos hombres! Aunque el Día de la Resurrección fue inaugurado por la Revelación de Muhammad, y aunque Su luz y señales habían envuelto la Tierra y todo lo que hay en ella, la gente se mofó de Él, se entregó a los ídolos que en su vana y ociosa fantasía habían concebido los sacerdotes de esa época, y se privó de la luz de gracia celestial y de las lluvias de la misericordia divina. En verdad, el escarabajo vil jamás podrá percibir la fragancia de la santidad, ni podrá el murciélago de las tinieblas volver su rostro al resplandor del sol.

Tales cosas han sucedido en los días de toda Manifestación de Dios. Así dijo Jesús: "Debéis nacer de nuevo"16. Y en otro lugar dice: "Quien no naciere del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del Espíritu, espíritu es".17 El significado de estas palabras es que, en cada dispensación, quienquiera que es nacido del Espíritu y revivido por el aliento de la Manifestación de Santidad, se cuenta ciertamente entre los que han alcanzado la "vida" y la "resu-rrección", y han entrado en el "paraíso" del amor de Dios. Y quien no se cuente entre ellos, está condenado a "muer-te" y "privación", al "fuego" del descreimiento y a la "cólera" de Dios. En todas las escrituras, libros y crónicas se ha pronunciado sentencia de muerte, de fuego, de ceguera, de falta de entendimiento y de oído contra quienes no han probado el etéreo cáliz del verdadero conocimiento, y cuyos corazones se han privado en su día de la gracia del Espíritu Santo. Como se ha indicado anteriormente: "Tienen corazones con los que no comprenden".18

En otro pasaje del Evangelio está escrito que cierto día había muerto el padre de uno de los discípulos de Jesús. Dicho discípulo, al informar a Jesús de la muerte de su padre, solicitó permiso para ir a enterrarlo. A lo que Jesús, esa Esencia de Desprendimiento, replicó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos".19

Del mismo modo, dos de los habitantes de Kúfih fueron donde 'Alí, el Comandante de los Fieles. Uno de ellos tenía una casa y deseaba venderla; el otro iba a comprarla. Habían acordado la venta y que el contrato se haría con conocimiento de 'Alí. Éste, el exponente de la ley de Dios, al dirigirse al escribano dijo: "Escribe: 'Un muerto ha comprado a otro muerto una casa. Esa casa está definida por cuatro límites. Uno se extiende hacia la tumba, el otro hacia la bóveda de la sepultura, el tercero hacia el «irát y el cuarto hacia el Paraíso o el Infierno'". Reflexiona, si estas dos almas hubieran sido vivificadas por el llamado de trompeta de 'Alí, si se hubieran levantado de la tumba del error por el poder de su amor, ciertamente no se habría pronunciado juicio de muerte contra ellos.

En toda edad y siglo, el propósito de los Profetas de Dios y de sus escogidos no ha sido sino afirmar el significado espiritual de los términos "vida", "resurrección" y "juicio". Si uno considerara en su corazón, sólo por un mo-mento, estas palabras de 'Alí, de seguro descubriría todos los misterios ocultos en los términos "sepultura", "tumba", "«irát", "paraíso" e "infierno". Pero, ¡qué raro y qué lamentable! He aquí que toda la gente está aprisionada en la tumba del yo y yace enterrada en las más bajas profundidades del deseo mundano. Si llegaras a lograr una gota de las cristalinas aguas del conocimiento divino, fácilmente te darías cuenta de que la verdadera vida no es la vida de la carne, sino la vida del espíritu. Pues la vida de la carne es común a hombres y animales, mientras que la vida del espíritu la poseen solamente los puros de corazón, quienes han bebido del océano de la fe y han probado el fruto de la certeza. Esta vida no conoce muerte; y esta existencia está coronada por la inmortalidad. Así se ha dicho: "Aquel que es un verdadero creyente vive en este mundo y en el venidero". Si con "vida" se quiere indicar esta vida terrenal, es evidente que la muerte necesariamente la alcanzará.

Del mismo modo, todas las escrituras dan testimonio de esta sublime verdad y de esta exaltadísima palabra. Además, este versículo del Qur'án, revelado con referencia a Hamzih, el "Príncipe de los Mártires"20, y a Abú-Jahl, es prueba clara y seguro testimonio de la verdad de Nuestras palabras: "¿Acaso el muerto, al cual hemos revivido y para quien hemos dispuesto una luz con la que ande entre los hombres, será como aquel cuya semejanza se encuentra en las tinieblas, de donde él no saldrá?"21 Este versículo descendió del cielo de la Voluntad Primordial en un tiempo en que Hamzih ya había sido investido con el sagrado manto de la fe, en tanto que Abú-Jahl se había vuelto implacable en su oposición y descreimiento. Del Manantial de la omnipotencia y la Fuente de eterna santidad llegó el juicio que confirió vida sempiterna a Hamzih y sentenció a Abú-Jahl a la condenación eterna. Ésta fue la señal que hizo arder con una llama abrasadora el fuego del descreimiento en el corazón de los infieles, incitándoles a repudiar abiertamente Su verdad. Clamoreaban ruidosamente: "¿Cuándo murió Hamzih? ¿Cuándo fue resucitado? ¿En qué momento se le confirió tal vida?" Puesto que no entendieron el significado de estas nobles palabras, ni buscaron aclaración entre los expositores reconocidos de la Fe, a fin de que éstos les confirieren siquiera una gota del Kawthar del conocimiento divino, por tanto esos fuegos de maldad fueron encendidos entre los hombres.

Tú puedes presenciar hoy cómo, a pesar del brillante resplandor del Sol del conocimiento divino, toda la gente, tanto elevados como humildes, se ha aferrado a las prácticas de aquellas viles manifestaciones del Príncipe de las Tinieblas. Continuamente recurren a su ayuda para desentrañar los aspectos intrincados de su Fe; pero, debido a su falta de conocimiento, les dan respuestas que en ningún caso pueden dañar su fama y fortuna. Es evidente que estas almas, tan viles y miserables como un escarabajo, no han recibido porción alguna de la almizclada brisa de la eternidad, ni han entrado jamás en el Ri¤ván del deleite celestial. Por tanto, ¿cómo pueden transmitir a otros la fragancia imperecedera de la santidad? Tal es su modo de ser, y siempre será el mismo. Alcanzarán el conocimiento de la Palabra de Dios sólo aquellos que se han vuelto hacia Él y han repudiado las Manifestaciones de Satanás. Así Dios ha reafirmado la ley del día de Su Revelación y con la pluma del poder la ha inscrito en la Tabla mística, oculta bajo el velo de la gloria celestial. Si atendieras a estas palabras, si ponderases en tu corazón su significado aparente y oculto, llegarías a comprender todos los abstrusos problemas que en este día se han convertido en barreras insuperables que apartan a los hombres del conocimiento del Día del Juicio. Entonces no albergarías más preguntas que te dejen perplejo. Abrigamos la esperanza de que, Dios mediante, no vayas a regresar, desprovisto y aun sediento, de las orillas del océano de la misericordia divina, ni a retornar desahuciado del Santuario imperecedero del deseo de tu corazón. Veamos ahora cuál será el resultado de tu búsqueda y esfuerzos.

Recapitulando: Nuestro propósito al exponer estas verdades ha sido demostrar la soberanía de Aquel Que es el Rey de reyes. Sé justo: ¿Es superior esta soberanía, que ha manifestado tan vasta influencia, predominio y tremenda majestad con la expresión de una sola Palabra, o lo es el dominio mundano de estos reyes de la Tierra, quienes no obstante su solicitud para con sus súbditos y su ayuda a los pobres, sólo cuentan con aparente y fugaz lealtad, en tanto que no inspiran afecto ni respeto en los corazones de los hombres? ¿Acaso aquella soberanía, por la potencia de una palabra, no ha subyugado, vivificado y reanimado a todo el mundo? ¡Cómo! ¿Puede compararse el insignificante polvo con Aquel Que es el Señor de los señores? ¿Qué lengua se atreve a expresar la inmensa diferencia que hay entre ellos? Es más, ninguna comparación logra alcanzar el santificado santuario de Su soberanía. Si el hombre reflexionara, seguramente comprendería que ¡aun el siervo de Su umbral gobierna todo lo creado! Esto ya se ha presenciado y se hará manifiesto en el futuro.

Éste no es sino uno de los significados de la soberanía espiritual que hemos expuesto de acuerdo con la capacidad y receptividad de las gentes. Pues Él, el Movedor de todos los seres, ese Semblante glorificado, es la fuente de potencias tales que ni este Agraviado puede revelar, ni esta gente indigna comprender. ¡Inmensamente exaltado es Él por encima de la alabanza que hacen los hombres a Su soberanía, y glorificado más allá de lo que Le atribuyen!

Y, ahora, medita esto en tu corazón: Si soberanía significara la soberanía terrenal y el dominio mundano; si implicara la sujeción y lealtad externa de todos los pueblos y razas de la Tierra -con arreglo a las cuales fuesen enaltecidos Sus amados, pudiendo vivir en paz, y fuesen Sus enemigos humillados y atormentados-, tal forma de soberanía no sería propia de Dios mismo, la Fuente de todo dominio, Cuya majestad y poder testifican todas las cosas. Por cuanto ¿no ves cómo se halla la mayoría de la humanidad bajo el imperio de Sus enemigos? ¿Acaso no se han apartado todos del sendero de Su complacencia? ¿No han hecho lo que Él ha prohibido y han dejado de hacer aquello que Él ha ordenado; más aún, lo han repudiado y se han opuesto a ello? ¿No han sido siempre Sus amigos las víctimas de la tiranía de Sus enemigos? Todo esto es más evidente que el sol en su esplendor meridiano.

Has de saber, oh buscador inquisitivo, que no es de ningún valor la soberanía terrenal, ni lo será nunca, a los ojos de Dios y Sus elegidos. Por otra parte, si se interpretara el ascendiente y dominio como supremacía terrenal y poder temporal, cuán difícil te sería explicar estos versículos: "Y ciertamente Nuestra hueste vencerá".22 "De buena gana apagarían la luz de Dios con sus bocas; pero Dios ha determinado perfeccionar Su luz, aunque los infieles la detesten".23 "Él es el Dominador, sobre todas las cosas". Del mismo modo, la mayor parte del Qur'án da testimonio de esta verdad.

Si fueran ciertas las vanas argumentaciones de esas almas necias y despreciables, no tendrían otra alternativa que rechazar todas estas santas palabras y alusiones celestiales. Ya que no se encontraría en la Tierra guerrero más excelente y cercano a Dios que Husayn, hijo de 'Alí; tan incomparable y sin igual era. "No había en el mundo quien le igualara o se comparara con él". Sin embargo, habrás oído lo que le sucedió: "¡Que la maldición de Dios caiga sobre el pueblo de la tiranía!"24

Si hubiera de interpretarse literalmente el versículo "Y ciertamente Nuestra hueste vencerá", es claro que no sería de ningún modo aplicable a los Elegidos de Dios y Sus huestes, por cuanto Husayn, cuyo heroísmo era manifiesto como el sol, fue vencido y subyugado, y libó por último el cáliz del martirio en Karbilá, tierra de (r)aff. Y otro tanto cabe decir del sagrado versículo "De buena gana apagarían la luz de Dios; pero Dios ha determinado perfeccionar Su luz, aunque los infieles la detesten". Si éste hubiera de interpretarse literalmente, jamás se correspondería con la verdad. Pues en cada época la luz de Dios ha sido aparentemente extinguida por los pueblos de la Tierra, y han sido apagadas por ellos las Lámparas de Dios. ¿Cómo podría, entonces, explicarse el ascendiente y soberanía de estas Lámparas? ¿Qué podría significar la potencia de la voluntad de Dios para "perfeccionar Su luz"? Como ya se ha visto, tan grande fue la enemistad de los infieles que ninguna de estas Lumbreras divinas encontró jamás lugar donde refugiarse, ni probó del cáliz de la tranquilidad. Fueron tan penosamente oprimidos, que hasta el más pequeño de los hombres infligió lo que quiso a esas Esencias del ser. Esos sufrimientos han sido observados y medidos por la gente. Luego ¿cómo puede gente así ser capaz de comprender y exponer estas palabras de Dios, estos versículos de gloria sempiterna?

Mas el propósito de estos versículos no es el que han imaginado. Antes bien, los términos "ascendiente", "po-der" y "autoridad" implican una posición y significado totalmente diferentes. Por ejemplo, considera el poder penetrante de aquellas gotas de la sangre de Husayn que salpicaron la tierra. ¡Qué ascendiente e influencia ha ejercido el propio polvo sobre los cuerpos y almas de los hombres, por la santidad y potencia de esa sangre! Tanto es así, que aquel que deseaba librarse de sus males, sanaba con sólo tocar el polvo de ese santo suelo, y quienquiera que para proteger su propiedad guardase con absoluta fe y entendimiento un poco de aquella sagrada tierra en su casa, protegía todos sus bienes. Éstas son las manifestaciones externas de su poder. Y si contáramos sus virtudes ocultas, dirían de seguro: "Él ciertamente ha considerado al polvo como el Señor de los señores y ha abandonado por completo la Fe de Dios".

Además, trae a la memoria las circunstancias vergonzosas que acompañaron el martirio de Husayn. Reflexiona sobre su soledad; cómo, aparentemente, no hubo nadie que le ayudase; nadie que recogiera su cuerpo y lo sepultase. Sin embargo, ¡mira cuán numerosos son en este día quienes, desde los rincones más remotos de la Tierra, adoptan la indumentaria del peregrino y van en busca del lugar de su martirio para tocar con su cabeza el umbral de su sepulcro! ¡Tal es el ascendiente y poder de Dios! ¡Tal es la gloria de Su dominio y majestad!

No pienses que porque estas cosas han ocurrido después del martirio de Husayn toda esa gloria no ha sido de ningún provecho para él. Por cuanto esa alma santa es inmortal, vive la vida de Dios y habita en las moradas de la gloria celestial en el Sadrih de la divina reunión. Esas Esencias del ser son los luminosos Modelos del sacrificio. Han ofrecido y continuarán ofreciendo sus vidas, sus bienes, sus almas, su espíritu, todo, en el sendero del Bienamado. Ninguna posición, por muy exaltada que sea, puede ser más apreciada para ellos. Pues los amantes no tienen otro deseo que la complacencia de su Amado, ni otro fin salvo su reunión con Él.

Si deseáramos comunicarte un vislumbre de los misterios del martirio de Husayn y revelarte sus frutos, estas páginas no serían nunca suficientes ni agotarían su significado. Es Nuestro deseo que, Dios mediante, sople la brisa de la misericordia, y la Primavera divina adorne el árbol del ser con el manto de nueva vida, de modo que podamos descubrir los misterios de la Sabiduría divina y, mediante Su providencia, nos hagamos independientes del conocimiento de todas las cosas. Hasta ahora apenas hemos visto un puñado de almas, desprovistas de todo renombre, que han alcanzado esta posición. El futuro mostrará lo que ordene el Juicio de Dios y revele el Tabernáculo de Su decreto. De este modo te referimos las maravillas de la Causa de Dios y vertemos en tus oídos los acordes de la melodía celestial, para que quizás alcances la posición del verdadero conocimiento y pruebes de su fruto. Por tanto, ten la certeza de que esas Lumbreras de majestad celestial, aunque su habitación sea el polvo, su verdadera morada es la sede de la gloria en los reinos de lo alto. Aunque están privados de todo el bien terrenal, vuelan por los reinos de riquezas insondables. Y en tanto que sufren dolorosamente en manos del enemigo, están sentados a la diestra del poder y del dominio celestial. En la lobreguez de su humillación brilla sobre ellos la luz de la gloria inmarcesible; y sobre su impotencia se vierten las señales de invencible soberanía.

Tal es el caso de Jesús, Hijo de María, Quien sentado un día y hablando en el tono del Espíritu Santo, pronunció palabras como éstas: "¡Oh pueblo! Mi alimento es la hierba del campo, con la que sacio mi hambre. Mi lecho es el polvo, mi lámpara en la noche es la luz de la luna, y mi corcel son mis propios pies. Mirad, ¿quién es en la Tierra más rico que yo?" ¡Por la rectitud de Dios! ¡Miles de tesoros giran alrededor de esta pobreza, y miríadas de reinos de gloria anhelan tal humillación! Si lograras alcanzar una gota del océano del significado interior de estas palabras, de seguro abandonarías el mundo y todo lo que hay en él y, como el Fénix, te consumirías en las llamas del Fuego imperecedero.

Del mismo modo, se cuenta que cierto día uno de los compañeros de «ádiq se quejó ante él de su pobreza. A lo que «ádiq, esa belleza inmortal, respondió: "Ciertamente eres rico y has probado el trago de la riqueza". Esa alma afligida por la pobreza quedó perpleja ante las palabras pronunciadas por aquel luminoso semblante, y dijo: "¿Dónde están mis riquezas, yo que he menester hasta de una moneda?" Sobre esto «ádiq observó: "¿No posees nuestro amor?" Él contestó: "¡Sí, lo tengo, oh vástago del Profeta de Dios!" Luego, «ádiq le preguntó: "¿Cambias este amor por mil dinares?" Y él respondió: "¡No; jamás lo cam-biaré, aunque me dieren el mundo y todo lo que hay en él!" Entonces señaló «ádiq: "¿Cómo puede llamarse pobre quien posee tal tesoro?"

Esta pobreza y estas riquezas, esta humillación y gloria, este dominio, poder y otras cosas parecidas, sobre las que tienen puestos sus ojos esas almas vanas y necias, ¡todo esto en esa Corte se desvanece en la nada absoluta! Así Él ha dicho: "¡Oh hombres! No sois sino mendigos que necesitan de Dios; mas Dios es el rico, el Que Se basta a Sí mismo".25 "Riqueza" quiere decir, por tanto, independencia de todo salvo de Dios, y "pobreza", la carencia de aque-llo que es de Dios.

De modo semejante, trae a la memoria el día en que los judíos, habiendo rodeado a Jesús, Hijo de María, insistían en que confesara Su pretensión de ser el Mesías y Profeta de Dios, para declararle infiel y condenarle a muerte. Entonces Lo condujeron, a Él Que era el Sol del cielo de la Revelación divina, ante Pilatos y ante Caifás, que era el su-mo sacerdote de esa época. Los principales sacerdotes estaban reunidos en el palacio, y también una multitud de gente que se había congregado para presenciar Su dolor, mofarse de Él y agraviarle. Aunque insistentemente Le interrogaban, esperando que confesara Su pretensión, Jesús guardaba silencio y no hablaba. Por último, se levantó un maldecido de Dios y, acercándose a Jesús, le conjuró diciendo: "¿Acaso tú no has pretendido ser el Mesías divino? ¿Acaso no dijiste: 'Yo soy el Rey de los reyes, Mi palabra es la Palabra de Dios, y Yo soy el quebrantador del día Sábado?'" En seguida Jesús levantó la cabeza y dijo: "¿Es que no ves al Hijo del Hombre sentado a la diestra de la fuerza y del poder?" Éstas fueron Sus palabras; sin embargo, considera cómo aparentemente estaba Él desprovisto de todo poder salvo de aquel poder interior que era de Dios y que había envuelto a todo lo que hay en el cielo y en la tierra. ¿Cómo puedo referir lo que Le aconteció después que pronunció esas palabras? ¿Cómo puedo describir la oprobiosa conducta de éstos para con Él? Por fin acumularon tales aflicciones sobre Su bendita Persona que emprendió vuelo hacia el cuarto Cielo.

También está escrito en el Evangelio según San Lucas que cierto día pasó Jesús cerca de un judío enfermo de parálisis que estaba tendido en su camilla. Cuando Le vio el judío, Le reconoció y clamó pidiendo Su ayuda. Jesús le dijo: "Levántate de tu camilla; tus pecados te son perdonados". Algunos de los judíos que estaban cerca protestaron diciendo: "¿Quién puede perdonar los pecados sino Dios?" Conociendo de inmediato Jesús sus pensamientos, respondió y les dijo: "¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Levántate, toma tu camilla y anda', o decirle: 'Tus pecados te son perdonados', para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados?"26 ¡Ésta es la verdadera soberanía y tal es el poder de los Elegidos de Dios! Todo esto que hemos mencionado repetidamente, y los detalles que hemos citado de diversas fuentes, no tienen otro propósito que el de permitirte comprender el significado de las alusiones contenidas en las palabras de los Elegidos de Dios, no sea que algunas de esas palabras hagan vacilar tus pies y turben tu corazón.

