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Abstract:
Enunciado presentó por la Comunidad Internacional Bahá'í a la Conferencia sobre Domicilios Humanos (Albergue II) de las Naciones Unidas. Estanbul, Turquía, 3 al 14 de junio de 1996.
Language: Spanish.

Comunidades Sostenibles en un Mundo Integrante

by Bahá'í International Community

1996-06-03
original written in English.
Este enunciado se presentó por la Comunidad Internacional Bahá'í a la Conferencia sobre Domicilios Humanos (Albergue II) de las Naciones Unidas.


Estanbul, Turquía
3 al 14 de junio de 1996

Con la llegada del siglo XXI que se aproxima velozmente, los gobiernos, las organizaciones y los pueblos están gastando enormes energías para desarrollar comunidades que sean socialmente vibrantes, unidas y prósperas. La Conferencia sobre Domicilios Humanos (Albergue II) de las Naciones Unidas, que se une a las grandes conferencias globales de esta década, es un hito en estos esfuerzos y presagia avances mayores en el desarrollo comunitario.

Sin embargo a largo plazo los esfuerzos por construir comunidades tendrán éxito sólo en la medida en que entrelacen el progreso material con las aspiraciones espirituales fundamentales, respondan a la aumentativa entredependencia entre los pueblos y naciones del planeta, y establezca un marco dentro del cual todos los pueblos puedan ser participantes activos en el gobierno de sus sociedades.

A éstos tres elementos fundamentales de comunidades sostenibles es que se dirigen los siguientes comentarios.

El progreso material debe reflejar los principios y las prioridades espirituales

La naturaleza humana es fundamentalmente espiritual. Por lo tanto es poco probable que las comunidades lleguen a ser prósperas y sostenibles a menos de que tomen en cuenta la dimensión espiritual de la realidad humana y busquen fomentar una cultura en la cual el desarrollo moral, ético, emocional e intelectual del individuo sean de preocupación primaria. Es en tal ambiente donde el individuo tendrá probabilidad de llegar a ser un ciudadano realizándose constructivamente y dirigido al servicio, trabajando para el bienestar material y espiritual de la comunidad, y donde pueda desarrollarse efectivamente una visión en común y un sentido de propósito compartido.

Por ende los aspectos materiales del desarrollo comunitario - políticas ambientales, económicos y sociales; sistemas de producción, distribución, comunicación y transportación; y procesos políticos, legales y científicos - tienen que dirigirse por principios y prioridades espirituales. Actualmente, sin embargo, la sustancia y la dirección del desarrollo comunitario se determinan grandemente por las consideraciones materiales.

Por lo tanto, nuestro desafío es el de rediseñar y desarrollar nuestras comunidades en torno a esos principios universales - incluyendo el amor, la honestidad, la moderación, la humildad, la hospitalidad, la justicia y la unidad - que promueven la cohesión social, y sin los cuales ninguna comunidad puede durar mucho tiempo, no importa cuán próspera sea económicamente, cuán dotada intelectualmente ni cuán avanzada tecnológicamente.

Entre las consideraciones y los principios que deben guiar esta empresa se encuentran las siguientes:


La protección de la familia y la promoción de su bienestar tienen que ser punto central de los procesos comunitarios. La familia es la institución primaria para de la sociedad y la incubadora principal de valores, actitudes, creencias y comportamientos. Cuando está sana espiritualmente contribuye significativamente al desarrollo de ciudadanos felices y responsables.

Los diseños físicos, sociales, económicos, legales y políticos de nuestras comunidades tienen que servir a todos los miembros de la sociedad, no sólo a los privilegiados. Una sociedad verdaderamente justa y equitativa requerirá una ciudadanía que comprende que los intereses del individuo y de la comunidad están inseparablemente entrelazadas; que el avance de los derechos humanos requiere pleno compromiso para con las responsabilidades correspondientes; y que cuando a las mujeres se les acepte como plenos iguales a los hombres en toda área del esfuerzo humano entonces las familias, las comunidades, y las naciones prosperarán y progresarán.

El trabajo es tanto un medio de ganarse la vida para el individuo y una forma de contribuir a la prosperidad de la comunidad entera. Como tal, ayuda a darle significado a la vida de uno. Por lo tanto, el diseño comunitario tiene que asegurar que las energías creativas del individuo tienen un paso de empleo productivo en el que puedan expresarse. Por su parte, el individuo tiene que asumir la responsabilidad de realizar su fideicomiso. El progreso en esta área dará gran empuje a la eliminación de extremos de riqueza y pobreza en el mundo.

"La religión", aseveran los Escritos bahá'ís, "es el mayor medio para el establecimiento del orden en el mundo y para el contento pacífico de todos los que allí viven." 1 Por lo tanto, en toda comunidad tiene que asegurarse la libertad de religión, incluyendo el derecho de establecer centros de adoración.2 Los lugares de adoración proveen un sitio para la oración y la meditación, actos de devoción por medio de los cuales el individuo puede acercarse al Creador, fortaleciendo así sus capacidades espirituales para el sacrificio y el servicio. Como monumentos físicos estos edificios también a menudo sirven para expresar el genio cultural de la sociedad.

La promoción de la belleza, ya sea natural o hecha por el hombre, debe llegar a ser un principio dirigente en la planificación comunitaria, pues la belleza puede tocar el corazón e inspirar el alma con nobles sentimientos y acciones.

El desarrollo comunitario tendrá que incorporar principios de preservación y rehabilitación ambientales, no sólo para llevar nuestra civilización actual a un patrón sostenible de acción, sino también para responder a la gran necesidad del espíritu humano por contacto cercano con el mundo natural. El papel primordial del agricultor en la comida y en la seguridad económica también tiene que considerarse cuidadosamente en el diseño de todo domicilio humano.

Las vastas fuerzas de la ciencia y la tecnología tienen que aprovecharse para servir las necesidades materiales, intelectuales, emocionales y espirituales de la familia humana entera. Esto requerirá que todos los pueblos se involucren en generar el conocimiento científico y en determinar sus aplicaciones. Mientras aumenta la participación las tecnologías que han tendido a desensibilizar y a enajenar, a hacer que el trabajo de satisfacción y los oficios sean redundantes, a destruir el ambiente, y a causar enfermedad o muerte, sin duda se reconsiderarán, se rediseñarán o bien se abandonarán.
La entredependencia entre los pueblos y las naciones del mundo sólo aumentará en los años venideros

Los pueblos y las naciones del planeta están atrayéndose entre sí mientras se hacen más y más dependientes unos de otros. Los domicilios en todo el mundo - desde las aldeas y pueblos hasta las ciudades y megalopolis - están llegando a ser el hogar de poblaciones más y más diversas. Esta entredependencia aumentativa y la interacción intensificante entre diversos pueblos crean desafíos fundamentales a antiguos modos de pensar y de actuar. Cómo respondemos nosotros, como individuos y como comunidades, a estos desafíos determinará en gran medida si nuestras comunidades han de hacerse cuidadoras, cohesivas y progresivas, o bien inhospitalarios, divididas e insostenibles.

La unidad en la diversidad es a la vez una visión para el futuro y un principio para guiar a la comunidad mundial en su respuesta a estos desafíos. Este principio no sólo tiene que llegar a animar las relaciones entre las naciones del planeta, sino también tiene que aplicarse dentro de comunidades tanto locales como nacionales si han de prosperar y perdurar. Los efectos unificadores y saludables de la aplicación de este principio al rediseño y al desarrollo de las comunidades en todo el mundo sería incalculable, mientras que las consecuencias de fracasar en responder apropiadamente a los desafíos de un mundo que se encoge seguramente serían desastrosas.