Así, con paso firme hollemos el Sendero de la certeza, para que, quizás, la brisa que sopla de los prados de la complacencia de Dios nos traiga los fragantes aromas de la aceptación divina y nos haga a nosotros, fugaces mortales, alcanzar el Reino de gloria sempiterna. Entonces comprenderás el significado interior de soberanía y otras cosas semejantes de que se habla en las tradiciones y escrituras. Además, te es claro y conocido que aquello a que se han aferrado los judíos y cristianos, y los reparos que acumularon sobre la Belleza de Muhammad, eso mismo ha sido sostenido en este día por el pueblo del Qur'án, y se ha visto en sus denuncias contra el "Punto del Bayán" ¡que las almas de todos los que habitan en el reino de las Revelaciones divinas sean sacrificadas por Él! Mira su desatino: ¡pronuncian exactamente las mismas palabras que pronunciaron los judíos del pasado, y no se dan cuenta! Cuán acertadas y verdaderas son Sus palabras referentes a ellos: "¡Déjalos que se entretengan con sus cavilaciones!"27 "Por Tu vida, ¡oh Muhammad!, están poseídos por el delirio de sus vanas fantasías".28

Cuando el Invisible, el Eterno, la divina Esencia, hizo que despuntara el Sol de Muhammad sobre el horizonte del conocimiento, entre los reparos que contra Él pusieron los sacerdotes judíos estaba que después de Moisés ningún Profeta sería enviado por Dios. Ciertamente, se ha hecho mención en las escrituras de un Ser que debía necesariamente manifestarse, Quien promovería la Fe de Moisés y fomentaría los intereses de Su pueblo, de modo que la Ley de la Dispensación de Moisés abarcase a toda la Tierra. Así se ha referido en Su Libro el Rey de gloria sempiterna a las palabras pronunciadas por esos vagabundos del valle del alejamiento y el error: "Dicen los judíos: 'La mano de Dios está encadenada'. ¡Encadenadas estén sus propias manos! Y fueron maldecidos por lo que dijeron. Más bien, ¡exten-didas están Sus dos manos!"29 "La mano de Dios está por encima de sus manos".30

Aunque de diversas maneras han relatado los comentaristas del Qur'án las circunstancias que rodearon la revelación de este versículo, con todo debieras esforzarte por comprender su propósito. Él dice: ¡Cuán falso es lo que los judíos han imaginado! ¿Cómo puede la mano de Aquel Que en verdad es el Rey, Quien hizo que se revelara el semblante de Moisés y Le confirió el manto de Profeta; cómo puede estar encadenada y trabada con grillos la mano de semejante Ser? ¿Cómo puede imaginársele incapaz de enviar a otro Mensajero después de Moisés? ¡Mira lo absurdo de su afirmación; cuán lejos se han apartado del sendero del conocimiento y la comprensión! Observa cómo también en este día, todo este pueblo se ha ocupado con tan absurdos disparates. ¡Durante más de mil años han estado recitando este versículo y censurando, sin saberlo, a los judíos, ignorando totalmente que ellos mismos, abierta y secretamente, expresan los sentimientos y creencias del pueblo judío! Seguramente estás informado de su vana aseveración según la cual ha concluido toda Revelación, se han cerrado los portones de la misericordia Divina, no surgirá de nuevo el sol de entre las auroras de santidad eterna, se ha acallado para siempre el Océano de la munificencia sempiterna y han cesado de aparecer los Mensajeros de Dios desde el Tabernáculo de antigua gloria. Tal es el grado de comprensión de esta gente despreciable y de miras estrechas. Esta gente ha imaginado que el flujo de la gracia de Dios, que todo lo abarca, y Sus abundantes favores, cuya interrupción ninguna mente puede concebir, se han detenido. De todos lados se han alzado aparejando los arreos de la tiranía, y han hecho los mayores esfuerzos para apagar, con las amargas aguas de su vana fantasía, la llama de la Zarza ardiente de Dios, olvidando que la mampara del poder protegerá dentro de su poderosa fortaleza a la Lámpara de Dios. La completa miseria en que ha caído la gente de seguro les basta, por cuanto han sido privados del reconocimiento del Propósito fundamental y del conocimiento del Misterio y Esencia de la Causa de Dios. Pues la suprema y más excelsa gracia conferida a los hombres es la de "llegar a la presencia de Dios" y reconocerle, que ha sido prometida a todos. Éste es el más alto grado de gracia concedido al hombre por el Todomunífico, el Antiguo de los Días, y es la plenitud de Su incondicional generosidad hacia Sus criaturas. De esta gracia y generosidad no ha participado nadie de entre esta gente, ni han sido honrados con esta muy exaltada distinción. ¡Cuán numerosos son los versículos revelados que dan testimonio explícito de esta importantísima verdad y exaltado Tema! Y, sin embargo, la han rechazado y, según su propio deseo, han desvirtuado su significado. Así, Él ha revelado: "En cuanto a quienes no creen en los signos de Dios, ni en que alguna vez Le encontrarán, ésos perderán toda esperanza de Mi misericordia, y les espera un castigo doloroso".31 También Él dice: "Quienes tienen en cuenta que llegarán a la Presencia de su Señor, y que a Él volverán."32 También dice en otro lugar: "Quienes tenían por cierto que habían de encontrarse con Dios, dijeron: '¡Cuántas veces, con el permiso de Dios, una hueste pequeña aplastó a una hueste numerosa!'"33 Y en otro lugar revela: "Entonces, quien espera llegar a la presencia de su Señor, que haga una obra justa."34 Y también dice: "Él dispone de todas las cosas. Hace sus signos claros, para que tengáis fe firme en que llegaréis a la presencia de vuestro Señor".35

Esta gente ha repudiado todos estos versículos, que inequívocamente atestiguan la realidad de "llegar a la divina Presencia". Ningún tema ha sido más enfáticamente afirmado en las sagradas escrituras. No obstante, se han privado de este elevado y exaltadísimo rango, de esta suprema y gloriosa posición. Algunos han sostenido que "llegar a la Divina Presencia" indica la "Revelación" de Dios en el Día de la Resurrección. Si afirmamos que la "Revelación" de Dios significa "Revelación Universal", es claro y evidente que tal revelación existe ya en todas las cosas. La verdad de esto ya la hemos dejado establecida, en cuanto que hemos demostrado que todas las cosas son los recipientes y reveladores del resplandor de ese Rey ideal, y que existen y están manifiestos en los espejos de los seres los signos de la revelación de ese Sol, Fuente de todo esplendor. Es más, si el hombre mirara con el ojo del discernimiento divino y espiritual, fácilmente admitiría que absolutamente nada puede existir sin la revelación del esplendor de Dios, el Rey ideal. Considera cómo todas las cosas creadas atestiguan elocuentemente la revelación de esa Luz interior que hay dentro de ellas. Mira cómo dentro de todas las cosas están abiertos los portales del Ri¤ván de Dios, para que los buscadores alcancen las ciudades del entendimiento y sabiduría y entren en los jardines del conocimiento y poder. Dentro de cada jardín contemplarán a la novia mística del conocimiento interior, guardada en los aposentos de la prolación, llena de gracia y adornada con sus mejores galas. La mayor parte de los versículos del Qur'án señalan este asunto espiritual y dan testimonio de él. El versículo "Ni hay cosa alguna que no celebre Su alabanza"36 es testimonio elocuente de ello; y "contamos todas las cosas y las anotamos"37, lo atestigua fielmente. Ahora bien, si "llegar a la Presencia de Dios" quiere decir llegar al conocimiento de tal revelación, es evidente que todos los hombres ya han llegado a la presencia del Semblante inmutable de ese Rey sin igual. ¿Por qué, entonces, restringir tal revelación al Día de la Resurrección?

Y si afirmaran que "Presencia divina" quiere decir la "Revelación Específica de Dios", expresada por ciertos súfíes como la "Más Santa Efusión", si está esto en la Esencia misma, es evidente que ha estado eternamente en el Conocimiento divino. Suponiendo que esta hipótesis sea cierta, obviamente "llegar a la Presencia divina" en este sentido no está al alcance de nadie, ya que esta revelación está limitada a la Esencia más íntima, a la que ningún hombre puede llegar. "El camino está obstruido y es rechazada toda búsqueda". Las mentes de los predilectos del cielo, por muy alto que se eleven, jamás alcanzarán esta posición, cuánto menos podrá el entendimiento de mentes oscuras y limitadas.

Y si dijeren que "Presencia divina" quiere decir la "Re-velación Secundaria de Dios", interpretada como la "Santa Efusión", esto es claramente aplicable al mundo de la creación, es decir, en el reino de la manifestación primordial y original de Dios. Tal revelación se circunscribe a Sus Profetas y Elegidos, por cuanto nadie más poderoso que ellos ha llegado a existir en el mundo del ser. Todos reconocen esta verdad y dan testimonio de ella. Estos Profetas y Elegidos de Dios son los recipientes y reveladores de todos los atributos inalterables y nombres de Dios. Son los espejos que veraz y fielmente reflejan la luz de Dios. Todo cuanto es aplicable a ellos es en realidad aplicable a Dios mismo, Quien es el Visible y el Invisible. Es imposible conocer y llegar a Aquel Que es el Origen de todas las cosas, si no es conociendo y llegando a esos luminosos Seres que proceden del Sol de la verdad. Por tanto, al llegar a la presencia de esas santas Lumbreras, se llega a la "Presencia de Dios" mismo. A través de su conocimiento se revela el conocimiento de Dios, y a través de la luz de su semblante se manifiesta el resplandor de la Faz de Dios. Mediante los múltiples atributos de estas Esencias del Desprendimiento, que son el primero y el último, el visible y el oculto, se hace evidente que Aquel Que es el Sol de la Verdad es "el Primero y el Último, el Visible y el Oculto."38 Lo mismo vale para los otros sublimes nombres y exaltados atributos de Dios. Por tanto, todo aquel que, en cualquier Dispensación, haya reconocido y llegado a la presencia de estas Lumbreras sublimes, resplandecientes y gloriosas, ciertamente ha llegado a la "Presencia de Dios" mismo y ha entrado en la ciudad de vida inmortal y eterna. Llegar a esa presencia sólo es posible en el Día de la Resurrección, que es el Día de la aparición de Dios mismo a través de Su Revelación que todo lo abarca.

Éste es el significado del "Día de la Resurrección", del que se habla en todas las escrituras y que se ha anunciado a todo pueblo. Reflexiona: ¿Puede concebirse día más precioso, de más poder y gloria que éste, para que el hombre voluntariamente renuncie a su gracia y se prive de sus dones, los cuales como lluvias de primavera se vierten sobre la humanidad desde el cielo de la misericordia? Estando así demostrado de forma concluyente que ningún día es más grande que este Día y que ninguna revelación es más gloriosa que esta Revelación, y estando expuestas todas estas poderosas e infalibles pruebas que ninguna mente de entendimiento puede poner en duda, ni hombre de erudición pasar por alto, ¿cómo es posible que, debido a las vanas argumentaciones del pueblo de la duda y la fantasía, se prive el hombre de tan generoso favor? ¿Acaso no han oído la conocida tradición: "Cuando aparece el Qá'im, ese día es el Día de la Resurrección"? De igual modo, los imanes, esas inextinguibles luces de guía divina, han interpretado el versículo: "¿Qué puede esa gente esperar sino que Dios baje a ellos en la sombra de las nubes?"39 -signo que han considerado como una de las características del Día de la Resurrección-, refiriéndolo al Qá'im y Su manifestación.

Por tanto, oh mi hermano, esfuérzate por comprender el significado de "Resurrección" y purifica tu oído de las ociosas palabras de esa gente recusable. Si pusieras pie en el reino del completo desprendimiento, atestiguarías fácilmente que no hay día más poderoso que este Día y que no puede concebirse resurrección más tremenda que esta Resurrección. Una buena obra realizada en este Día es equivalente a todos los actos virtuosos que durante miríadas de siglos han practicado los hombres; es más, ¡pedimos perdón a Dios por semejante comparación! Pues en verdad la recompensa que merece tal acto está mucho más allá y muy por encima de la apreciación de los hombres. Puesto que estas almas miserables y sin discernimiento no comprendieron el verdadero significado de "Resurrección" y de "llegar a la presencia divina", han quedado totalmente desposeídas de su gracia. Aun cuando el propósito único y fundamental de todo conocimiento, con todos sus pesares y afanes, consiste en lograr y reconocer esta posición, no obstante están sumergidas en la prosecución de sus estudios materiales. No se permiten un momento de asueto ¡e ignoran totalmente a Aquel Que es la Esencia de todo saber y el único Objeto de su búsqueda! Tal me parece que sus labios nunca hayan tocado el cáliz del Conocimiento divino, ni acaso hayan alcanzado tan siquiera una gotita de las lluvias de la gracia celestial.

Considera: ¿cómo puede aquel que en el día de la Revelación de Dios no logra la gracia de la "Presencia Divina", ni reconoce a Su Manifestación, llamarse con justicia sabio, aunque haya dedicado siglos al estudio del conocimiento y adquirido todo el limitado saber material de los hombres? Es sin duda evidente que de ningún modo se puede afirmar que posea el verdadero conocimiento. En tanto que el más iletrado de todos los hombres, si es honrado con esta suprema distinción, es verdaderamente tenido por uno de esos hombres divinamente sabios, cuyo conocimiento es de Dios; ya que tal hombre ha llegado a la cumbre del conocimiento y ha alcanzado la más elevada cima del saber.

Esta posición también es uno de los signos del Día de la Revelación. Así, se dice: "Los humillados entre vosotros, Él los encumbrará; y a los encumbrados, Él los humillará". Asimismo, Él ha revelado en el Qur'án: "Deseamos demostrar favor a los que fueron degradados en la tierra, y hacerles jefes espirituales entre los hombres, y hacerles Nuestros herederos".40 Se ha presenciado en este día cuántos de entre los sacerdotes, debido a que rechazaron la Verdad, han caído y habitan en las últimas profundidades de la ignorancia, y sus nombres han sido borrados de la lista de los gloriosos y los sabios. Y cuántos de entre los ignorantes, a causa de que aceptaron la Fe, se han remontado y han alcanzado la alta cima del conocimiento, y sus nombres han sido inscritos en la Tabla del Conocimiento divino por la Pluma del Poder. Así: "Lo que quiera, Dios lo abrogará o lo confirmará, pues junto a Él está la Fuente de la Revelación".41 Por eso se ha dicho: "Buscar pruebas cuando la Prueba ha sido establecida, es un acto indecoroso; y ocuparse en adquirir conocimiento cuando se ha alcanzado el Objeto de todo saber, es realmente censurable". Di: ¡Oh pueblo de la Tierra! Mirad a este llameante Joven que atraviesa veloz las profundidades sin límites del Espíritu y os anuncia estas buenas nuevas: "He aquí que la Lámpara de Dios está brillando" y os emplaza a estar atentos a Su Causa, la cual, aunque oculta en los velos de antiguo esplendor, brilla en la tierra de 'Iráq sobre la aurora de eterna santidad.

Oh mi amigo: si explorase el pájaro de tu mente los cielos de la Revelación del Qur'án, si contemplara desplegado dentro de él el reino del conocimiento divino, ciertamente encontrarías abiertas ante ti innumerables puertas del conocimiento. Con seguridad reconocerías que todas estas cosas que en este día han impedido a estos hombres alcanzar las orillas del océano de la gracia eterna, las mismas, en la Dispensación de Muhammad, impidieron a la gente de aquella época reconocer a esa Lumbrera divina y atestiguar Su verdad. También comprenderías los misterios del "regreso" y la "revelación", y habitarías seguro en los más elevados aposentos de la certeza y la confianza.

Aconteció que, cierto día, varios de entre los opositores de esa incomparable Belleza, aquellos que se habían apartado lejos del Santuario imperecedero de Dios, desdeñosamente dirigieron a Muhammad estas palabras: "En verdad, Dios ha celebrado un convenio con nosotros: que no demos fe a un apóstol hasta que nos ofrezca un sacrificio que lo devore el fuego del cielo".42 El significado de este versículo es que Dios convino con ellos que no creyesen en ningún mensajero a menos que obrase el milagro de Abel y Caín, es decir, que ofreciese un sacrificio, y lo consumiese el fuego del cielo; así como lo habían oído referir en la historia de Abel, la cual está consignada en las escrituras. Respondiendo a esto, Muhammad dijo: "Ya vinieron a vosotros Apóstoles antes que yo, con testimonios seguros y con aquello que habláis. ¿Por qué, entonces, los matasteis? Decídmelo, si sois veraces".43 Ahora bien, sé justo: ¿Cómo es posible que aquella gente que vivió en los días de Mu-hammad hubiese existido en la época de Adán o de otros Profetas, miles de años antes? ¿Por qué Muhammad, esa Esencia de la veracidad, habría de acusar al pueblo de Su época del asesinato de Abel o de otros Profetas? No te queda más alternativa que considerar a Muhammad un impostor o un necio -¡no lo quiera Dios!-, o bien sostener que esa gente perversa fue la misma gente que en toda época se enfrentó y puso reparos a los Profetas y Mensajeros de Dios, hasta hacerles a todos sufrir finalmente el martirio.

Pondera esto en tu corazón, para que las perfumadas brisas del conocimiento divino, que soplan de los prados de la misericordia, te traigan la fragancia de las palabras del Amado y permitan que tu alma alcance el Ri¤ván del entendimiento. Ya que en cada época los negligentes no han logrado desentrañar el sentido profundo de estas importantes palabras llenas de significado, imaginando que la respuesta de los Profetas de Dios no se correspondía con las preguntas que les han formulado, por tanto les han imputado ignorancia e insensatez a esas Esencias del conocimiento y comprensión.

Asimismo, en otro versículo Muhammad manifiesta Su protesta contra el pueblo de esa época. Dice: "Aunque antes habían suplicado la victoria sobre los que no creían, cuando vino a ellos Aquel de Quien tenían conocimiento, no creyeron en Él. ¡Que la maldición de Dios caiga sobre los infieles!"44 Reflexiona cómo este versículo también da a entender que la gente que vivió en los días de Muhammad fue la misma que en los días de los Profetas de antaño disputó y luchó para promover la Fe de Dios y enseñar Su Causa. Sin embargo, ¿cómo podrían considerarse de hecho como un mismo pueblo las generaciones que vivieron en el tiempo de Jesús y Moisés, y las que vivieron en la época de Muhammad? Por otra parte, aquellos a quienes habían conocido antes eran Moisés, Revelador del Pentateuco, y Jesús, Autor del Evangelio. No obstante, ¿por qué dijo Mu-hammad: "Cuando vino a ellos Aquel de Quien tenían conocimiento" -es decir, Jesús o Moisés- "no creyeron en Él"? ¿Acaso Muhammad no llevaba aparentemente otro nombre? ¿No había salido de una ciudad diferente? ¿No habla-ba otra lengua? ¿Y no reveló una Ley diferente? Entonces, ¿cómo se puede demostrar la verdad de este versículo y poner en claro su significado?

Por tanto, esfuérzate por comprender el significado de "vuelta", que explícitamente se ha revelado en el propio Qur'án y que hasta ahora nadie ha comprendido. ¿Qué dices tú? Si dices que Muhammad era la "vuelta" de los Profetas de antaño, como lo testifica ese versículo, Sus compañeros deben ser asimismo la "vuelta" de los antiguos Compañeros, así como la "vuelta" de la antigua gente es atestiguada claramente por el texto de los versículos antes mencionados. Si niegas esto, has repudiado ciertamente la verdad del Qur'án, que es el testimonio más seguro de Dios para los hombres. De igual manera, procura comprender el significado de la "vuelta", "revelación" y "resurrección", que se han presenciado en los días de las Manifestaciones de la Esencia divina, para que contemples con tus propios ojos la "vuelta" de las almas santas en cuerpos santificados y luminosos, y barras el polvo de la ignorancia, y purifiques el ensombrecido yo con las aguas de la misericordia que proceden de la Fuente del Conocimiento divino, para que quizás, mediante el poder de Dios y la luz de la guía divina, distingas el Amanecer del esplendor eterno, de la oscura noche del error.

Además, te es claro que los Portadores del depósito de Dios son revelados a los pueblos de la Tierra como los Exponentes de una nueva Causa y los Portadores de un nuevo Mensaje. Ya que esas Aves del Trono Celestial son todas enviadas del cielo de la Voluntad de Dios, y puesto que todas surgen para proclamar su irresistible Fe, son por tanto consideradas como un alma y una misma persona. Pues todas beben del mismo Cáliz del Amor de Dios y todas participan del fruto del mismo Árbol de la Unicidad. Cada una de estas Manifestaciones de Dios tiene una doble posición. Una es la posición de abstracción pura y unidad esencial. Por lo que se refiere a esto, si tú las llamas a todas por un solo nombre y les asignas el mismo atributo, no te desvías de la verdad. Como Él ha revelado: "¡No hacemos distinción entre ninguno de Sus Mensajeros!"45 Pues todos y cada uno de ellos llaman a la gente de la Tierra a reconocer la Unidad de Dios, y les dan las buenas nuevas del Kawthar de gracia y munificencia infinitas. Todos son investidos con el manto de Profeta y han sido honrados con la vestidura de la gloria. Así, Muhammad, el Punto del Qur'án, ha revelado: "Yo soy todos los Profetas". Asimismo, dice: "Soy el primer Adán, Noé, Moisés y Jesús". Declaraciones semejantes hizo 'Alí. También palabras como éstas, que indican la unidad esencial de aquellos Exponentes de la Unidad, han brotado de los Canales de la prolación inmortal de Dios y de los Tesoros de las joyas del conocimiento divino, y han sido consignadas en las escrituras. Esos Semblantes son los recipientes del Mandato Divino y las auroras de Su Revelación. Esa Revelación está exaltada por encima de los velos de pluralidad y de las exigencias de número. Así, Él dice: "Nuestra Causa no es sino una".46 Como la Causa es una y la misma, sus Exponentes también deben ser necesariamente uno y el mismo. Asimismo, los imanes de la Fe de Muhammad, esas lámparas de la certeza, han dicho: "Muhammad es nuestro primero, Muhammad nuestro último, Muhammad es todo lo que tenemos".

Te es claro y evidente que todos los Profetas son los Templos de la Causa de Dios, Quienes han aparecido ataviados con diversas vestiduras. Si observaras con ojo perspicaz, les verías habitando en el mismo tabernáculo, volando en el mismo cielo, sentados en el mismo trono, pronunciando las mismas palabras, proclamando la misma Fe. Tal es la unidad de esas Esencias del ser, de esas Lumbreras de esplendor inmenso e infinito. Por tanto, si una de esas Manifestaciones de la Santidad proclamara: "Yo soy la vuelta de todos los Profetas", ciertamente dice la verdad. Del mismo modo, es un hecho que cada Revelación subsiguiente es la vuelta de la Revelación anterior; esta verdad está firmemente demostrada. Ya que se ha comprobado de forma concluyente la vuelta de los Profetas de Dios, atestiguada por versículos y tradiciones, asimismo queda definitivamente probada la vuelta de sus elegidos. Esta vuelta es por sí misma bastante clara como para que requiera prueba o demostración. Por ejemplo, considera que entre los Profetas estaba Noé. Al ser investido con el manto del Profeta y movido por el Espíritu de Dios para que apareciese y proclamase Su Causa, quienquiera que creía en Él y reconocía su Fe, era dotado con la gracia de nueva vida. Se podía decir de él que en verdad había renacido y vuelto a vivir, ya que, antes de creer en Dios y aceptar su Manifestación, había puesto sus afectos en cosas del mundo tales como apego a los bienes terrenales, a la esposa, a los hijos, a la comida y bebida, y a cosas semejantes; tan es así que de día y de noche su única preocupación había sido amasar riquezas y procurarse los medios para sus diversiones y placeres. Además de esto, antes de beber las aguas vivificantes de la fe había estado tan amarrado a las tradiciones de sus antepasados y tan apasionadamente dedicado a la observancia de sus costumbres y leyes, que hubiese preferido morir antes de violar una sola letra de los usos y prácticas supersticiosas corrientes entre su pueblo. Tal como la gente exclamó: "En verdad, encontramos a nuestros padres con una fe y, en verdad, seguimos sus pasos"47.

Esa misma gente, aunque envuelta por todos esos velos de limitación y atenazada por tales observancias, tan pronto como bebió del cáliz de la certeza el sorbo inmortal de manos de la Manifestación del Todoglorioso, era transmutada de tal manera que por Su amor renunciaba a sus familias, sus bienes, sus vidas, sus creencias; es más, ¡renunciaba a todo excepto a Dios! Era tan irresistible su anhelo de Dios y tan elevados sus raptos de gozoso éxtasis, que ante sus ojos desaparecía completamente el mundo y todo lo que hay en él. ¿No ha ejemplificado esa gente los misterios del "renacimiento" y la "vuelta"? ¿No se ha visto que esa misma gente, antes de ser dotada con la nueva y maravillosa gracia de Dios, trataba por todos los medios de asegurar la protección de su vida contra la destrucción? ¿No les llenaba de espanto una espina y huían al ver un zorro? ¡Mas una vez que eran honrados con la distinción suprema de Dios y se les había concedido Su generosa gracia de poder hacerlo, sacrificaban de buen grado diez mil vidas en Su sendero! Aún más, sus benditas almas, desdeñando la jaula de sus cuerpos, anhelaban la liberación. ¡Un solo guerrero de esa hueste se enfrentaba y combatía a toda una multitud! Y, sin embargo, a no ser por la transformación efectuada en sus vidas, ¿cómo hubiesen podido manifestar hechos que son contrarios a las costumbres de los hombres e incompatibles con sus deseos mundanos?

Es evidente que nada salvo esta transformación mística podía manifestar en el mundo del ser semejante espíritu y conducta, del todo diferentes a sus costumbres y hábitos anteriores. Pues su agitación se convirtió en paz; su duda, en certeza; su timidez, en valentía: ¡Tal es la fuerza del Elixir Divino que, rápido como un abrir y cerrar de ojos, transmuta las almas de los hombres!

Por ejemplo, considera la sustancia del cobre. Si en su propia mina se le resguardara de la solidificación, al cabo de setenta años llegaría el estado de oro. Sin embargo, hay quienes afirman que el cobre mismo es oro, que al solidificarse está en condición enferma y, por tanto, no ha alcanzado su propio estado.

Sea como fuere, el verdadero elixir hará que en un instante la sustancia del cobre alcance el estado de oro, y atraviese en un suspiro la etapa de setenta años. ¿Podría llamarse cobre a ese oro? ¿Podría sostenerse que no ha alcanzado el estado de oro, cuando está a mano la piedra de toque para ensayarlo y distinguirlo del cobre?

Asimismo, mediante el poder del Elixir Divino, estas almas, en un abrir y cerrar de ojos, atraviesan el mundo del polvo, entrando en el reino de santidad; y de un paso recorren la tierra de las limitaciones, alcanzando los dominios del Irrestringido. Te incumbe hacer todo tu esfuerzo para lograr ese Elixir que, de un soplo fugaz, hace que el occidente de la ignorancia llegue hasta el oriente del conocimiento; ilumina las tinieblas de la noche con el resplandor del amanecer; guía al extraviado del desierto de la duda hacia el manantial de la Presencia Divina y la Fuente de la certeza, confiriendo a las almas mortales el honor de ser aceptadas en el Ri¤ván de la inmortalidad. Ahora bien, si se considera que aquel oro es cobre, también podría considerarse que esa gente es la misma que antes de haber sido dotada de fe.

¡Oh hermano! He aquí que, mediante estas palabras concluyentes, indiscutibles y del todo suficientes, se han descubierto y desentrañado ante tus ojos los misterios interiores del "renacimiento", de la "vuelta" y de la "resu-rrección". Dios quiera que por medio de Su ayuda benévola e invisible despojes tu cuerpo y alma de su antigua vestimenta y te cubras con el atavío nuevo e imperecedero.

Por tanto, en toda subsiguiente Dispensación, quienes precedieron al resto de la humanidad en abrazar la Fe de Dios, y libaron de manos de la divina Belleza las cristalinas aguas del conocimiento, llegando a las elevadas cumbres de la fe y certeza, ésos pueden ser considerados de nombre, realidad, hechos, palabras y rango como la "vuelta" de quienes habían logrado distinciones parecidas en una Dispensación anterior. Pues todo lo que manifestó la gente de una Dispensación anterior, eso mismo lo ha demostrado la gente de esa última generación. Considera la rosa: ya sea que florezca en el Oriente o en el Occidente, es sin embargo una rosa. Pues lo que importa en este sentido no es el aspecto y la forma externa de la rosa sino más bien el perfume y la fragancia que despide.

Por consiguiente, purifica tu vista de toda limitación terrenal, para que veas en todos a los portadores de un solo Nombre, los exponentes de una sola Causa, las manifestaciones de un solo Ser y los reveladores de una sola Verdad, y para que comprendas la "vuelta" mística de las Palabras de Dios, según lo revelan estas aseveraciones. Reflexiona un momento sobre el comportamiento de los compañeros en la Dispensación de Muhammad. Considera cómo, mediante el aliento vivificador de Muhammad, fueron purificados de la contaminación de vanidades terrenales, liberados de deseos egoístas y separados de todo menos de Él. Mira cómo precedieron a todos los pueblos de la Tierra en llegar a Su santa presencia -la Presencia de Dios mismo-, cómo renunciaron al mundo y a todo cuanto hay en él y sacrificaron libre y alegremente sus vidas a los pies de esa Manifestación del Todoglorioso. Y, ahora, observa la "vuelta" de ese mismo empeño, esa misma constancia y renuncia que han manifestado los compañeros del Punto del Bayán.48 Has presenciado cómo, mediante las maravillas de la gracia del Señor de los señores, enarbolaron los estandartes de la sublime renunciación en las inaccesibles alturas de la gloria. Estas Luces provienen de una sola Fuente, y estos frutos son los frutos de un mismo Árbol. No podrás percibir diferencia ni distinción alguna entre ellos. ¡Todo esto llega a ser por la gracia de Dios! A quien es Su voluntad, confiere Él Su gracia. Dios quiera que, evitando la tierra de la negación, entremos en el océano de la aceptación, para que con un ojo purgado de elementos antagónicos percibamos los mundos de la unidad y diversidad, de la variación y unicidad, de la limitación y desprendimiento, y levantemos el vuelo hacia el más alto e íntimo santuario del significado oculto de la Palabra de Dios.

A partir de estas declaraciones ha quedado, por tanto, claro y manifiesto que si en el "Fin que no conoce fin" se manifestara un Alma que se levantase a proclamar y defender una Causa que otra Alma ha proclamado y defendido en el "Principio que no tiene principio", se puede efectivamente afirmar que Aquel que es el Último y Aquel que fue el Primero son uno y el mismo, por cuanto ambos son Exponentes de una misma Causa. Por esta razón, el Punto del Bayán -¡que la vida de todos, menos de Él, sea Su sacrificio!- ha comparado a las Manifestaciones de Dios con el sol que, si bien sale desde el "Principio que no tiene principio" hasta el "Fin que no conoce fin", es sin embargo el mismo sol. Ahora bien, si dijeras que este sol es el sol anterior, dirías la verdad; y si dijeras que este sol es la "vuelta" de aquél, también habrías dicho la verdad. Asimismo, queda bien claro con esta afirmación que el término "último" es predicable del "primero", y el término "pri-mero" predicable del "último", puesto que tanto el "prime-ro" como el "último" han aparecido para proclamar la mis-ma Fe.

A pesar de que este tema es evidente a los ojos de quienes han bebido el vino del conocimiento y la certeza, ¡cuántos son los que, por no haber comprendido su significado, permitieron que el término "Sello de los Profetas" oscureciera su entendimiento y les privase de la gracia de todos Sus numerosos dones! ¿No declaró Muhammad mis-mo: "Yo soy todos los Profetas"? ¿No ha dicho, como ya hemos mencionado: "Soy Adán, Noé, Moisés y Jesús"? ¿Por qué Muhammad, esa Belleza inmortal, Quien ha dicho "Soy el primer Adán", ha de ser incapaz de decir también "Soy el último Adán"? Pues así como Él se consideraba a Sí mismo el "Primero de los Profetas" -es decir, Adán- del mismo modo es aplicable el título "Sello de los Profetas" a aquella Divina Belleza. Es sin duda obvio que, al ser el "Primero de los Profetas", es Él también su "Sello".

El misterio de este tema ha sido en esta Dispensación una dura prueba para toda la humanidad. Mira cuántos son los que, aferrándose a estas palabras, no han creído en Aquel Que es su verdadero Revelador. Nuestra pregunta es: ¿Qué supone esta gente al referirse a Dios -¡glorificado sea Su nombre!- que significan los términos "primero" y "último"? Si afirman que tales términos hacen referencia a este universo material, ¿cómo ha de ser posible, cuando manifiestamente el orden visible de las cosas todavía existe? Antes bien, en este caso, "primero" no quiere decir otra cosa que "último", y "último" nada más que "prime-ro".

Así como en el "Principio que no tiene principio" es verdaderamente atribuible el término "último" a Aquel Que es el Educador de lo visible y lo invisible, del mismo modo son aplicables a Sus Manifestaciones los términos "primero" y "último", Quienes son, a la vez, los Exponentes del "primero" y del "último". Mientras que están establecidos en la sede del "primero", ocupan el trono del "último". Si se hallase un ojo perspicaz, fácilmente captaría que los exponentes del "primero" y del "último", de lo "manifiesto" y lo "oculto", del "principio" y del "sello" no son otros que estos santos Seres, estas Esencias del Desprendimiento y Almas divinas. Y si te remontaras en el sagrado reino de "Dios estaba solo; no había nadie sino Él", encontrarías que en aquella Corte todos esos nombres son del todo inexistentes y completamente olvidados. Ya no estarían tus ojos oscurecidos por esos velos, esos términos y alusiones. ¡Cuán sublime y etérea es esa posición, a la que hasta Gabriel, sin guía, no podrá nunca llegar, ni el Ave del Cielo, sin ayuda, podrá jamás alcanzar!

Y, ahora, esfuérzate por comprender el sentido de estas palabras de 'Alí, el Comandante de los Fieles: "Traspasan-do sin ayuda los velos de la gloria". Entre estos "velos de la gloria" están los sacerdotes y doctores que viven en los días de la Manifestación de Dios, quienes, a causa de su falta de discernimiento y su ansia y afán de mando, no se han sometido a la Causa de Dios y, más aún, han rehusado dar oído a la Melodía divina. "Se meten los dedos en los oídos".49 Y asimismo la gente, desatendiendo completamente a Dios y tomándoles por sus maestros, se ha colocado sin reservas bajo la autoridad de esos jefes pomposos e hipócritas, pues carecen de vista, oídos y corazón propios para distinguir la verdad de la falsedad.

A pesar de las advertencias que por inspiración divina han hecho todos los Profetas, los Santos y los Elegidos de Dios, ordenando a los hombres ver con sus propios ojos y oír con sus propios oídos, desdeñosamente han rechazado sus consejos y ciegamente han seguido y continuarán siguiendo a los jefes de su Fe. Si una persona humilde y desconocida, desprovista del atavío de los eruditos, les dirigiera la palabra diciendo: "¡Oh pueblo!, seguid a los Mensajeros de Dios"50 ellos, muy sorprendidos ante tal amonestación, replicarían: "¡Cómo! ¿Quieres decir que todos estos sacerdotes y exponentes de la erudición, con toda la autoridad, pompa y boato suyos, han errado y no han logrado distinguir entre la verdad y la falsedad? ¿Pretendes acaso, junto con otros como tú, haber comprendido lo que ellos no han entendido?" Si se ha de tomar como criterio de sabiduría y verdad el número y la excelencia de la vestimenta, los pueblos de una época pasada, a quienes los de hoy jamás han aventajado en número, magnificencia y poder, deberían por cierto considerarse como superiores y más dignos.

Es claro y evidente que siempre que se han revelado las Manifestaciones de Santidad los sacerdotes de su época han impedido al pueblo llegar al camino de la verdad. Dan testimonio de esto todas las escrituras y libros sagrados. ¡Ningún Profeta de Dios se ha manifestado que no haya sido víctima del odio implacable, de la denuncia, rechazo y execración de los clérigos de Su día! ¡Ay de ellos por las iniquidades que obraron sus manos en el pasado! ¡Ay de ellos por lo que ahora están haciendo! ¿Qué velos de gloria hay más pesados que esas personificaciones del error? ¡Por la rectitud de Dios!, ¡traspasar tales velos es el más poderoso de todos los hechos, y destrozarlos es el más meritorio de todos los actos! ¡Que Dios nos ayude y os ayude, oh concurso del Espíritu!, para que quizás en el tiempo de Su Manifestación se os asista bondadosamente para realizar tales hechos y, en Sus días, lleguéis a la Presencia de Dios.

Además, entre los "velos de la gloria" están los términos "Sello de los Profetas" y otros parecidos; desasirse es una hazaña suprema a la vista de esas almas bajas y descarriadas. Y a causa de estas misteriosas palabras, de estos pesados "velos de la gloria", todos se han privado de contemplar la luz de la verdad. ¿No han escuchado, acaso, la melodía de ese pájaro del Cielo51 cuando exponía el siguiente misterio: "He desposado a mil Fátimihs, todas las cuales eran hijas de Muhammad, Hijo de 'Abdu'lláh, el 'Sello de los Profetas'"? ¡He aquí cuántos misterios yacen todavía sin desentrañar dentro del tabernáculo del conocimiento de Dios, y cuán numerosas las joyas de Su sabiduría que aún están ocultas en Sus tesoros inviolables! Si ponderases esto en tu corazón, te darías cuenta de que Su obra no conoce ni principio ni fin. El dominio de Su decreto es demasiado vasto para que lo describa la lengua de los mortales o lo recorra el ave de la mente humana; y los designios de Su providencia son demasiado misteriosos para que los pueda comprender la mente del hombre. Ningún fin ha alcanzado a Su creación; ha existido siempre desde el "Principio que no tiene principio". Y ningún comienzo ha visto a las Manifestaciones de Su Belleza, que continuarán hasta el "Fin que no conoce fin". Pondera en tu corazón estas palabras y reflexiona cómo son aplicables a todas esas Almas santas.

Asimismo, esfuérzate por comprender el significado de la melodía de esa eterna belleza que fue Husayn, hijo de 'Alí, quien dirigió a Salmán palabras como éstas: "Estuve con mil Adanes; el intervalo entre cada Adán y el siguiente era de cincuenta mil años, y a cada uno declaré la posición de Sucesor conferida a mi padre". Luego refiere algunos detalles, hasta que dice: "He librado mil batallas en el sendero de Dios; la menor y más insignificante de las cuales fue como la batalla de Khaybar, en la que mi padre luchó y se batió contra los infieles". Fundándote en estas dos tradiciones, procura ahora comprender los misterios del "fin", de la "vuelta" y de la "creación sin principio ni fin".

¡Oh mi amado! ¡Inmensamente exaltada es la Melodía celestial, por encima de los esfuerzos que haga el oído humano para oírla, o la mente para comprender su misterio! ¿Cómo puede la hormiga impotente entrar en la corte del Todoglorioso? Sin embargo, por falta de comprensión las almas débiles rechazan estas abstrusas palabras y ponen en duda la verdad de tales tradiciones. Es más, nadie puede entenderlas salvo los dotados de un corazón comprensivo. Di: Él es ese Fin, a Quien no puede imaginársele fin en todo el universo, y de Quien no puede concebirse principio en el mundo de la creación. ¡He aquí, oh concurso de la Tierra, los resplandores del Fin revelados en las Manifestaciones del Principio!

¡Qué extraño es que esa gente se aferre, con una mano, a los versículos del Qur'án y a las tradiciones del pueblo de la certeza que ellos han encontrado que concuerdan con sus afectos e intereses y, con la otra, rechace las que son contrarias a sus deseos egoístas! "¿Es que creéis en parte del Libro y negáis parte de él?"52 ¿Cómo podéis juzgar lo que no entendéis? Así ha revelado en Su Libro infalible el Señor de la existencia, después de hablar del "Sello" en Su exaltada declaración: "Muhammad es el Apóstol de Dios y el Sello de los Profetas"53, la promesa de "llegar a la Presencia divina" para todos los hombres. Dan testimonio del hecho de llegar a la presencia de ese Rey inmortal los versículos del Libro, algunos de los cuales ya hemos mencionado. ¡Dios, el único y verdadero, es mi testigo!; nada se ha revelado en el Qur'án más exaltado y explícito que aquel "llegar a la Presencia divina". Dichoso quien la ha logrado el día en que, como podéis ver, los más de los hombres se han apartado de ella.