Obviamente la humanidad tiene que estar preparada para las oportunidades y las responsabilidades que están emergiendo como resultado de esta entredependencia aumentativa. Las personas tienen que desarrollar el conocimiento, los valores, las actitudes y las destrezas necesarias para participar constructivamente y con confianza en formar la comunidad mundial a todo nivel, para que pueda reflejar los principios de la justicia, la equidad y la unidad. La educación desempeñará un papel indispensable en este aspecto. Tendrá que ayudar el individuo a desarrollar un sentido de lugar y de comunidad: un sentido que no se limite al nivel local ni nacional, sino que se extienda para incluir al mundo entero.3 Deberá cultivar la virtud como la base para el bienestar personal y colectivo, y deberá crear en los individuos un profundo compromiso para con el bienestar de sus familias, sus comunidades, sus países, y de hecho, toda la humanidad.4 La educación también deberá alentar el pensar en términos de proceso histórico, viendo en la historia un movimiento inexhorable hacia una civilización mundial, un movimiento cuyos éxitos son el patrimonio de todos los pueblos y a cuyos desafíos debemos dirigirnos actualmente como una sola raza.

La humanidad tiene que moverse hacia rocesos de gobierno más participatorios, asados en el conocimiento y dirigidos por valores

Modelos de desarrollo comunitario que sean de arriba para abajo ya no pueden responder adecuadamente a las necesidades y aspiraciones de la actualidad moderna. La comunidad mundial tiene que moverse hacia procesos de gobierno más participatorios, basados en el conocimiento y dirigidos por valores en que las personas pueden asumir responsabilidad por los procesos y las instituciones que afecten sus vidas. Estos sistemas tienen que ser democráticos en espíritu y en método, y deben emergir en todos los niveles de la sociedad mundial, incluyendo el nivel global.5 La consulta - la expresión operante de la justicia en los asuntos humanos - debe llegar a ser su modo primordial de toma de decisiones.

Naturalmente las antiguas formas de ejercer el poder y la autoridad tienen que dar lugar a nuevas formas de liderazgo. Nuestro concepto de liderazgo tendrá que reformularse para incluir la abilidad de fomentar la toma de decisiones colectiva y la acción colectiva. Encontrará su mayor expresión en el servicio a la comunidad entera.

Hacia una comunidad en común, n destino en común

En conclusión, las comunidades que crecen y prosperan en el nuevo milenio lo harán debido a que reconocen la dimensión espiritual de la naturaleza humana y se ocupan de que el desarrollo moral, emocional e intelectual del individuo sea prioridad central. Darán garantía a la libertad de religión y alentarán el establecimiento de los lugares de adoración. Sus centros de aprendizaje buscarán cultivar las potencialidades ilimitadas en la consciencia humana y perseguirán como meta principal la participación de todo el pueblo en la generación y la aplicación del conocimiento. Siempre teniendo en cuenta que los intereses del individuo y de la sociedad son inseparables, estas comunidades promoverán el respeto tanto para los derechos como para las responsabilidades, fomentarán la igualdad y la asociación de mujeres y hombres, y protegerán y cuidarán a las familias. Promoverán la belleza, natural y hecha por el hombre, e incorporarán en su diseño principios de preservación y rehabilitación ambiental. Guiadas por el concepto de la unidad en la diversidad, apoyarán la amplia participación en los asuntos de la sociedad, y más y más se dirigirán a líderes quienes estén motivados por el deseo de servir. En estas comunidades los frutos de la ciencia y la tecnología beneficiarán a la sociedad completa, y habrá trabajo disponible para todos.

Las comunidades tales como éstas demostrarán ser los pilares de una civilización mundial: una civilización que será la cumbre lógica de los efuerzos de la humanidad hacia creación de comunidad a través de largos trechos de tiempo de geografía. La declaración de Bahá'u'lláh de que toda persona "nace para llevar adelante una civilización en contínuo progreso", implica que toda persona tiene tanto el derecho como la responsabilidad de contribuir a esta empresa histórica, abarcadora y colectiva cuya meta es nada menos que la paz, la prosperidad y la unidad de la familia humana entera.6

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Aunque se han perpetrado enormes injusticias en toda la historia, en nombre de la religión, es imposible negar el papel primordial que la fe ha realizado en el progreso social, motivando a los individuos a desarrollar cualidades espirituales, apoderándoles a sacrificarse para sus semejantes y a contribuir al mejoramiento de sus comunidades.