Y, sin embargo, por el misterio del primero de estos versículos se apartaron de la gracia que promete el segundo; y ello a pesar de que se establece explícitamente en el Libro el hecho de "llegar a la Presencia divina" en el "Día de la Resurrección". Queda demostrado, con pruebas claras y de forma definitiva, que "Resurrección" quiere decir la aparición de la Manifestación de Dios para proclamar Su Causa, y "llegar a la Presencia divina" significa llegar a la presencia de Su Belleza en la persona de Su Manifestación. Pues, en verdad: "Ningún ojo Le abarca; pero Él abarca a todos los ojos".54 A pesar de todos estos hechos innegables y claras explicaciones, se han aferrado neciamente al término "sello", privándose totalmente de reconocer a Aquel Que es el Revelador de ambos: el Sello y el Principio, en el día de Su presencia. "¡Si castigase Dios a los hombres por sus hechos perversos, no quedaría sobre la tierra cosa viviente! Pero les da plazo hasta un tiempo señalado".55 Aparte de todo esto, si esta gente hubiera obtenido una gota de las cristalinas corrientes que brotan de las palabras "Dios hace lo que es Su voluntad y ordena lo que desea", no hubiera puesto reparos impropios, como éstos, al Centro focal de Su Revelación. La Causa de Dios, y todos los hechos y palabras, están al alcance de Su poder. "Todo está aprisionado en el hueco de Su fuerte Mano; todo es fácil y posible para Él". Efectúa lo que es Su voluntad y hace todo lo que desea. "¡Quienquiera que pregunte 'por qué' o 'para qué' ha blasfemado!" Si esta gente se sacudiera el sueño de la negligencia y se diera cuenta de lo que sus manos han obrado, de seguro perecerían y, por propia voluntad, se arrojarían al fuego: su fin y verdadera morada. ¿Acaso no han oído lo que Él reveló? "No debe interrogársele sobre Sus hechos."56 A la luz de estas palabras, ¿cómo puede ser el hombre tan atrevido como para interrogarle y ocuparse con dichos ociosos?

¡Alabado sea Dios! A tal punto llega la insensatez y perversidad de la gente, que han vuelto el rostro hacia sus propios pensamientos y deseos, y han dado la espalda al conocimiento y a la voluntad de Dios, ¡santificado y glorificado sea Su nombre!

Sé justo: Si esa gente admitiera la verdad de estas palabras luminosas y alusiones sagradas, y reconociera que Dios es "Aquel que hace lo que es Su voluntad", ¿cómo podrían continuar aferrados a tan evidentes disparates? Más bien aceptarían con toda su alma lo que Él diga y se someterían a ello. ¡Juro por Dios que, a no ser por el Decreto divino y por los inescrutables designios de la Providencia, la propia tierra hubiese destruido totalmente a toda esa gente! "Sin embargo, Él les dará plazo hasta la hora señalada de un día conocido".

Han pasado mil doscientos ochenta años desde que llegó la aurora de la Dispensación de Muhammad y, al amanecer de cada día, esa gente ciega e innoble ha recitado su Qur'án, ¡y sin embargo no han logrado comprender ni una letra de ese Libro! Una y otra vez leen los versículos que claramente atestiguan la realidad de estos sagrados temas y dan testimonio de la verdad de las Manifestaciones de Gloria eterna y, con todo, no comprenden su propósito. Ni siquiera se han dado cuenta en todo este tiempo de que, en toda época, la lectura de las escrituras y libros sagrados no ha tenido otro propósito que el de permitir al lector comprender su significado y desentrañar sus íntimos misterios. Por el contrario, leer sin entender no es de provecho duradero para el hombre.

Y ocurrió que cierto día vino a visitar a esta Alma un hombre necesitado, anhelando el océano de Su conocimiento. Conversando con él, se hizo mención de los signos del Día del Juicio, Resurrección, Renacimiento y Ajuste de Cuentas. Nos encareció que le explicásemos cómo en esta maravillosa Dispensación eran llamados a rendir cuentas los pueblos del mundo, cuando nadie era consciente de ello. En seguida le dimos a conocer, de acuerdo con su grado de capacidad y entendimiento, ciertas verdades de la Ciencia y de la antigua Sabiduría. Le preguntamos entonces: "¿No has leído el Qur'án, y no conoces este bendito versículo: 'En ese día no se le preguntará a hombre ni espíritu por su Pecado'?57 ¿No te das cuenta de que 'preguntar no significa preguntar con la lengua o la palabra, tal como lo indica y prueba el mismo versículo'? Ya que después se dice: 'Por su semblante serán conocidos los pecadores, y serán tomados de los cabellos y los pies'".58

De este modo los pueblos del mundo son juzgados por su semblante. A través de éste se revela toda su incredulidad, su fe, su iniquidad. Así resulta evidente en este día cómo es reconocido por su semblante el pueblo del error y distinguido de los seguidores de la Guía divina. Si esos hombres, sólo por amor de Dios y sin más deseo que Su complacencia, ponderasen en su corazón los versículos del Libro, con toda seguridad encontrarían todo cuanto buscan. Encontrarían reveladas y manifiestas en sus versículos todas las cosas, ya sean grandes o pequeñas, que han pasado en esta Dispensación. Hasta encontrarían en ellos referencias a la partida de su tierra natal de las Manifestaciones de los nombres y atributos de Dios; a la oposición y desdeñosa arrogancia del gobierno y del pueblo; y a la residencia y establecimiento de la Manifestación Universal en un país señalado y especialmente designado. Sin embargo, ningún hombre puede comprender esto, excepto aquel que posea un corazón comprensivo.

Sellaremos Nuestro tema con aquello que antaño fuera revelado a Muhammad, para que su sello difunda la fragancia de ese almizcle sagrado que lleva a los hombres hacia el Ri¤ván de esplendor inmarcesible. Él dijo, y Su Palabra es la verdad: "Y Dios llama hacia la Morada de Paz59; y Él guía a quien quiere por el camino recto".60 "¡Para ellos hay junto a su Señor una Morada de Paz! Y Él será su Protector por causa de sus obras".61 Esto lo ha revelado para que Su gracia envuelva al mundo. ¡Alabado sea Dios, Señor de todos los seres!

Hemos expuesto de forma diversa y repetida el significado de cada tema para que quizás toda alma, ya sea elevada o humilde, obtenga su parte y porción de acuerdo con su medida y capacidad. Si no pudiera comprender cierto argumento, podría así, remitiéndose a otro, lograr su propósito. "Para que toda clase de hombres sepa dónde apagar su sed".

¡Por Dios! Esta Ave del Cielo que habita ahora en el polvo puede entonar, además de estas melodías, una miríada de cantos y, aparte de estas palabras, puede revelar innumerables misterios. Cada nota de sus palabras no pronunciadas es inmensamente exaltada por encima de todo lo que ya ha sido revelado, e inmensurablemente glorificada más allá de lo que ha fluido de esta Pluma. Esperemos que el futuro revele la hora en que, por la Voluntad de Dios, emerjan de sus mansiones místicas, despojadas de sus velos, las novias del significado oculto, y se hagan manifiestas en el antiguo reino del ser. Nada en absoluto es posible sin Su permiso; ningún poder puede durar salvo a través de Su poder, y no hay otro Dios más que Él. Suyo es el mundo de la creación, y Suya es la Causa de Dios. Todos proclaman Su Revelación, y todos revelan los misterios de Su Espíritu.

Ya hemos asignado, en las páginas precedentes, dos posiciones a cada una de las Lumbreras que surgen de las Auroras de santidad eterna. Una de esas posiciones, la de unidad esencial, ya la hemos explicado. "No hacemos diferencia entre ninguno de ellos".62 La otra posición es la de distinción y pertenece al mundo de la creación y a sus limitaciones. Respecto a esto, cada Manifestación de Dios tiene una individualidad distinta, una misión definitivamente señalada, una Revelación predestinada y limitaciones especialmente designadas. Cada una de ellas es conocida por un nombre diferente y se caracteriza por un atributo especial, cumple una Misión definida y le es confiada una Revelación particular. Tal como Él dice: "Hemos hecho que algunos de los Apóstoles aventajen a los demás. A unos Dios les ha hablado; a otros los ha elevado exaltándolos. Y a Jesús, Hijo de María, Le dimos signos manifiestos y Le fortalecimos con el Espíritu Santo".63

Es por causa de esta diferencia en posición y misión por lo que parecen divergir y diferir las palabras y expresiones que fluyen de esos Manantiales del conocimiento divino. Por lo demás, a los ojos de quienes están iniciados en los misterios de la sabiduría divina, todo lo que ellos han pronunciado es en realidad la expresión de una sola Verdad. Como la mayoría de la gente no ha percibido esas posiciones a que Nos hemos referido, se siente por tanto perpleja y consternada ante las variadas palabras que han pronunciado Manifestaciones que, en esencia, son una y la misma.

Ha sido siempre evidente que todas estas divergencias en las palabras deben atribuirse a diferencias de posición. Así, desde el punto de vista de su unicidad y sublime desprendimiento, han sido y son aplicables a esas Esencias del ser los atributos de Deidad, Divinidad, Suprema Singularidad e íntima Esencia, ya que todas habitan en el trono de la Revelación divina y están establecidas en la sede de la divina Ocultación. Mediante su aparición se manifiesta la Revelación de Dios, y por su semblante se revela la Belleza de Dios. Es así como se han oído las palabras de Dios mismo, pronunciadas por esas Manifestaciones del Ser divino.

Y a la luz de la segunda posición, que es la posición de la distinción y diferenciación, de las limitaciones, características y normas temporales, manifiestan ellos servidumbre absoluta, máxima pobreza y completo olvido de sí mismos. Tal como Él dice: "Soy el siervo de Dios. No soy más que un hombre como vosotros."

A partir de estas aseveraciones incontestables y plenamente demostradas, esfuérzate por entender el significado de las preguntas que has formulado, para que llegues a ser constante en la Fe de Dios y no te desanimes por las divergencias en las palabras de Sus Profetas y Elegidos.

Si alguna de las Manifestaciones de Dios, que todo lo abarcan, declarase: "¡Yo soy Dios!", diría ciertamente la verdad, y no cabría duda de ello. Ya que repetidamente se ha demostrado que mediante su Revelación, sus atributos y nombres se manifiestan en el mundo de la Revelación de Dios Su nombre y Sus atributos. Así, Él ha revelado: "¡Aquellos dardos eran de Dios, no Tuyos!"64 También dice: "En verdad, quienes Te prometieron fidelidad, realmente la prometieron a Dios".65 Y si alguno de ellos pronunciase: "Soy el Mensajero de Dios", también diría la verdad, la indudable verdad. Tal como Él dice: "No es Mu-hammad padre de ningún hombre entre vosotros, sino que es el Mensajero de Dios". A la luz de esto se ve que todos ellos no son más que Mensajeros de ese Rey ideal, de esa Esencia inmutable. Si todos proclamasen "Soy el Sello de los Profetas", expresarían sólo la verdad sin la más leve sombra de duda. Pues todos ellos no son más que una persona, un alma, un espíritu, un ser, una revelación. Son todos la manifestación del "Principio" y el "Fin", el "Prime-ro" y el "Último", el "Visible" y el "Oculto", atributos todos que pertenecen a Aquel Que es el más íntimo Espíritu de los Espíritus y la eterna Esencia de las Esencias. Y si dijesen: "Somos los siervos de Dios",66 éste también es un hecho manifiesto e indiscutible. Puesto que se han manifestado en condición de total servidumbre, servidumbre como ésa no podrá ningún hombre alcanzar. De este modo, en momentos en que esas Esencias del ser estaban sumergidas en los océanos de santidad antigua y sempiterna, o cuando se remontaban a las más elevadas cimas de los misterios divinos, sostenían que sus palabras eran la Voz de la divinidad, el Llamado de Dios mismo. Si se abriera el ojo del discernimiento, reconocería que ellos hasta en ese estado se consideran del todo extinguidos e inexistentes ante Quien es el Que Todo lo Penetra, el Incorruptible. Me parece que han estimado que no son absolutamente nada, juzgando su mención en esa Corte como un acto de blasfemia. Pues el más leve susurro del yo es, en tal Corte, una prueba de afirmación de sí mismo y de existencia independiente. A los ojos de quienes han llegado a esa Corte, semejante insinuación es por sí misma una grave transgresión. Cuánto más grave aún sería, si otra cosa se mencionara ante esa Presencia, si el corazón del hombre, su lengua, su mente o su alma se ocuparan con otro que no sea el Bienamado, si sus ojos contemplaran otro semblante que no fuese Su belleza, si su oído escuchase otra melodía que no fuese Su voz y sus pies hollasen otro camino que no fuera Su camino.

En este día sopla la brisa de Dios y Su espíritu lo ha llenado todo. Tal es la efusión de Su gracia, que la pluma se detiene y la lengua enmudece.

En virtud de esta posición, han sostenido que es suya la Voz de la Divinidad y apelativos semejantes, en tanto que, en virtud de su posición de Mensajeros, se han declarado a sí mismos los Mensajeros de Dios. En cada caso han expresado lo que está en conformidad con los requerimientos de la ocasión, atribuyéndose a Sí mismos todas estas declaraciones, las cuales se extienden del reino de la Revelación divina hasta el reino de la creación, y desde el dominio de la Divinidad hasta el dominio de la existencia terrenal. De este modo, cualesquiera que sean sus palabras, ya pertenezcan al reino de la Divinidad, Señorío, Posición Profética, Posición de Mensajero, Guardianía, Apostolado o Servidumbre, todo es cierto, sin la menor sombra de duda. Por lo tanto, debe considerarse con mucha atención lo que hemos citado en apoyo de Nuestro argumento, para que las palabras divergentes de las Manifestaciones del Invisible y Auroras de la Santidad no agiten ya el alma y suman la mente en la perplejidad.

Esas palabras pronunciadas por las Lumbreras de la Verdad deben ser meditadas y, si no se comprendiese su significado, debiera solicitarse ilustración de los Custodios de los depósitos del Conocimiento, para que éstos expliquen su significado y revelen su misterio. Pues no le incumbe a ningún hombre interpretar las palabras sagradas según su deficiente comprensión, ni rechazar y negar su verdad por encontrar que son contrarias a su inclinación y deseos. Pues tal es hoy la actitud de los sacerdotes y doctores de la época, que ocupan las sedes del conocimiento y la erudición, y que han llamado conocimiento a la ignorancia y justicia a la opresión. Si ellos preguntasen a la Luz de la Verdad sobre esas imágenes que su vana fantasía ha tallado, y encontrasen que Su respuesta es incompatible con sus propios conceptos y su propia comprensión del Libro, de seguro denunciarían como la negación misma del conocimiento a Aquel Que es la Mina y Manantial de todo conocimiento. Cosas semejantes han pasado en toda época.

Por ejemplo, cuando a Muhammad, el Señor de la existencia, le preguntaron acerca de las lunas nuevas, Él, por mandato de Dios, respondió: "Son períodos señalados para los hombres".67 En seguida quienes Le escucharon denunciáronle como ignorante.

Asimismo, en el versículo referente al "Espíritu", dice: "Y Te preguntarán por el Espíritu. Di: 'el Espíritu procede por mandato de Mi Señor'".68 Tan pronto como fue emitida la respuesta de Muhammad, todos protestaron ruidosamente diciendo: "¡He aquí a un ignorante que no sabe lo que es el Espíritu y se llama a Sí mismo el Revelador del Conocimiento divino!" Y ahora dirige tu mirada hacia los sacerdotes de la época, quienes por haber sido honrados con Su nombre y haber encontrado que sus padres reconocían Su Revelación, se han sometido ciegamente a Su verdad. Observa que, si esta gente recibiese hoy semejantes respuestas en contestación a tales preguntas, las rechazarían y censurarían sin vacilar; es más, nuevamente pondrían los mismos reparos, tal como lo han hecho en este día. Y todo esto a pesar de que esas Esencias del ser están inmensamente exaltadas por encima de esas fantásticas imaginaciones, y glorificadas inconmensurablemente más allá de esos dichos vanos y por sobre la comprensión de todo corazón de entendimiento. Su supuesto saber, al comparársele con aquel Conocimiento, es falsedad clamorosa, y su entendimiento no es más que error craso. Más aún, cuanto procede de esas Minas de Sabiduría divina y Tesoros del conocimiento eterno es la verdad, y nada más que la verdad. Prueba de Nuestro argumento es el dicho: "El conocimiento es un punto que los necios han multiplicado"; y la tradición: "El conocimiento es una luz con la cual Dios ilumina el corazón de quien sea Su voluntad", confirma Nuestra afirmación.

Ya que no comprendieron el significado del Conocimiento, llamando con ese nombre a las imágenes forjadas por su propia fantasía y que proceden de las personificaciones de la ignorancia, han infligido a la Fuente del Conocimiento lo que has oído y presenciado.

Por ejemplo, cierto hombre69 que tenía fama por su saber y logros y se consideraba a sí mismo como uno de los guías preeminentes de su pueblo, ha censurado y vilipendiado a todos los exponentes del verdadero saber. Esto queda plenamente claro en las declaraciones explícitas y en las alusiones que hay en todos sus libros. Como frecuentemente habíamos oído hablar de él, nos propusimos leer algunas de sus obras. Y aunque nunca hemos estado dispuestos a leer los escritos de otros hombres, como Nos habían hecho preguntas respecto a él, creímos necesario remitirnos a sus libros para poder contestar, con conocimiento y comprensión, a quienes Nos habían preguntado. Sin embargo, no estaban disponibles sus obras en lengua árabe, hasta que un día cierto hombre Nos informó que se podía hallar en la ciudad una de sus obras titulada Irshádu'l-Avám.70 De su título percibimos el olor de la presunción y la vanagloria, puesto que ha imaginado ser un sabio, considerando ignorante al resto de la gente. De hecho, su valor se daba a conocer por el título mismo que había elegido para su libro. Se hacía evidente que su autor seguía el camino del egoísmo y del deseo, y estaba perdido en el desierto de la ignorancia e insensatez. Me parece que había olvidado la conocida tradición que dice: "El conocimiento es todo lo cognoscible; y la fuerza y poder, es toda la creación". No obstante, enviamos a buscar el libro y lo tuvimos durante algunos días. Nos remitimos a él probablemente dos veces. La segunda vez dimos por casualidad con la historia del "Mi'ráj"71 de Muhammad, de Quien se dijo: "A no ser por Ti, no hubiera creado las esferas". Notamos que había enumerado unas veinte ciencias o más, cuyo conocimiento él consideraba esencial para la comprensión del misterio del "Mi'ráj". De su exposición inferimos que a menos que un hombre fuese profundamente versado en todas ellas, nunca lograría comprender adecuadamente este trascendente y exaltado tema. Entre las ciencias especificadas estaba la ciencia de las abstracciones metafísicas, de la alquimia y de la magia natural. Estos estudios vanos y descartados son para este hombre requisitos previos para la comprensión de los sagrados y eternos misterios del Conocimiento divino.

¡Alabado sea Dios! Tal es su grado de comprensión; y, sin embargo, ¡qué objeciones y calumnias ha lanzado contra esas Personificaciones del infinito conocimiento de Dios! Qué cierto es el dicho: "¿Lanzas tus calumnias al rostro de Aquellos a Quienes el Dios único y verdadero ha hecho Custodios de los tesoros de Su séptima esfera?" Ningún corazón ni mente comprensiva, ninguno de entre los sabios y eruditos ha hecho caso de esas absurdas afirmaciones. Y, sin embargo, qué claro y evidente es para todo corazón perspicaz que ese supuesto conocimiento es, y siempre ha sido, rechazado por Aquel Que es el Dios único y verdadero. ¿Cómo se puede considerar que el conocimiento de semejantes ciencias, tan despreciables a los ojos de los que son verdaderamente sabios, sea esencial para la comprensión de los misterios del "Mi'ráj", cuando el propio Señor del "Mi'ráj" jamás fue abrumado por la carga de una sola letra de esas limitadas y oscuras ciencias, ni ha empañado Su radiante corazón con ninguna de esas fantásticas imaginaciones? Qué cierto es lo que Él ha dicho: "Todo saber humano va montado en un asno cojo, mientras que la Verdad cruza veloz por el espacio, cabalgando sobre el viento". ¡Por la rectitud de Dios! Quienquiera que desee penetrar el misterio de este "Mi'ráj" y anhele una gota de este océano, si el espejo de su corazón ya estuviese oscurecido por el polvo de esas ciencias, deberá necesariamente limpiarlo y purificarlo antes que la luz de este misterio pueda reflejarse en él.

En este día, aquellos que están sumergidos en el océano del antiguo Conocimiento y habitan en el arca de la sabiduría divina, prohíben a los hombres esos estudios inútiles. Gracias a Dios, sus luminosos corazones están santificados de toda huella de tales conocimientos y exaltados por encima de esos pesados velos. Hemos consumido éste, el más denso de todos los velos, con el fuego del amor del Amado; velo a que se refiere el dicho: "De todos los velos, el más pesado es el velo del conocimiento". Sobre sus cenizas hemos erigido el tabernáculo del conocimiento divino. Gracias a Dios, hemos quemado los "velos de la gloria" con el fuego de la belleza del Bienamado. Hemos desterrado del corazón humano todo excepto Aquel Que es el Deseo del mundo, y en ello nos gloriamos. No Nos aferramos a ningún conocimiento más que a Su conocimiento, y no ponemos nuestro corazón en nada que no sea las resplandecientes glorias de Su luz.

Nos sorprendimos inmensamente cuando observamos que su único propósito era dar a entender a la gente que él poseía todos esos conocimientos. Y, sin embargo, juro por Dios que a su alma no ha llegado ni un soplo de la brisa que proviene de los prados del conocimiento divino, ni ha desentrañado un solo misterio de la antigua sabiduría. Es más, si alguna vez se le explicara el significado del Conocimiento, su corazón quedaría consternado y todo su ser se estremecería hasta los cimientos. Sin embargo, a pesar de sus afirmaciones despreciables y sin sentido, ¡he aquí hasta qué punto han llegado sus pretensiones extravagantes!

¡Alabado sea Dios! ¡Cuán grande es Nuestro asombro al ver la manera como se ha reunido la gente alrededor de él, guardando lealtad a su persona! Contentándose con el polvo transitorio, se han vuelto esos hombres hacia él, desechando con desdén a Aquel Que es el Señor de los señores. Conformándose con el graznido del cuervo y enamorados de su rostro, han renunciado a la melodía del ruiseñor y han desdeñado el encanto de la rosa. ¡Y qué falacias indecibles ha revelado la lectura de ese libro pretencioso! Son demasiado indignas para que pluma alguna pueda mencionarlas, y demasiado viles para prestarles atención ni siquiera un momento. Sin embargo, si se hallara una piedra de toque, ésta de inmediato distinguiría la verdad de la falsedad; la luz, de las tinieblas; el sol, de la sombra.

Entre las ciencias que este hombre pretende haber profesado está la alquimia. Abrigamos la esperanza de que un rey, o bien un hombre de poder preeminente, le exhorte a que traslade esa ciencia del reino de la fantasía al dominio de la realidad, y del plano de la mera pretensión al de la realización efectiva. Ojalá que este humilde e iletrado Siervo que nunca ha pretendido conocer tales ciencias ni, menos aún, las ha tenido por criterio del conocimiento verdadero, pueda emprender la misma tarea para que, de ese modo, se conozca la verdad y se la distinga de la falsedad. Pero ¿de qué serviría? Todo lo que esta generación Nos pudo ofrecer fueron las heridas causadas por sus lanzas, y a Nuestros labios no acercaron sino el cáliz de su veneno. En Nuestra cerviz aún llevamos la cicatriz de las cadenas, y en Nuestro cuerpo han quedado las pruebas de una crueldad inexorable.

Y en cuanto a los conocimientos de ese hombre, su ignorancia, comprensión y fe, he aquí lo que ha revelado el Libro que abarca todas las cosas: "En verdad, el árbol de Zaqqúm72 será el alimento de Athím".73 Siguen luego algunos versículos, hasta que Él dice: "¡Pruébalo, pues de veras tú eres el poderoso Karím!"74 ¡Considera cuán clara y explícitamente se le ha descrito en el Libro incorruptible de Dios! Además, ese hombre, fingiendo humildad, se refiere a sí mismo en su libro como el "siervo athím": ¡"Athím" en el Libro de Dios, poderoso entre el vulgo, "Karím" de nombre!

Medita el sagrado versículo para que en la tabla de tu corazón se grabe el significado de las palabras: "No hay cosa, verde o seca, que no conste en el Libro infalible".75 No obstante, hay una multitud que le guarda lealtad. Han rechazado ellos al Moisés del conocimiento y justicia, aferrándose al Sámirí76 de la ignorancia. Han apartado su vista del Sol de la verdad, que brilla en el cielo divino y sempiterno, y han cerrado totalmente los ojos a su esplendor.

¡Oh mi hermano! Una Mina divina sólo puede producir joyas de conocimiento divino, y la fragancia de la Flor mística sólo puede percibirse en el Jardín ideal, y las lilas de antigua sabiduría no florecen más que en la ciudad de un corazón inmaculado. "En suelo fértil salen sus plantas abundantemente con el permiso de su Señor, y en el suelo que es malo, salen escasas".77

Puesto que se ha demostrado claramente que sólo quienes se han iniciado en los misterios divinos pueden comprender las melodías entonadas por el Ave del Cielo, incumbe por tanto a cada cual buscar ilustración en los iluminados de corazón y en los Tesoros de los misterios divinos en lo referente a las complejidades de la Fe de Dios y las alusiones abstrusas que hay en las palabras de las Auroras de la Santidad. Así se aclararán estos misterios, no con la ayuda del conocimiento adquirido sino, únicamente, mediante la asistencia de Dios y las efusiones de Su gracia. "Preguntad, pues, a quienes tienen la custodia de las Escrituras, si no lo supierais".78

Mas, oh mi hermano, cuando un buscador verdadero decide dar el paso de la búsqueda por el camino que lleva al conocimiento del Antiguo de los Días, debe, antes que nada, limpiar y purificar su corazón, que es la sede de la revelación de los misterios interiores de Dios, del polvo ofuscador de todo conocimiento adquirido y de las insinuaciones de las personificaciones de la fantasía satánica. Debe purgar su pecho, que es el santuario del amor perdurable del Amado, de toda contaminación, y santificar su alma de todo lo que pertenece al agua y la arcilla y de todo apego vago y efímero. Debe limpiar su corazón tanto, que no quede en él ningún vestigio de amor ni odio, no sea que ese amor le incline ciegamente al error o ese odio le aleje de la verdad. Así puedes ver, en este día, cómo la mayoría de la gente, a causa de tal amor y odio, está privada de la Faz inmortal, se ha apartado lejos de las Personificaciones de los misterios divinos y vaga sin pastor por los desiertos del olvido y del error. Ese buscador debe en todo momento poner su confianza en Dios, debe renunciar a las gentes de la tierra, desprenderse del mundo del polvo y aferrarse a Aquel Que es el Señor de los señores. No debe nunca tratar de enaltecerse por encima de nadie, debe borrar de la tabla de su corazón toda huella de orgullo y vanagloria, debe asirse a la paciencia y resignación, guardar silencio y abstenerse de la conversación ociosa. Pues la lengua es fuego latente, y el exceso de palabras un veneno mortal. El fuego material consume el cuerpo, mientras que el fuego de la lengua devora tanto el corazón como el alma. La fuerza de aquél dura sólo un tiempo, en tanto que los efectos de éste persisten un siglo.

Ese buscador también debiera considerar la murmuración como grave error y mantenerse alejado de su dominio, por cuanto la murmuración apaga la luz del corazón y extingue la vida del alma. Debiera conformarse con poco y liberarse de todo deseo desmesurado. Debiera apreciar la compañía de quienes han renunciado al mundo y considerar que rehuir a la gente jactanciosa y mundana es un gran beneficio. Al amanecer de cada día debiera comulgar con Dios y perseverar con toda su alma en la búsqueda de su Amado. Debiera consumir todo pensamiento descarriado con la llama de Su amorosa mención y, con la rapidez del relámpago, pasar por encima de todo lo que no sea Él. Debiera socorrer al desposeído y nunca rehusar su favor al menesteroso. Debiera ser bondadoso con los animales, y más aún con su semejante, que está dotado del poder del habla. No debiera vacilar en sacrificar su vida por su Amado, ni permitir que la desaprobación de los hombres le aparte de la Verdad. No debiera desear a otros lo que no desea para sí mismo, ni prometer lo que no ha de cumplir. Con todo su corazón debiera el buscador evitar la compañía de malhechores y orar por la remisión de sus pecados. Debiera perdonar al pecaminoso y jamás despreciar su baja condición, pues nadie sabe cuál será su propio fin. ¡Cuántas veces un pecador, en la hora de su muerte, ha llegado a la esencia de la fe y, tomando la bebida inmortal, ha alzado el vuelo hacia el Concurso celestial! ¡Y cuántas veces un creyente piadoso ha cambiado tanto en el momento de la ascensión de su alma, que ha caído en el fuego infernal! Es Nuestro propósito, al revelar estas convincentes e importantes palabras, inculcar en el buscador que debe considerar todo, excepto a Dios, como transitorio, y debe valorar todo lo que no sea Él, Quien es el Objeto de toda adoración, como la nada absoluta.

Éstos son algunos de los atributos de los exaltados, y constituyen el sello distintivo de quienes están dotados de espiritualidad. Ya se los ha mencionado a propósito de los requisitos para los caminantes que hollan el Sendero del Conocimiento Positivo. Cuando el caminante desprendido y buscador sincero ha cumplido con estas condiciones esenciales, entonces, y sólo entonces, puede llamársele buscador verdadero. Cuando quiera que haya cumplido las condiciones implícitas en el versículo "Quien se esfuerce por Nosotros",79 disfrutará de las bendiciones conferidas por las palabras "De seguro le guiaremos por Nuestros caminos".80

Sólo cuando la lámpara de la búsqueda, del esfuerzo ardiente, del deseo anhelante, de la devoción apasionada, del amor fervoroso, del arrobamiento y del éxtasis se haya encendido en el corazón del buscador y sople en su alma la brisa de Su amorosa bondad, será disipada la oscuridad del error, será dispersada la bruma de las dudas y los recelos y su ser será envuelto por la luz del conocimiento y de la certeza. En ese momento, el Heraldo Místico, portador de las felices nuevas del Espíritu, aparecerá resplandeciente como la mañana desde la Ciudad de Dios y, mediante el son de la trompeta del conocimiento, despertará del sopor de la negligencia al corazón, al alma y al espíritu. Entonces los múltiples favores y la efusión de gracia del santo y eterno Espíritu conferirán al buscador una nueva vida tal, que se hallará dotado de vista nueva, oído nuevo, corazón nuevo y mente nueva. Contemplará las manifiestas señales del universo y penetrará los misterios ocultos del alma. Mirando con el ojo de Dios, percibirá dentro de cada átomo una puerta que le conducirá a las posiciones de la certeza absoluta. En todas las cosas descubrirá los misterios de la Revelación divina y las pruebas de una manifestación perdurable.

Juro por Dios que si aquel que holla el sendero de la guía y busca escalar alturas de la rectitud llegara a esta gloriosa y suprema posición, aspiraría la fragancia de Dios a una distancia de mil leguas y percibiría la resplandeciente mañana de una Guía divina apareciendo en el amanecer de todas las cosas. Cada cosa, por pequeña que fuera, sería para él una revelación que le llevaría donde su Amado, el Objeto de su búsqueda. Sería tan grande el discernimiento de ese buscador, que distinguiría entre verdad y falsedad como distingue el sol de la sombra. Si se esparcieran en los rincones más remotos del Oriente los fragantes perfumes de Dios, él de seguro los reconocería y aspiraría su fragancia aunque habitara en los últimos confines del Occidente. Asimismo distinguiría todos los signos de Dios -Sus maravillosas palabras, Sus grandes obras y poderosos hechos- de las obras, las palabras y los hábitos de los hombres, al igual que el joyero separa la joya de la piedra, o el hombre que distingue la primavera del otoño y el calor del frío. Cuando el canal del alma humana se haya limpiado de todo apego impeditivo y mundano, percibirá indefectiblemente, a través de distancias inmensurables, el hálito del Amado y, guiado por su perfume, llegará a la Ciudad de la Certeza y entrará en ella. Allí descubrirá las maravillas de Su antigua sabiduría y percibirá todas las enseñanzas ocultas en el susurro de las hojas del Árbol que florece en esa Ciudad. Escuchará, con su oído externo e interno, los himnos de alabanza y gloria que de su polvo ascienden hacia el Señor de los señores, y descubrirá con su vista interior los misterios de la "vuelta" y el "renacimiento". ¡Cuán inefablemente gloriosos son los signos, las señales, las revelaciones y los esplendores que ha destinado para esa ciudad Aquel Que es el Rey de los nombres y atributos! La llegada a esa Ciudad apaga la sed sin agua y enciende el amor de Dios sin fuego. Dentro de cada tallo de hierba se atesoran los misterios de una sabiduría inescrutable y, en cada rosal, una miríada de ruiseñores gorjean sus melodías con venturoso encantamiento. Sus maravillosos tulipanes revelan el misterio de la Zarza ardiente y sus aromas fragantes de santidad exhalan el perfume del Espíritu mesiánico. Otorga riquezas sin oro y confiere inmortalidad sin muerte. En cada hoja se atesoran inefables delicias, y en cada aposento yacen ocultos innumerables misterios.

Aquellos que valientemente se afanan en la búsqueda de la voluntad de Dios, una vez que hayan renunciado a todo salvo a Él, estarán de tal manera ligados y aferrados a esa Ciudad que una momentánea separación de ella les será inconcebible. Escucharán pruebas infalibles del Jacinto de esa asamblea, y percibirán los más seguros testimonios en la belleza de su Rosa y la melodía de su Ruiseñor. Una vez alrededor de cada mil años será esta Ciudad renovada y adornada nuevamente.

Por tanto, oh mi amigo, nos incumbe hacer el máximo esfuerzo por alcanzar esa Ciudad y desgarrar, por la gracia de Dios y Su amorosa bondad, los "velos de la gloria", para que, con resolución inflexible, sacrifiquemos en el camino del Nuevo Amado nuestras almas languidecidas. Deberíamos, con lágrimas en los ojos, implorarle ferviente y repetidamente que bondadosamente nos concediese semejante gracia. Aquella Ciudad no es otra que la Palabra de Dios, revelada en cada época y dispensación. En los días de Moisés fue el Pentateuco; en los días de Jesús, el Evangelio; en los días de Muhammad, el Mensajero de Dios, el Qur'án; en este día es el Bayán; y en la dispensación de Aquel a Quien Dios ha de manifestar Su propio Libro, Libro al que necesariamente han de referirse todos los Libros de Dispensaciones anteriores, Libro que entre todos sobresale, trascendente y supremo. En estas Ciudades se ha provisto sustento espiritual abundante y han sido dispuestos deleites incorruptibles. El alimento que dispensan es el pan del cielo, y el Espíritu que comunican es la inagotable bendición de Dios. Confieren a las almas desprendidas el don de la Unidad, enriquecen a los desamparados y brindan el cáliz del conocimiento a quienes vagan por el desierto de la ignorancia. Toda la guía, las bendiciones, el conocimiento, comprensión, fe y certeza conferidas a cuanto hay en el cielo y la tierra están ocultas y se atesoran en esas Ciudades.

Por ejemplo, el Qur'án fue para el pueblo de Muham-mad una fortaleza inexpugnable. En Sus días, quienquiera que en ella entraba, estaba protegido de los diabólicos ataques, los amenazadores dardos, las dudas que devoran el alma, y las blasfemantes insinuaciones del enemigo. Le era conferida también una parte de los buenos y perdurables frutos, que son los frutos de la sabiduría que da el Árbol divino. Se le permitía beber de las incorruptibles aguas del río del conocimiento y probar el vino de los misterios de la Unidad divina.

Todo lo que necesitaba aquel pueblo con respecto a la Revelación de Muhammad y Sus leyes se hallaba revelado y manifiesto en ese Ri¤ván de gloria resplandeciente. Ese Libro constituye un testimonio perdurable para su pueblo después de Muhammad, por cuanto sus decretos son indiscutibles y su promesa indefectible. A todos les fue ordenado seguir los preceptos de ese Libro hasta "el año sesenta",81 año del advenimiento de la maravillosa Manifestación de Dios. Ése es el Libro que indefectiblemente guía al buscador hacia el Ri¤ván de la Presencia divina, y hace que quien ha dejado su país y holla el sendero del buscador, entre en el Tabernáculo de reunión sempiterna. Su guía no puede errar jamás; su testimonio no puede superarlo ningún otro testimonio. Todas las demás tradiciones, todos los demás libros y relaciones están privados de tal distinción, por cuanto sólo el texto de ese libro confirma y prueba las tradiciones y a quienes las han dicho. Además, las propias tradiciones difieren enormemente y son muchas sus vaguedades.

Muhammad mismo, al acercarse el término de Su misión, dijo estas palabras: "En verdad, os dejo Mis importantes testimonios gemelos: el Libro de Dios y Mi Familia". Aunque habían sido reveladas tradiciones por esa Fuente de la Profecía y Mina de la Guía Divina, Él solo mencionó ese Libro, designándolo así como el más poderoso instrumento y más seguro testimonio para los buscadores; una guía para los hombres hasta el Día de la Resurrección.

Con mirada firme, con el corazón puro y el espíritu santificado, examina atentamente lo que Dios ha establecido en Su Libro como el testimonio de guía para Su pueblo, Libro reconocido como auténtico por elevados y humildes. Ambos debemos adherirnos a este testimonio, al igual que todos los pueblos del mundo, para que con su luz podamos reconocer y distinguir entre verdad y falsedad, guía y error. Ya que Muhammad ha limitado Sus testimonios a Su Libro y Su familia, y puesto que ésta ha desaparecido, sólo queda Su Libro como único testimonio Suyo entre los hombres.

Al comienzo de Su Libro dice: "Alif, Lám, Mím. No hay duda acerca de este Libro; es una guía para los que son temerosos de Dios".82 En las letras inconexas del Qur'án están guardados los misterios de la Esencia divina, y en sus conchas se atesoran las perlas de Su Unidad. Por falta de espacio no Nos extenderemos sobre ellas en este momento. Exteriormente designan al propio Muhammad, a Quien Dios se dirige, diciendo: "Oh Muhammad, no hay duda ni incertidumbre acerca de este Libro que ha sido enviado desde el cielo de la Unidad divina. Hay en él guía para quienes temen a Dios". Considera que Él ha designado y decretado ese mismo Libro, el Qur'án, como guía para todos los que están en el cielo y en la tierra. Aquel Que es el Ser divino y Esencia oculta, atestigua Él mismo que ese Libro es, más allá de toda duda e incertidumbre, la guía de toda la humanidad hasta el Día de la Resurrección. Ahora preguntamos: ¿Es justo que este pueblo mire con dudas y recelos a éste el más decisivo Testimonio, cuyo origen divino ha proclamado Dios, declarándolo la personificación de la verdad? ¿Es justo que se aparten de lo que Él ha designado como el supremo Instrumento de guía para llegar a las más altas cimas del conocimiento, buscando otra cosa que no sea ese Libro? ¿Cómo pueden dejar que las absurdas y torpes palabras de los hombres siembren en sus mentes las semillas de la desconfianza? ¿Cómo pueden seguir vanamente discutiendo que cierta persona ha dicho tal o cual cosa, o que cierta cosa no se produjo? Si hubiera habido algo inconcebible, además del Libro de Dios, que fuese un instrumento más poderoso y una guía más segura para la humanidad, ¿no la habría revelado Él en ese versículo?

Nos incumbe no desviarnos del irresistible mandato y fijo decreto de Dios, como está revelado en el versículo mencionado anteriormente. Debiéramos reconocer las sagradas y maravillosas Escrituras, pues al no hacerlo no reconoceríamos la verdad de ese versículo bendito. Ya que, evidentemente, todo aquel que no ha reconocido la verdad del Qur'án, en realidad ha dejado de reconocer la verdad de las Escrituras que le preceden. Esto es lo que implica manifiestamente este versículo. ¡Si expusiésemos sus significados anteriores y revelásemos sus misterios ocultos, la eternidad no bastaría para agotar su alcance, ni sería el universo capaz de escucharlos! ¡Dios, ciertamente, atestigua la verdad de Nuestras palabras!

Dice, asimismo, en otro pasaje: "Y si estáis en duda de lo que enviamos a Nuestro Siervo, traed un Súrih como éste, e invocad a vuestros testigos, aparte de Dios, si sois veraces".83 Mira cuán elevada es la posición y cuán completa la virtud de estos versículos, que Él ha declarado como Su testimonio más seguro, Su prueba infalible, la demostración de Su poder que todo lo domina, y la revelación de la potencia de Su voluntad. Él, el Rey divino, ha proclamado la supremacía indiscutible de los versículos de Su Libro por encima de todas las cosas que dan testimonio de Su verdad. Pues, en comparación con todas las demás pruebas y señales, los versículos divinamente revelados brillan como el sol, en tanto que ésas son como estrellas. Para los pueblos del mundo estos versículos son el testimonio perdurable, la prueba incontrovertible, la brillante luz del Rey ideal. Es sin igual su excelencia y nada puede aventajar su virtud. Son el tesoro de las perlas divinas y el depósito de los divinos misterios. Constituyen el Vínculo indisoluble, la firme Cuerda, el 'Urvatu'l-Vuthqá, la Luz inextinguible. A través de ellos corre el río del conocimiento divino y arde el fuego de Su antigua y consumada sabiduría. Éste es el fuego que, a un mismo tiempo, enciende la llama del amor en el pecho de los fieles y provoca en el corazón del enemigo el frío de la negligencia.

¡Oh amigo! Nos incumbe no dejar de lado el mandato de Dios, sino más bien conformarnos y someternos a lo que Él ha ordenado como Su Testimonio divino. Este versículo es una declaración demasiado importante y llena de significado como para que esta alma afligida pueda demostrarla y explicarla. Dios dice la verdad y guía por el camino. Él, en verdad, es supremo sobre todo Su pueblo; Él es el Poderoso, el Benéfico.

Asimismo dice: "Éstos son los versículos de Dios que Te recitamos con la verdad. Pero ¿en qué revelación creerán, si rechazan a Dios y Sus versículos?"84 Si comprendieras el sentido de este versículo, reconocerías la verdad de que jamás se ha revelado manifestación más grande que los Profetas de Dios y que ningún testimonio más poderoso que el testimonio de sus versículos ha aparecido en la Tierra. Es más, este testimonio no es superado por ningún otro testimonio, excepto lo que sea voluntad del Señor, tu Dios.

En otro pasaje dice: "¡Ay de todo mentiroso pecador que escucha los versículos de Dios que le recitan y luego persiste ensoberbecido como si no los hubiese escuchado! Adviértele, pues, de un castigo doloroso".85 Los alcances de este solo versículo bastarían a todos los que están en el cielo y en la tierra, si meditasen los hombres los versículos de su Señor. Por cuanto puedes oír en este día que la gente pasa por alto desdeñosamente los versículos divinamente revelados, como si fueran la más despreciable de todas las cosas. Y, sin embargo, ¡nunca ha aparecido, ni se manifestará jamás en el mundo, algo más grande que estos versículos! Diles: "¡Oh desatentos! Repetís lo que en una época pasada dijeron vuestros padres. Los mismos frutos que ellos cosecharon en el árbol de su incredulidad, los cosecharéis vosotros también. Dentro de poco seréis emplazados junto a vuestros padres y con ellos habitaréis en el fuego infernal. ¡Pésima morada la del pueblo de la tiranía!"

Y en otro pasaje dice: "Y cuando conoce alguno de Nuestros versículos, se mofa de él. ¡Hay para ellos un castigo afrentoso!"86 La gente, burlándose, decía: "¡Haz otro milagro y danos otra prueba!" Decía alguno: "Haz, pues, caer sobre nosotros un pedazo del cielo";87 y otro: "Si ésta es la verdad que viene de ti, haz llover sobre nosotros piedras del cielo".88 Así como el pueblo de Israel en el tiempo de Moisés trocó el pan del cielo por las inmundicias de la tierra, estos hombres, igualmente, han tratado de cambiar los versículos divinamente revelados por sus deseos ociosos, impuros y despreciables. Del mismo modo puedes ver que, en este día, a pesar de que ha descendido el sustento espiritual del cielo de la misericordia divina vertiéndose de las nubes de Su amorosa bondad, y que, por mandato del Señor de toda la existencia, se agitan los mares de la vida en el Ri¤ván del corazón, no obstante, estos hombres, voraces como canes, se han apiñado en torno a la carroña, y se han conformado con las aguas estancadas de un lago salobre. ¡Alabado sea Dios! ¡Qué manera más extraña la de esa gente! Claman por guía, cuando se han enarbolado ya los estandartes de Aquel Que guía todas las cosas. Se aferran a las oscuras complejidades del conocimiento, en tanto que Él, Quien es el objeto de todo conocimiento, brilla como el sol. Ven el sol con sus propios ojos, y sin embargo ponen en duda que ese Astro resplandeciente sea la prueba de su luz. Ven caer sobre ellos las lluvias primaverales, y sin embargo piden demostración de tal generosidad. La prueba del sol es su luz, que brilla envolviéndolo todo. La demostración de la lluvia es su generosidad, que renueva al mundo y lo reviste con el manto de la vida. Ciertamente, el ciego no puede percibir del sol otra cosa que su calor, y la tierra árida no recibe parte de las lluvias de la misericordia. "No os maravilléis si el descreído no percibe en el Qur'án más que el trazo de las letras, pues en el sol el ciego no encuentra más que el calor".

En otro pasaje dice: "Y cuando se les recitan Nuestros claros versículos, su único argumento es decir: '¡Traednos a nuestros padres, si decís la verdad!'"89 ¡Mira qué absurdas pruebas piden a estas Personificaciones de una misericordia que todo lo abarca! Se burlaban de esos versículos, de los cuales una sola letra es mayor que la creación de los cielos y la tierra, y que vivifican a los muertos del valle del egoísmo y el deseo con el espíritu de la fe; y clamaban diciendo: "Haz salir a nuestros padres de los sepulcros." Tal era la contumacia y soberbia de ese pueblo. Cada uno de estos versículos es, para todos los pueblos del mundo, testimonio infalible y gloriosa prueba de Su verdad. Cada uno de ellos por sí solo basta para toda la humanidad, ¡si meditases sobre los versículos de Dios! En el mismo versículo antes mencionado yacen ocultas perlas de misterios. Cualquiera que sea la dolencia, el cauterio que ofrece no puede fallar.

No hagas caso de la vana aseveración de quienes afirman que el Libro y sus versículos nunca podrán ser testimonio para la gente común, ya que ésta no entiende su significado ni puede apreciar su valor. Pues, con todo, el testimonio infalible de Dios para el Oriente y el Occidente no es otro que el Qur'án. Si estuviera más allá de la comprensión de la gente, ¿cómo podría habérsele declarado testimonio universal para todos los hombres? Si su aseveración fuese cierta, a nadie se le pediría conocer a Dios, ni sería necesario que lo hiciese, por cuanto el conocimiento del Ser divino trasciende el conocimiento de Su Libro, y la gente común no tendría capacidad para comprenderlo.

Semejante aseveración es del todo falaz e inadmisible. Está animada solamente por la arrogancia y la soberbia. Su motivo es desviar a la gente del Ri¤ván de la complacencia divina y estrechar las riendas de la autoridad sobre el pueblo. Y, sin embargo, a la vista de Dios, esa gente común es infinitamente superior y exaltada por encima de sus guías religiosos que se han apartado del Dios único y verdadero. La comprensión de Sus palabras y la percepción de la melodía de las Aves del Cielo de ningún modo dependen de la erudición humana. Dependen solamente de la pureza del corazón, castidad del alma y libertad de espíritu. Esto lo prueban quienes hoy día, sin conocer una letra de las normas establecidas del saber, ocupan las sedes más eminentes del conocimiento, y el jardín de sus corazones se adorna, mediante las lluvias de la gracia divina, con las rosas de la sabiduría y los tulipanes del entendimiento. ¡Bienaventurados los sinceros de corazón por su participación de la luz de un Día poderoso!

Asimismo dice: "En cuanto a quienes no creen en los versículos de Dios ni que alguna vez Le encontrarán, ésos perderán toda esperanza de Mi misericordia, y a ésos les espera un castigo doloroso".90 Y también: "Y dicen: '¿He-mos de abandonar nuestros dioses por un poeta demenciado?'"91 Lo que implica este versículo es claro. Mira lo que dijeron luego que fueron revelados los versículos. Le llamaron poeta, se burlaron de los versículos de Dios y exclamaron, diciendo: "Estas palabras suyas no son sino cuentos de los antiguos". Con esto querían decir que las palabras dichas por los pueblos de antaño, Muhammad las había recopilado llamándolas la Palabra de Dios.

Asimismo, en este día, has escuchado a la gente formular cargos parecidos a esta Revelación, diciendo: "Ha recopilado estas palabras entre las palabras de antaño"; o bien: "estas palabras son ilegítimas". ¡Vanas y altaneras son sus palabras, y bajo su estado y posición!

Después de las recusaciones y denuncias que pronunciaron, y a las que Nos hemos referido, protestaron diciendo: "De acuerdo con nuestras Escrituras, ningún Profeta independiente debe aparecer después de Moisés y Cristo para abolir la Ley de la Revelación divina. Más aún, aquel que se ha de manifestar debe necesariamente cumplir la Ley". En seguida fue revelado este versículo, que da a conocer todos los temas divinos y atestigua la verdad de que la gracia del Todomisericordioso nunca dejará de verterse: "Y vino a vosotros en otro tiempo José, con claras pruebas; y no dejasteis de dudar del mensaje con que vino a vosotros, hasta que, cuando murió, dijisteis: 'De ningún modo hará Dios aparecer a un Mensajero después de Él'. Así extravía Dios a quien es transgresor y duda".92 Por tanto, procura entender por este versículo y saber con certeza que los hombres de cada época, aferrándose a un versículo del Libro, han pronunciado tan vanas y absurdas palabras, afirmando que nunca más se manifestaría en el mundo otro Profeta. Así, los sacerdotes cristianos, afirmándose en el versículo del Evangelio a que ya Nos hemos referido, han tratado de explicar que la ley del Evangelio nunca será abrogada, y que no se manifestará ningún otro Profeta independiente, a menos que confirme la ley del Evangelio. La mayoría de los hombres han sido afectados por esta enfermedad espiritual.

Así ves que el pueblo del Qur'án, al igual que las gentes de antaño, ha permitido que las palabras "Sello de los Profetas" velen su vista. Y, sin embargo, ellos mismos atestiguan este versículo: "Nadie sabe su interpretación sino Dios y quienes son versados en el saber".93 Y cuando Aquel Que es versado en todo el saber, Quien es su Madre, su Alma, su Secreto y su Esencia, revela lo que es contrario en el menor grado a sus deseos, se Le oponen tenazmente y descaradamente Le niegan. Esto ya lo has escuchado y lo has visto. Semejantes actos y palabras han sido instigados únicamente por los jefes religiosos, quienes no adoran a ningún Dios sino a su deseo y no guardan lealtad más que al oro, quienes han sido envueltos por los densos velos del conocimiento y, enredados en sus complejidades, se han perdido en los desiertos del error. Así lo ha declarado explícitamente el Señor de todos los seres: "¿Qué crees? Aquel que de sus pasiones ha hecho un Dios, y a quien Dios hace errar por el conocimiento, y cuyos oídos y corazón Él selló, y sobre cuya vista puso Él su velo, ¿quién le guiará, después que Dios le ha rechazado? ¿Es que no haréis caso de la advertencia?"94

Aunque el significado aparente de "A quien Dios hace errar por el conocimiento" es lo que se ha revelado, para Nosotros indica aquellos sacerdotes de la época que se han apartado de la Belleza de Dios y que, aferrándose a su erudición, forjada por sus propias fantasías y deseos, han denunciado el divino Mensaje de Dios y Su Revelación. "Di: ¡Es un Mensaje importante, del cual os apartáis!"95 Asimismo, dice: "Y cuando se les recitan Nuestros claros versículos, dicen: 'Éste no es sino un hombre que quiere desviaros de lo que vuestros padres adoraron'. Y dicen: 'Esto no es sino mentira inventada'".96

Presta oído a la santa Voz de Dios y escucha Su dulce e inmortal melodía. Mira cómo Él ha amonestado solemnemente a quienes han desechado los versículos de Dios, y ha desconocido a aquellos que niegan Sus santas palabras. Considera cuánto se ha alejado la gente del Kawthar de la Presencia divina, y cuán grave ha sido el descreimiento y la arrogancia de los espiritualmente pobres ante aquella santificada Belleza. Aunque esa Esencia de amorosa bondad y munificencia hizo entrar a esos seres efímeros en el reino de la inmortalidad, y guió a esas pobres almas hacia el sagrado río de la riqueza, con todo algunos Le denunciaron como "uno que calumnia a Dios, el Señor de todas las criaturas", otros Le acusaron de ser "aquel que aparta a los hombres del sendero de la fe y verdadera creencia", incluso otros Le declararon "un lunático" y cosas parecidas.

Asimismo, en este día puedes observar qué vilezas han imputado a esa Joya de inmortalidad, y qué transgresiones indecibles han acumulado sobre Aquel Que es la Fuente de la pureza. Aunque Dios en todo Su Libro ha amonestado a quienes niegan y rechazan los versículos revelados y ha anunciado su gracia para quienes los aceptan, ¡he aquí los innumerables reparos que han puesto a los versículos que les han sido enviados desde el nuevo cielo de la eterna santidad de Dios! Y esto a pesar de que ningún ojo ha visto tan gran efusión de generosidad, ni oído alguno ha escuchado sobre semejante revelación de amorosa bondad. Tal generosidad y revelación se manifestaron, que los versículos revelados parecían lluvias primaverales vertiéndose de las nubes de la misericordia del Todomunífico. Cada uno de los Profetas "dotados de constancia", cuya majestad y gloria brillan como el sol, fueron honrados con un Libro que todos han visto y cuyos versículos han sido debidamente fijados. En tanto que los versículos que se han vertido de esta Nube de misericordia divina son tan abundantes que hasta ahora nadie ha podido estimar su número. Hay ahora disponibles una veintena de volúmenes. ¡Cuán-tos están aún fuera de nuestro alcance! ¡Cuántos han sido robados y han caído en las manos del enemigo, sin que nadie sepa la suerte que han corrido!

Oh hermano: debiéramos abrir nuestros ojos, meditar Su Palabra y buscar la sombra protectora de las Manifestaciones de Dios, para que quizás seamos prevenidos por los consejos inequívocos del Libro, y pongamos atención a las advertencias escritas en las Tablas sagradas, para que no pongamos reparos al Revelador de los versículos, para que nos sometamos totalmente a Su Causa y abracemos Su ley de todo corazón, para que quizás entremos en la corte de Su misericordia y habitemos en la ribera de Su gracia. Él, en verdad, es misericordioso y perdonador para con Sus siervos.

Y, asimismo, dice: "¡Oh pueblo del Libro! ¿Acaso no nos repudiáis sólo porque creemos en Dios y en lo que Él nos ha enviado, y en lo que Él envió en otro tiempo, y porque los más de vosotros sois malhechores?"97 ¡Qué explícitamente revela Nuestro propósito este versículo, y qué claro demuestra la verdad del testimonio de los versículos de Dios! Este versículo fue revelado en un tiempo en que el Islám era asediado por los infieles y sus seguidores acusados de herejes, cuando los Compañeros de Muhammad eran denunciados como repudiadores de Dios y seguidores de un brujo mentiroso. En sus primeros tiempos, cuando el Islám aún estaba aparentemente desprovisto de autoridad y poder, los amigos del Profeta, quienes habían vuelto el rostro hacia Dios, dondequiera que fuesen eran acosados, perseguidos, apedreados y envilecidos. En semejantes mo-mentos fue enviado este versículo desde el cielo de la Revelación divina. Reveló una prueba irrefutable y trajo la luz de una guía infalible. Mandó a los compañeros de Muhammad declarar a los infieles e idólatras: "Nos agobiáis persiguiéndonos; y, sin embargo, ¿qué hemos hecho salvo creer en Dios y en los versículos que se nos han enviado a través de la lengua de Muhammad, y en los que descendieron a los Profetas de antaño?" Esto quiere decir que su única culpa era haber admitido que los nuevos y maravillosos versículos de Dios que habían descendido a Muhammad, así como los que habían sido revelados a los Profetas de antaño, eran todos de Dios, y haber reconocido y abrazado su verdad. Éste es el testimonio que el divino Rey ha enseñado a Sus siervos.

En vista de esto, ¿es justo que esos hombres rechacen estos versículos recientemente revelados que han abarcado a Oriente y Occidente, y se consideren los defensores de la verdadera fe? ¿No deberían más bien creer en Aquel Que ha revelado estos versículos? En razón del testimonio que Él mismo ha demostrado, ¿cómo no habría considerado verdaderos creyentes a quienes han atestiguado su verdad? ¡No permita Dios alejar de las puertas de Su misericordia a quienes se han vuelto hacia los versículos divinos y aceptado su verdad, ni amenazar a quienes se han adherido a Su seguro testimonio! Él, en verdad, demuestra la verdad mediante Sus versículos, y confirma Su Revelación por Sus palabras. Él es, en verdad, el Fuerte, el Que ayuda en el peligro, el Todopoderoso.

Y, asimismo, dice: "Y si Te hubiésemos enviado un Libro escrito en pergamino, y lo hubiesen tocado con sus manos, seguramente habrían dicho los infieles: 'Esto no es más que brujería palpable'".98 La mayoría de los versículos del Qur'án señalan este tema. En aras de la brevedad hemos mencionado sólo estos versículos. Ahora bien, considera: en todo el Libro, fuera de los versículos, ¿se ha establecido algún otro criterio para reconocer a las Manifestaciones de Su Belleza, de modo que los hombres se adhieran a ella, rechazando a las Manifestaciones de Dios? Al contrario, en todos los casos Él ha amenazado con el fuego a quienes rechazan los versículos burlándose de ellos, como ya se ha demostrado.

Por tanto, si apareciese una persona aduciendo una miríada de versículos, disertaciones, epístolas y oraciones sin que las hubiese aprendido estudiando, ¿qué razonable excusa podrían aducir quienes los rechazan, privándose de la potencia de su gracia? ¿Qué respuesta podrán dar cuando sus almas hayan ascendido, abandonando su sombrío templo? ¿Podrían tratar de justificarse diciendo: "Nos hemos aferrado a cierta tradición y, al no ver su cumplimiento literal, hemos puesto semejantes reparos a las Personificaciones de la Revelación divina, apartándonos de la ley de Dios"? ¿No has oído que entre las razones por las que a algunos Profetas se les ha designado Profetas "dotados de constancia" está la revelación de un Libro a ellos? Y, sin embargo, ¿podría esta gente tener motivo para rechazar al Revelador y Autor de tantos volúmenes de versículos, ateniéndose a las palabras de quien neciamente ha sembrado las semillas de la duda en el corazón de los hombres, y quien, a modo de Satanás, se ha levantado para llevar al pueblo hacia los caminos de la perdición y el error? ¿Cómo pudieron permitir que cosas semejantes les privasen de la luz del Sol de la munificencia divina? Además de esto, si esta gente evita y rechaza a semejante Alma divina y santo Hálito, ¿a quién, Nos preguntamos, podrían aferrarse; hacia qué faz podrían volverse, salvo Su faz? Ciertamente: "Todos tienen un punto en los Cielos hacia donde se vuelven".99 Te hemos mostrado estos dos caminos; toma el camino que desees. Esto es, ciertamente, la verdad, y tras la verdad no queda nada sino el error.

Entre las pruebas que demuestran la verdad de esta Revelación está que, en toda época y Dispensación, cuando quiera que se revelara la Esencia invisible en la persona de Su Manifestación, ciertas almas humildes y liberadas de todo apego mundano buscarían iluminación en el Sol de la Profecía y en la Luna de la guía divina, llegando a la Presencia divina. Por esta razón, los sacerdotes de la época y quienes poseían riquezas se burlaron desdeñosamente de esos hombres. Así Él ha revelado refiriéndose a los errados: "Entonces dijeron los jefes de Su pueblo que no creyeron: 'En Ti no vemos más que a un hombre como nosotros; y no vemos que Te hayan seguido sino aquellos que son los más viles de nosotros, los faltos de reflexión, ni os vemos con excelencia alguna sobre nosotros; es más, os consideramos embusteros'".100 Pusieron reparos a esas santas Manifestaciones y protestaron diciendo: "Nadie os ha seguido excepto los despreciables entre nosotros, aquellos que no merecen atención". Su objetivo era demostrar que nadie entre los eruditos, los ricos y los renombrados creía en ellos. Mediante ésta y semejantes pruebas pretendían demostrar la falsedad de Aquel que no dice sino la verdad.

Sin embargo, en esta muy resplandeciente Dispensación y poderosísima Soberanía, un número de sacerdotes iluminados, de hombres de erudición consumada, de doctores de sabiduría madura, llegaron a Su Corte, bebieron el cáliz de Su divina Presencia y fueron investidos con el honor de Su muy excelente favor. Renunciaron, por el amor del Bienamado, al mundo y a todo lo que hay en él. Mencionaremos los nombres de algunos de ellos, para que quizás esto fortifique a los pusilánimes e infunda valor a los tímidos.

Entre ellos estaba Mullá Husayn, quien llegó a ser el recipiente de la refulgente gloria del Sol de la Revelación divina. A no ser por él, Dios no se hubiera establecido en la sede de su misericordia, ni habría ascendido al trono de gloria eterna. Entre ellos también estaba Siyyid Yahyá, esa figura única e incomparable en su época;
    Mullá Muhammad 'Alíy-i-Zanjání
    Mullá 'Alíy-i-Bastámí
    Mullá Sa'íd-i-Bárfirúshí
    Mullá Ni'matu'lláh-i-Mázindarání
    Mullá Yúsuf-i-Ardibílí
    Mullá Mihdíy-i-Khú'í
    Siyyid Husayn-i-Turshízí
    Mullá Mihdíy-i-Kandí
    Mullá Báqir
    Mullá 'Abdu'l-Kháliq-i-Yazdí
    Mullá 'Alíy-i-Baraqání
y otros, cerca de cuatrocientos en total, cuyos nombres están todos inscritos en la "Tabla Guardada" de Dios.

Todos ellos fueron guiados por la luz de ese Sol de la Revelación divina, confesaron y reconocieron Su verdad. Tal era su fe, que la mayoría de ellos renunciaron a sus bienes y familia, aferrándose a la complacencia del Todoglorioso. Dieron la vida por su Bienamado y lo entregaron todo en Su sendero. Sus pechos fueron el blanco de los dardos del enemigo, y sus cabezas adornaron las lanzas de los infieles. No quedó tierra que no bebiese la sangre de esas personificaciones del desprendimiento, ni espada que no hiriese su cuello. Sus actos, por sí solos, atestiguan la verdad de sus palabras. ¿No les basta a los hombres de este día el testimonio de estas almas santas que se levantaron para ofrendar sus vidas a su Amado tan gloriosamente, que todo el mundo quedó maravillado ante su sacrificio? ¿No es testimonio suficiente contra la infidelidad de quienes, por una baratija, traicionaron su fe, y trocaron la inmortalidad por aquello que perece, quienes cedieron el Kawthar de la Presencia divina a cambio de fuentes salobres, y cuyo único objetivo en la vida es usurpar la propiedad ajena? Así ves cómo todos ellos se han ocupado con las vanidades del mundo, apartándose de Aquel Que es el Señor, el Altísimo.

Ahora sé justo: ¿Es aceptable y digno de atención el testimonio de aquellos cuyas obras concuerdan con sus palabras, cuyo comportamiento exterior se ajusta a su vida interior? La mente se desconcierta al ver sus obras, y el alma se maravilla ante su valor y resistencia física. O ¿es aceptable el testimonio de estas almas sin fe, que no exhalan sino el aliento de sus deseos egoístas, presos en la jaula de sus vanas fantasías? Al igual que los murciélagos de las tinieblas, no levantan la cabeza de su lecho salvo para ocuparse de las cosas pasajeras del mundo, y no encuentran descanso de noche si no es empeñándose en promover los fines de su sórdida vida. Absortos en sus planes egoístas, se olvidan del Decreto divino. De día se afanan con toda su alma por conseguir beneficios mundanos, y de noche su única ocupación es satisfacer sus deseos carnales. ¿Con qué ley o norma podrían justificarse los hombres al adherirse a las recusaciones de almas tan limitadas y desconocer la fe de quienes, por la complacencia de Dios, han renunciado a su vida y sus bienes, su fama y su renombre, su reputación y honor?

¿No fueron considerados los sucesos de la vida del "Príncipe de los Mártires"101 como los más grandes de todos los acontecimientos, como la prueba suprema de su verdad? ¿No declaró el pueblo de antaño que esos sucesos no tenían precedente? ¿No afirmaron ellos que ninguna manifestación de la verdad había jamás demostrado tal constancia ni gloria tan evidente? Y, sin embargo, ese episodio de su vida, como se sabe, comenzó en la mañana y tuvo su fin hacia la mitad del mismo día, mientras que estas luces santas han soportado heroicamente durante dieciocho años las aflicciones que, como aguaceros, les han llovido desde todos los lados. ¡Con qué amor, devoción, alborozo y santo arrobamiento sacrificaron sus vidas en el sendero del Todoglorioso! Todos dan testimonio de esta verdad. Y, sin embargo, ¿cómo pueden despreciar esta Revelación? ¿Ha presenciado época alguna acontecimientos tan trascendentales? Si estos compañeros no fuesen los que verdaderamente se afanan por llegar a Dios, ¿a quiénes podría tenerse por tales? ¿Han sido estos compañeros buscadores de poder o de gloria? ¿Han anhelado poseer riquezas? ¿Han abrigado deseo alguno que no sea la complacencia de Dios? Si estos compañeros, con todos sus maravillosos testimonios y prodigiosas obras, fuesen falsos, ¿quién, entonces, podría dignamente pretender que tiene la verdad? Juro por Dios que sus propios actos son testimonio suficiente y prueba irrefutable para todos los pueblos de la Tierra, ¡si ponderasen los hombres en su corazón los misterios de la Revelación divina! "¡Y aquellos que actúan injustamente pronto sabrán lo que les espera!"102

Además, la norma de la verdad y la falsedad está indicada y designada en el Libro. Deben necesariamente probarse con esta piedra de toque divinamente señalada las demandas y pretensiones de todos los hombres, de modo que los veraces sean conocidos y distinguidos de los impostores. Esta piedra de toque no es sino este versículo: "Anhelad la muerte, si sois veraces".103 Considera a estos mártires de sinceridad incuestionable, cuya veracidad la testifica el texto explícito del Libro, todos los cuales, como has visto, sacrificaron su vida, sus bienes, sus esposas, sus niños y todo cuanto tenían, y ascendieron a los más elevados aposentos del Paraíso. ¿Está bien rechazar el testimonio que estos seres exaltados y desprendidos dan de la verdad de esta preeminente y gloriosa Revelación, y considerar aceptables las denuncias que contra esta Luz resplandeciente han hecho esos hombres incrédulos, quienes por el oro han renegado de su fe, y por su afán de mando han rechazado a Aquel Que es el Jefe Supremo de toda la humanidad? Y esto a pesar de que su carácter les ha sido ahora revelado a todos los hombres, que les han reconocido como aquellos que de ningún modo renunciarían ni a una pizca, ni a un ápice de su autoridad temporal a favor de la santa Fe de Dios, cuanto menos a su vida, sus bienes o cosa parecida.

Mira cómo la divina Piedra de Toque, de acuerdo con el texto explícito del Libro, ha separado y distinguido a los sinceros de los falsos. No obstante, aún son inconscientes de esta verdad y, en el sueño de la negligencia, persiguen las vanidades del mundo y se ocupan con pensamientos de vana autoridad terrenal.

"¡Oh Hijo del Hombre! Muchos días han pasado sobre ti mientras te ocupabas de tus fantasías y ociosas imaginaciones. ¿Hasta cuándo quieres dormir en tu lecho? Alza la cabeza por sobre tu sueño, pues el Sol se ha elevado hasta su cenit, y tal vez brille sobre ti con la luz de la belleza".

Ha de saberse, sin embargo, que ninguno de estos doctores y sacerdotes a que Nos hemos referido estaba investido con la categoría y dignidad del mando. Pues los jefes religiosos conocidos e influyentes, que ocupan los puestos de autoridad y ejercen funciones de mando, no pueden de modo alguno jurar lealtad al Revelador de la verdad, salvo quien sea la voluntad de tu Señor. Con excepción de unos pocos, tal cosa nunca ha ocurrido. "Y pocos de Mis siervos son los agradecidos".104 Así, en esta Dispensación, ninguno de los sacerdotes renombrados, en cuyas manos estaban las riendas de la autoridad sobre la gente, ha abrazado la Fe; por el contrario, se han opuesto a ella con tal animosidad y empeño, que no ha escuchado oído, ni visto ojo alguno cosa semejante.

El Báb, el Señor, el exaltadísimo -que la vida de todos sea sacrificada por Él-, ha revelado específicamente una Epístola dirigida a los sacerdotes de cada ciudad, en la cual ha expuesto plenamente el carácter del rechazo y repudio de cada uno de ellos. "¡Por lo tanto, tened cuidado, vosotros que sois hombres de discernimiento!"105 Al referirse a su oposición se proponía invalidar las objeciones que pudiera hacer el pueblo del Bayán en el día de la manifestación del "Mustagháth",106 día de la Resurrección Última, afirmando que, mientras en la Dispensación del Bayán varios sacerdotes abrazaron la Fe, en esta última Revelación ninguno de ellos ha reconocido Su pretensión. Su propósito era prevenir al pueblo, no fuese que -¡no lo permita Dios!- se aferrasen a pensamientos tan necios y se privaran de la Belleza divina. En verdad, estos sacerdotes a que Nos hemos referido, en su mayoría no tenían renombre y, por la gracia de Dios, estaban limpios de vanidades mundanas y libres de los atavíos del mando. "Tal es la generosidad de Dios; a quien quiere, Él se la da".

Otra prueba y demostración de la verdad de esta Revelación, que entre todas las demás pruebas brilla como el sol, es la constancia con que la eterna Belleza proclamó la Fe de Dios. Aunque era joven y de tierna edad, y la Causa que revelaba era contraria al deseo de todos los pueblos de la Tierra: de elevados y humildes, ricos y pobres, ensalzados y humillados, reyes y vasallos, con todo, se levantó y la proclamó resueltamente. Todos saben esto y lo han escuchado. No temía a nadie; no hacía caso de las consecuencias. ¿Podría manifestarse cosa semejante si no fuera por el poder de una Revelación divina y la potencia de la invencible Voluntad de Dios? ¡Por la rectitud de Dios, si alguien guardara en su corazón Revelación tan grande, el solo pensamiento de tal declaración le confundiría! Si se apiñasen en su corazón los corazones de todos los hombres, aun así vacilaría ante tan temible empresa. Podría lograrlo sólo con el permiso de Dios, y sólo si el canal de su corazón estuviese unido a la Fuente de la gracia divina y su alma tuviese asegurado el sustento infalible del Todopoderoso. ¿Y a qué, Nos preguntamos, atribuyen ellos tan gran osadía? ¿Le acusan de locura, como acusaron a los Profetas de antaño? ¿O sostienen que Su motivo no fue otro que la ambición de mando y el logro de riquezas terrenales?

¡Alabado sea Dios! En Su Libro, que Él ha titulado Qayyúmmu'l-Asmá, que es el primero, el más grande y poderoso de todos los libros, profetiza Él Su propio martirio. Allí se encuentra este pasaje: "¡Oh tú Remanente de Dios! Me he sacrificado enteramente por Ti, he soportado imprecaciones sólo por amor a Ti, y no he anhelado más que el martirio en el sendero de Tu amor. ¡Dios me es Testigo suficiente, el Exaltado, el Protector, el Antiguo de los Días!"

Asimismo, en Su interpretación de la letra "Há", implora el martirio, diciendo: "Me parece haber oído una Voz que llamaba en lo más íntimo de mi ser: '¿Sacrificas lo que más amas, en el sendero de Dios, así como Husayn, la paz sea sobre él, ofreció su vida por Mi causa?' Y si no fuese Yo atento a este inevitable misterio, por Aquel Que tiene mi ser entre Sus manos, si todos los reyes de la Tierra se aliasen entre sí, serían impotentes para quitarme una sola letra, cuánto menos aún pueden estos siervos que no son dignos de atención alguna, y que en verdad son de los proscritos... Que todos sepan cuál es Mi grado de paciencia, de resignación y abnegación en el sendero de Dios".

¿Podría afirmarse que el Revelador de tales palabras va por otro camino que no sea el camino de Dios, y anhela otra cosa que no sea Su complacencia? En este versículo hay oculta una brisa de desprendimiento que, si soplase plenamente sobre el mundo, todos los seres renunciarían a su vida y sacrificarían su alma. Reflexiona acerca de la infame conducta de esta generación y atestigua su pasmosa ingratitud. Observa cómo han cerrado sus ojos a toda esta gloria y vilmente dan caza a esos nauseabundos cadáveres, en cuyo vientre se escucha el lamento de los bienes arrebatados a los fieles. Y, sin embargo, ¡qué indecorosas calumnias han lanzado a esas Auroras de Santidad! Así te referimos lo que han obrado las manos de los infieles, quienes, en el Día de la Resurrección, han apartado su rostro de la Presencia divina, a quienes Dios ha atormentado con el fuego de su propio descreimiento, y para quienes Él ha preparado en el otro mundo un castigo que devorará sus cuerpos y sus almas. Pues ellos han dicho: "Dios es impotente, y está encadenada la mano de Su misericordia."

La constancia en la Fe es testimonio seguro y gloriosa prueba de la verdad. Así el "Sello de los Profetas" ha dicho: "Dos versículos Me han envejecido". Estos dos versículos se refieren a la firmeza en la Causa de Dios. Así Él ha dicho: "Sé constante, como se te ha ordenado".107

Ahora, considera cómo este Sadrih del Ri¤ván de Dios, en la flor de Su juventud, se levantó a proclamar la Causa de Dios. Mira qué constancia ha revelado esa Belleza de Dios. El mundo entero se levantó para oponérsele, pero fracasó miserablemente: cuanto más severa se hacía la persecución que desataban contra ese Sadrih de la Bienaventuranza, más crecía Su fervor y con más brillo ardía la llama de Su amor. Todo esto es evidente y nadie discute tal verdad. Finalmente entregó Su alma y alzó el vuelo hacia los reinos de lo alto.

Y entre las pruebas de la verdad de Su Manifestación estaba el ascendiente, el trascendente poder y supremacía que Él, el Revelador del ser y Manifestación del Adorado, solo y sin ayuda, ha revelado por todo el mundo. Apenas se había revelado esa eterna Belleza en Shíráz, en el año sesenta, hendiendo el velo del encubrimiento, cuando se manifestaron en todos los países los signos del ascendiente, del poder, de la soberanía y de la fuerza que emanaba de aquella Esencia de las esencias y Océano de los océanos. Tan es así, que en cada ciudad aparecieron los signos, pruebas, señales y testimonios de esa Lumbrera divina. ¡Cuántos son los corazones puros y bondadosos que fielmente han reflejado la luz de ese Sol eterno, y qué numerosos son los efluvios de conocimiento provenientes de ese Océano de sabiduría divina que ha envuelto a todos los seres! En cada ciudad, todos los sacerdotes y dignatarios se levantaron para oponerse a ellos y dominarlos, y se armaron de malevolencia, de envidia y tiranía para destruirlos. ¡Qué grande el número de esas almas santas y esencias de la justicia que fueron muertas, acusadas de tiranía! Y ¡cuántas personificaciones de la pureza, que no mostraban más que verdadero conocimiento y obras inmaculadas, sufrieron atroz muerte! A pesar de todo esto, cada uno de estos santos seres, hasta en su último momento, pronunció el Nombre de Dios, remontándose en el reino de la sumisión y resignación. Tal era la potencia e influencia transformadora que ejercía sobre ellos, que dejaron de abrigar deseo alguno salvo Su voluntad, unciendo su alma a Su recuerdo.

Reflexiona: ¿quién es en este mundo capaz de manifestar poder tan trascendente, tan vasta influencia? Todos estos inmaculados corazones y almas sacrificadas, con absoluta resignación han obedecido a la llamada de Su decreto. En lugar de quejarse, dieron gracias a Dios y, en medio de las tinieblas, su aflicción no reveló sino radiante aquiescencia a Su voluntad. Es evidente cuán implacable era el odio y cuán cruel la malevolencia y hostilidad de todos los pueblos de la Tierra para con esos compañeros. La persecución y tormento que infligieron a estos seres santos y espirituales la consideraban como medio de salvación, prosperidad y éxito perdurable. ¿Ha presenciado el mundo, desde los días de Adán, semejante tumulto, tan violenta conmoción? No obstante todo su tormento y las numerosas aflicciones que soportaron, llegaron a ser objeto del oprobio y la execración de todos. Me parece que la paciencia fue revelada sólo en virtud de su valor, y la fidelidad misma sólo fue engendrada por sus obras.

Pondera en tu corazón estos importantísimos acontecimientos, para que comprendas la grandeza de esta Revelación y percibas su gloria asombrosa. Entonces, por la gracia del Misericordioso, le será infundido a tu ser el espíritu de fe, y habitarás y tomarás asiento en la sede de la certeza. El Dios único Me sirve de testigo: Si meditaras un momento, admitirías que, aparte de todas estas verdades demostradas y pruebas antes mencionadas, el repudio, maldición y execración pronunciados por el pueblo de la Tierra son en sí la prueba más poderosa y el más firme testimonio de la verdad de esos héroes en el campo de la resignación y el desprendimiento. Cada vez que medites sobre los reparos que han puesto los hombres, sean sacerdotes, eruditos o ignorantes, más firme y constante serás en la Fe. Pues todo lo que ha ocurrido ha sido profetizado por aquellos que son las Minas del conocimiento divino y Recipientes de la eterna ley de Dios.

Aunque no pensábamos hacer mención de las tradiciones de una época pasada, con todo, por Nuestro amor a ti, citaremos unas cuantas que son aplicables a Nuestro argumento. Sin embargo, no Nos parecen necesarias, puesto que lo que ya hemos mencionado basta al mundo y a todo cuanto hay en él. En realidad, todas las Escrituras y sus misterios están condensados en este breve relato. Tanto es así, que si una persona lo ponderase en su corazón un momento, descubriría en todo lo que se ha dicho los misterios de las Palabras de Dios y comprendería el significado de cuanto ha sido manifestado por ese Rey ideal. Como los hombres difieren en su comprensión y posición, haremos por tanto mención de unas cuantas tradiciones, para que éstas den constancia al alma vacilante y tranquilidad a la mente agitada. De este modo, el testimonio de Dios para los hombres, elevados y humildes, será completo y perfecto.

Entre ellas está la tradición: "Y cuando el Estandarte de la Verdad es manifestado, el pueblo de Oriente y de Occidente lo maldice". Se debe beber necesariamente el vino de la renuncia, necesariamente deben alcanzarse las sublimes alturas del desprendimiento, y necesariamente debe observarse la meditación a que se refieren las palabras: "Una hora de reflexión es preferible a setenta años de adoración piadosa", para que pueda descubrirse el secreto del vil comportamiento de la gente, de esa gente que, a pesar del amor y anhelo que profesan por la verdad, maldicen a los seguidores de la Verdad una vez que Él Se ha manifestado. Da testimonio de esta verdad la tradición mencionada más arriba. Es evidente que la razón de tal comportamiento no es otra que la abrogación de las reglas, costumbres, hábitos y ceremoniales a que han estado sometidos. Por lo demás, si la Belleza del Misericordioso obedeciera las mismas reglas y costumbres que son corrientes entre la gente, y si Él aprobara sus observancias, tal conflicto y daño de ningún modo se manifestarían en el mundo. Esta exaltada tradición la atestiguan y verifican estas palabras que Él ha revelado: "El día en que emplazará el Emplazador a un asunto grave".108

El llamado divino del Heraldo celestial, procedente de detrás del Velo de la Gloria, que invita a la humanidad a renunciar totalmente a aquello a que se aferra, contraría su deseo; y ésta es la causa de las amargas aflicciones y violentas conmociones que han ocurrido. Considera la forma de ser de la gente: no hace caso de estas tradiciones bien fundadas, todas las cuales se han cumplido, y se aferra a aquellas que son de dudosa validez, preguntando por qué estas últimas no se han cumplido. Y, sin embargo, se ha manifestado lo que a ellos les parecía inconcebible. Las pruebas y señales de la Verdad brillan como el sol de mediodía, y, sin embargo, la gente vaga, perpleja y sin objetivo, en el desierto de la ignorancia e insensatez. No obstante todos los versículos del Qur'án y las tradiciones reconocidas que aluden todas a una nueva Fe, a una nueva Ley y a una nueva Revelación, esa generación sigue aún esperando ver al Prometido que ha de confirmar la Ley de la Dispensación de Muhammad. Los judíos y cristianos, de igual manera, hacen la misma aseveración.

Entre las palabras que prefiguran una nueva Ley y una nueva Revelación están los pasajes de la "Oración de Nudbih": "¿Dónde está Aquel Que es preservado para renovar las ordenanzas y leyes? ¿Dónde está Aquel Que tiene autoridad para transformar la Fe y a sus seguidores?" Asimismo, Él ha revelado en la Zíyárat:109 "La paz sea con la Verdad renovada". Abú-'Abdi'lláh, al preguntársele acerca del carácter del Mihdí, contestó, diciendo: "Realizará lo que realizó Muhammad, el Mensajero de Dios, y destruirá cuanto ha habido antes de Él, así como el Mensajero de Dios destruyó los usos y costumbres de quienes Le precedieron".

He aquí cómo, no obstante estas y otras tradiciones semejantes, vanamente sostienen que las leyes reveladas anteriormente no deben de ningún modo alterarse. Y, sin embargo, ¿no es el objeto de toda Revelación efectuar una transformación del carácter total de la humanidad, transformación que ha de manifestarse tanto exterior como interiormente, afectando su vida interior y sus condiciones externas? Ya que si no fuese cambiado el carácter de la humanidad, sería evidente la futilidad de las Manifestaciones universales de Dios. En el 'Aválim, libro autorizado y bien conocido, consta lo siguiente: "Aparecerá un Joven de los Baní-Háshim, Quien revelará un nuevo Libro y promulgará una nueva ley"; luego siguen estas palabras: "La mayoría de Sus enemigos serán los sacerdotes". En otro pasaje se cuenta que «ádiq, hijo de Muhammad, dijo lo siguiente: "Aparecerá un Joven de entre los Baní-Háshim, Quien ordenará a los hombres jurarle lealtad. Su Libro será un nuevo Libro, y Él llamará a los hombres a prometerle fidelidad. Severa es Su Revelación para el árabe. Si oís acerca de Él, daos prisa en ir hacia Él". ¡Qué bien han seguido las instrucciones de los imanes de la Fe y de las Lámparas de la certeza! Aunque se expresa claramente: "Si escucháis que ha aparecido un Joven de entre los Baní-Háshim que llama a los hombres a un nuevo Libro Divino y a nuevas leyes Divinas, apresuraos a ir hacia Él", con todo, han declarado infiel a ese Señor de la existencia y Le han acusado de hereje. No se han apresurado a ir hacia esa Luz háshimí, esa divina Manifestación, salvo con espadas desenvainadas y corazones llenos de malevolencia. Además, observa cuán explícitamente se menciona en los libros la enemistad de los sacerdotes. A pesar de todas estas tradiciones claras y significativas, todas esas alusiones inequívocas e indiscutibles, la gente ha rechazado a la inmaculada Esencia del conocimiento y de la santa prolación, volviéndose hacia los exponentes de la rebelión y del error. A pesar de estas tradiciones escritas y de estas palabras reveladas, sólo dicen lo que les sugieren sus propios deseos egoístas. Y si la Esencia de la verdad revelara lo que les es contrario a sus inclinaciones y deseos, inmediatamente Le denunciarían como infiel y protestarían diciendo: "Esto es contrario a las palabras de los imanes de la Fe y de las luces resplandecientes. No se estipula nada parecido en nuestra Ley inviolable". Aun así, en este día, tan inútiles declaraciones han sido y siguen siendo formuladas por estos pobres mortales.

Ahora bien, considera esta otra tradición y observa cómo todo esto ha sido predicho. En el Arba'ín está escrito: "De entre los Baní-Háshim saldrá un Joven, Quien revelará nuevas leyes. Llamará a los hombres hacia Él, pero nadie atenderá a Su llamada. La mayoría de Sus enemigos serán los sacerdotes. No obedecerán su Mandato, antes bien, protestarán diciendo: 'Esto es contrario a lo que nos ha sido transmitido por los imanes de la fe'". En este día, todos repiten estas mismas palabras, ignorando totalmente que Él se ha establecido en el trono de "Él hace lo que es Su voluntad" y habita en la sede de "Él ordena lo que es Su deseo".

Ningún entendimiento puede concebir la naturaleza de Su Revelación, ni conocimiento alguno comprender la amplitud de Su Fe. Todo dicho depende de Su confirmación y todas las cosas necesitan de Su Causa. Todo salvo Él es creado por Su mandato, y se mueve y existe por Su ley. Él es el Revelador de los misterios divinos y el Expositor de la sabiduría antigua y oculta. Así se relata en el Biháru'l-Anvár, el 'Aválim y el Yanbú que «ádiq, hijo de Muhammad, dijo estas palabras: "El conocimiento es veintisiete letras. Todo lo que los Profetas han revelado son dos de esas letras. Ningún hombre hasta ahora ha conocido más que esas dos letras. Mas cuando el Qá'im aparezca, manifestará las veinticinco letras restantes". Ahora, reflexiona: Él ha declarado que el conocimiento consiste en veintisiete letras, y ha considerado que todos los Profetas, desde Adán hasta el "Sello", son Expositores de sólo dos letras suyas y han sido enviados con estas dos letras. También dice que el Qá'im ha de revelar las veinticinco letras restantes. A juzgar por estas palabras, ¡qué magna y sublime es Su posición! Su rango está por sobre el de todos los Profetas, y Su Revelación rebasa la comprensión y entendimiento de todos sus elegidos. Una Revelación tal que de ella, o bien los Profetas de Dios, Sus santos y elegidos no han sido informados, o bien, en cumplimiento del inescrutable Decreto de Dios, no la han dado a conocer. Semejante Revelación trata de medirla esta gente depravada y vil con su propia mente defectuosa, con su limitado conocimiento y comprensión. Si no se ajusta a sus normas, de inmediato la rechazan. "¿Piensas que los más de ellos escuchan o entienden? ¡No son sino como bestias! ¡Ciertamente, se apartan cada vez más del camino!"110

¿Cómo -Nos preguntamos- explican ellos la tradición antes mencionada, tradición que en términos inequívocos anuncia la revelación de cosas inescrutables y la llegada de acontecimientos nuevos y maravillosos en Su día? Sucesos tan asombrosos crean tal disensión entre los hombres, que todos los sacerdotes y doctores sentencian a muerte a Él y a Sus compañeros, y todos los pueblos de la Tierra se levantan para oponérsele. Así se ha consignado en el "Káfí", en la tradición del Jábir, en la "Tabla de Fátimih", acerca del carácter del Qá'im: "Manifestará la perfección de Moisés, el esplendor de Jesús y la paciencia de Job. En Su día serán humillados Sus elegidos. Sus cabezas serán ofrecidas como regalo, lo mismo que las cabezas de turcos y de ilamitas. Serán muertos y quemados. El miedo se apoderará de ellos; la consternación y alarma aterrorizarán sus corazones. Se teñirá la tierra con su sangre. Llorarán y se lamentarán sus mujeres. ¡Éstos son en verdad mis amigos!" Reflexiona: ni una sola letra de esta tradición ha quedado sin cumplirse. En la mayoría de los lugares se ha derramado su bendita sangre; en cada ciudad se les ha hecho cautivos, se les ha exhibido por todas las provincias y, a algunos, se les ha quemado. Y, sin embargo, nadie se ha detenido a pensar que si el Qá'im prometido hubiera de revelar la ley y ordenanzas de una Dispensación anterior, ¿para qué, entonces, habrían de consignarse tales tradiciones, y por qué habría de suscitarse tal disensión y conflicto, que el pueblo creyera su obligación dar muerte a esos compañeros, y considerara la persecución de esas almas santas como medio de lograr el supremo favor?

Observa además cómo lo que ha sucedido, y los actos que han sido perpetrados, ha sido todo ello mencionado en tradiciones anteriores. Así está consignado referente a "Zawrá'" en el Raw¤iy-i-Káfí. Se narra en el Raw¤iy-i-Káfí acerca de Mu'ávíyih, hijo de Vahháb, que Abú-'Abdi'lláh le dijo: '¿Conoces Zawrá'?' Dije: '¡Que mi vida sea sacrificada por ti! Dicen que es Baghdád'. 'No', respondió; y luego añadió: '¿Has entrado en la ciudad de Rayy?',111 a lo que repliqué: 'Sí, he entrado en ella'. Después de lo cual preguntó: '¿Has visitado el mercado de ganado?' 'Sí', le respondí. Dijo: '¿Has visto la montaña negra que hay a la derecha del camino? Ésa es Zawrá'. Ochenta hombres, de entre los hijos de algunos, serán allí muertos; todos los cuales serán dignos de llamarse califas'. '¿Quién los matará?', pre-gunté. Respondió: '¡Los hijos de Persia!'"

Ésa es la condición y el destino de Sus compañeros, y que fue predicha en días pasados. Y ahora observa que, de acuerdo con esta tradición, Zawrá' no es sino la tierra de Rayy. En ese lugar Sus compañeros han alcanzado la muerte con gran sufrimiento, y todos estos seres santos han sufrido el martirio de manos de los persas, como aparece en la tradición. Esto lo has oído y todos lo atestiguan. ¿Por qué, entonces, esos hombres rastreros como gusanos no se detienen a meditar estas tradiciones, todas las cuales son manifiestas como el sol en su gloria meridiana? ¿Por qué razón se niegan a abrazar la Verdad, dejando que ciertas tradiciones cuyo significado no han comprendido les impidan reconocer la Revelación de Dios y Su Belleza y les hagan habitar en el abismo infernal? Cosas semejantes no deben atribuirse más que a la incredulidad de los sacerdotes y doctores de la época. De ellos, «ádiq, hijo de Muhammad, ha dicho: "Los doctores de la religión en esa época serán los sacerdotes más malvados bajo la sombra del cielo. De ellos procede la maldad y a ellos volverá".

Rogamos a los doctos del Bayán que no sigan esos pasos, ni inflijan a Él, en el tiempo del Mustagháth, lo que han infligido en este día a Aquel Que es la Esencia divina, la Luz celestial, la Eternidad absoluta, el Principio y Fin de las Manifestaciones del Invisible. Les pedimos que no confíen en su intelecto, comprensión y conocimientos, ni disputen con el Revelador del conocimiento celestial e infinito. Sin embargo, a pesar de todas estas advertencias, vemos que un hombre tuerto, quien es el jefe del pueblo, se levanta contra Nos con la mayor malevolencia. Prevemos que en cada ciudad se levantará la gente contra la bendita Belleza, y que los compañeros de ese Señor de la existencia y Deseo último de todos los hombres huirán de las manos del opresor buscando refugio en el desierto, en tanto que otros se resignarán y, con absoluto desprendimiento, sacrificarán sus vidas en Su sendero. Creemos poder distinguir a uno que tiene fama de tal devoción y piedad que los hombres consideran su obligación obedecerle y estiman que es necesario someterse a su mandato, quien atacará a la raíz misma del Árbol divino y con todo su poder tratará de resistirle y oponérsele. ¡Tal es la índole de la gente!

Abrigamos la esperanza de que sea iluminado el pueblo del Bayán, se remonte al reino del espíritu y habite en él, distinga la Verdad y reconozca la falsedad disimulada con el ojo de la perspicacia. Sin embargo, se ha esparcido en estos días tal olor de celos, que -lo juro por el Educador de todos los seres, visibles e invisibles- desde el principio de la fundación del mundo -aunque no tiene principio- hasta este día no ha surgido jamás tal malevolencia, envidia ni odio, ni se presenciará cosa semejante en el futuro. Por cuanto algunos hombres, que nunca han aspirado el perfume de la justicia, han alzado el estandarte de la sedición, aliándose en contra de Nosotros. En todas partes distinguimos sus lanzas amenazantes y por todos lados vemos volar sus flechas. Y esto a pesar de que nunca Nos hemos gloriado de nada, ni hemos buscado tener preferencia por encima de ninguna alma. Para todos hemos sido un amable compañero y un paciente y cariñoso amigo. En compañía de los pobres hemos buscado su amistad, y hemos sido sumisos y resignados en medio de los eminentes e ilustrados. Juro por Dios -¡por el Dios único y verdadero!- que aunque dolorosas han sido las aflicciones y sufrimientos que Nos han causado las manos del enemigo y el pueblo del Libro, éstas no son nada, comparadas con lo que Nos ha sucedido de manos de quienes dicen ser Nuestros amigos.

¿Qué más podemos decir? ¡El universo, si mirase con el ojo de la justicia, sería incapaz de cargar el peso de estas palabras! En los primeros días de Nuestra llegada a este país, al ver las señales de acontecimientos inminentes, decidimos retirarnos antes de que éstos se desataran. Nos fuimos al desierto, y allí, solo y apartado, llevamos durante dos años una vida de completa soledad. De Nuestros ojos caían lágrimas de angustia y en Nuestro corazón sangrante se agitaba un océano de dolor. Muchas noches no tuvimos alimento para subsistir y muchos días Nuestro cuerpo no encontró descanso. ¡Por Aquel Que tiene en Sus manos Mi existencia!, no obstante esta lluvia de aflicciones e incesantes calamidades, Nuestra alma estaba envuelta en gozosa alegría, y todo Nuestro ser mostraba indescriptible regocijo. En Nuestra soledad no sabíamos del daño ni del provecho, ni de la salud o enfermedad de ninguna alma. Sólo comulgábamos con Nuestro espíritu, ajeno al mundo y todo lo que hay en él. Sin embargo, no sabíamos que la red del destino divino supera las más vastas concepciones humanas, y el dardo de Su decreto excede los más osados planes del hombre. Nadie puede escapar a los lazos que Él tiende; ninguna alma encuentra liberación sino mediante la sumisión a Su voluntad. ¡Por la rectitud de Dios! Nuestro retiro no contemplaba regreso ni tenía Nuestra separación esperanza de reunión. El único propósito de Nuestro apartamiento era evitar llegar a ser objeto de discordia entre los fieles, fuente de disturbio para Nuestros compañeros, medio para dañar a alguna alma, o causa de dolor para algún corazón. Fuera de éstas no abrigábamos otra intención, y aparte de eso no teníamos en vista otro fin. Y, sin embargo, cada persona tramaba según su deseo y se guiaba por su propia ociosa fantasía, hasta el momento en que llegó de la Fuente Mística el llamado que Nos ordenaba regresar al lugar de donde habíamos venido. Renunciando a Nuestra voluntad por la Suya, Nos sometimos a Su mandato.

¿Qué pluma puede describir lo que vimos a Nuestro regreso? Han transcurrido dos años durante los cuales Nuestros enemigos, sin cesar y diligentemente, han tratado de exterminarnos, lo que todos testifican. No obstante, nadie de entre los fieles se levantó para prestarnos ayuda, ni ninguno se sintió dispuesto a rescatarnos. Es más, en lugar de ayudarnos, ¡qué lluvia de continuos pesares han dejado caer sobre Nuestra alma sus palabras y obras! En medio de todo esto, henos aquí dispuestos a entregar Nuestra vida, resignados enteramente a Su voluntad, fuera que por ventura, mediante la cariñosa bondad y gracia de Dios, esta Letra revelada y manifiesta pudiese entregar Su vida como sacrificio en el sendero del Punto Primordial, la exaltadísima Palabra. ¡Por Aquel por Cuyo mandato ha hablado el Espíritu!, si no fuera por este anhelo de Nuestra alma no Nos hubiéramos quedado ni un solo momento más en esta ciudad. "Dios es Testigo suficiente para Nos". Damos fin a Nuestro tema con estas palabras: "No hay poder ni fuerza sino sólo en Dios". "Somos de Dios y a Él regresaremos".

Quienes poseen un corazón para entender, quienes han bebido el Vino del amor y ni un solo momento han satisfecho sus deseos egoístas, verán las señales, testimonios y pruebas que atestiguan la verdad de esta Revelación maravillosa y de esta Fe trascendente y divina, resplandecientes como el sol en la gloria del mediodía. Piensa ahora cómo los hombres han rechazado la Belleza de Dios, aferrándose a sus deseos codiciosos. A pesar de todos estos acabados versículos y estas inequívocas alusiones que han sido reveladas en la "Más importante Revelación", que es el Depósito de Dios entre los hombres, y no obstante estas evidentes tradiciones, cada una de ellas más clara que las más explícitas palabras, los hombres han desatendido y rechazado su verdad, aferrándose a la letra de ciertas tradiciones que, conforme a su entendimiento, eran incompatibles con sus expectativas, y cuyo significado no han podido comprender. Han destruido así toda esperanza, privándose del vino puro del Todoglorioso, y de las aguas claras e incorruptibles de la inmortal Belleza.

Considera que hasta el año en que habría de manifestarse esa Quintaesencia de la Luz está específicamente consignado en las tradiciones; sin embargo, siguen desatentos, sin dejar un solo momento de ocuparse en sus deseos egoístas. Según la tradición, Mufa¤¤al preguntó a «ádiq: "¿Qué dirás del signo de Su manifestación, oh mi maestro?" Él respondió: "En el año sesenta, Su Causa será revelada y será Su Nombre proclamado".

¡Qué extraño!; a pesar de estas explícitas y claras referencias, estos hombres han rehuido la Verdad. Por ejemplo, se ha hecho mención en las tradiciones del pasado acerca del dolor, encarcelamiento y aflicciones causados a esa Esencia de la virtud divina. Está escrito en el "Bihár": "En nuestro Qá'im estarán cuatro señales de cuatro Profetas: Moisés, Jesús, José y Muhammad. La señal de Moisés es el temor y la espera; la señal de Jesús, lo que de Él se dijo; la señal de José, el encarcelamiento y la disimulación; y la señal de Muhammad, la revelación de un Libro semejante al Qur'án". A pesar de esta concluyente tradición, que en lenguaje inequívoco prefigura los sucesos del presente día, no se encuentra nadie que haya prestado atención a esa profecía, y me parece que nadie lo hará en el futuro, excepto quien sea la voluntad de tu Señor. "Dios ciertamente hará escuchar a quienes sea Su voluntad, mas no haremos escuchar a aquellos que están en sus tumbas".

Te es evidente que las Aves del Cielo y las Palomas de la Eternidad hablan en doble lenguaje. Uno, el lenguaje exterior, está desprovisto de alusiones, y no es oculto ni velado, para servir de lámpara de guía y luz de orientación, para que los caminantes alcancen las alturas de la santidad y los buscadores entren en el reino de la reunión eterna. Tales son las tradiciones no veladas y claros versos ya mencionados. El otro lenguaje es velado y oculto, para que lo que se esconde en el corazón de los malévolos sea manifestado y se descubra lo más íntimo de su ser. Así «ádiq, hijo de Muhammad, ha dicho: "Dios en verdad los probará y los tamizará". Ésta es la norma divina, ésta es la Piedra de Toque de Dios, con la cual Él somete a examen a Sus siervos. Nadie comprende el significado de estas palabras salvo aquellos cuyo corazón está seguro, cuya alma ha encontrado favor en Dios y cuya mente se ha separado de todo menos de Él. En tales palabras, el sentido literal, tal como lo entienden los hombres, no es lo que se ha querido decir. Así, se ha escrito: "Cada conocimiento tiene setenta significados, de los cuales sólo uno es conocido por la gente. Mas cuando aparezca el Qá'im, Él revelará a los hombres todo lo que resta". También Él dice: "Pronun-ciamos una palabra y con ella queremos decir uno y setenta significados; cada uno de estos significados podemos explicarlo".

Mencionamos estas cosas sólo para que la gente no se desconcierte al ver que ciertas tradiciones y palabras aún no se han cumplido literalmente, y más bien atribuya su perplejidad a su propia falta de comprensión y no al hecho de que no se hayan verificado las promesas contenidas en las tradiciones, ya que el sentido dado por los imanes de la Fe la gente no lo conoce, como lo prueban las tradiciones mismas. Por tanto, no deben los hombres permitir que semejantes palabras les priven de los divinos favores, sino más bien buscar ilustración en los Exponentes reconocidos de aquéllas, para que les sean descifrados y revelados los misterios ocultos.

Sin embargo, no vemos a nadie entre la gente de la Tierra que, con sincero anhelo por la Verdad, busque la guía de las Manifestaciones divinas en lo referente a materias abstrusas de su Fe. Son todos habitantes del país del olvido y seguidores todos del pueblo de la maldad y la rebelión. Dios en verdad les hará a ellos lo que hacen ellos mismos, y les olvidará como ellos han desconocido Su presencia en Su día. Así es Su decreto para quienes Le han negado, y así será para quienes han rechazado Sus signos.

Y terminamos Nuestra argumentación con Sus palabras -¡exaltado es Él!-: "Y a quien se apartare del recuerdo del Misericordioso, le ataremos un Satanás y él le será compañero fijo".112 "Y quien se alejare de Mi recuerdo, en verdad su vida será miserable".113

Así fue revelado en otro tiempo, ¡si pudieseis comprenderlo!

Revelado por la "Bá'" y la "Há'".114

¡La paz sea con aquel que da oídos a la melodía del Ave Mística que llama desde el Sadratu'l-Muntahá!

¡Alabado sea Nuestro Señor, el Altísimo!

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