Los centros de adoración, y las insituciones y actividades a las cuales dan lugar, deben hacerse parte fundamental de todo pueblito, aldea, pueblo y ciudad - de hecho, de todo tipo de domicilio humano en toda nación - pero tienen que contribuir a la harmonía, la paz, el bienestar, el entendimiento, y la tolerancia cabales de la comunidad. De no ser así, sólo servirán para retrazar el desarrollo de comunidades sostenibles y prósperas, y el pueblo eventualmente los abandonará al darse cuenta del papel divisivo y parroquial que desempeñan en la sociedad. De hecho, casi cualquier lugar puede servir como centro de adoración. Una de las oraciones reveladas por Bahá'u'lláh recalca este punto: "Bendito es el sitio, y la casa, y el lugar, y la ciudad, y el corazón, y la montaña, y el refugio, y la cueva, y el valle, y la tierra, y el mar, y la isla, y la pradera donde se ha hecho mención de Dios y se ha glorificado Su alabanza." Sin embargo, la importancia de centros físicos basados en la comunidad para el desarrollo y la expresión de la fe no puede sobrerecalcarse.
El Mashriqu'l-Adhkár bahá'í (el Punto de amanecer de la Alabanza de Dios) es un centro tal que por su propio diseño integra la adoración con el servicio, es decir, expresa lo espiritual de formas prácticas. En el centro de este complejo yace la Casa de Adoración la cual está abierta a toda persona, no importa de que fe sea. Alrededor de la Casa de Adoración, y animados por ella, han de haber un numero de dependencias - o instituciones - dedicadas a los asuntos sociales, administrativos, humanitarios, educativos y científicos. Al desarrollarse cada complejo Mashriqu'l-Adhkár, estas dependencias incluirán "un hospital, un dispensario, un hospedaje para viajeros, una escuela para huérfanos, y una universidad para estudios avanzados." Este modelo práctico para harmonizar los aspectos moral y éticos, físicos y ambientales, económicos y sociales de domicilios humanos es digno de estudio por aquellos que estén involucrados en los procesos de creación de comunidades.


En este aspecto, la comunidad puede concebirse como un conjunto de círculos concéntricos, siendo la comunidad local la más pequeña, y la comunidad global la mayor.

El concepto de la ciudadanía mundial ayuda a integrar a todos los niveles de la comunidad: siendo un ciudadano responsable a niveles local y nacional no niega el amor por toda la humanidad; sino que estas lealtades y obligaciones de múltiples niveles forman una red fuertemente tejida, un todo inseparable.

En la consulta los participantes individuales se esfuerzan por trascender sus puntos de vista respectivos para poder funcionar como miembros de un cuerpo con sus propios intereses y metas. En una atmósfera caracterizada por tanto la honestidad como la cortesía, las ideas pertenecen no solamente al individuo quien los presenta, sino al grupo entero, para aceptar, descartar, o bien revisar según parezca mejor para servir la meta perseguida. La consulta tiene éxito en la medida que todos los participantes apoyen las decisiones hechas, sin importar las opiniones individuales con las cuales entraron a la discusión. Bajo tales circunstancias una decisión anterior puede fácilmente reconsiderarse si la experiencia enseña cualesquier faltas.

Es interesante notar que varios de los conceptos que aparecen en este enunciado también se presentaron en el enunciado que entregara la Comunidad Internacional Bahá'í a la primera Conferencia sobre Domicilios Humanos de las Naciones Unidas en el 1976. Entre más recientes enunciados bahá'ís que aclaran el tema de las comunidades sostenibles se incluyen La Prosperidad de la Humanidad; La Ciudadanía Mundial: Una Ética Global para el Desarrollo Sostenible; y El Punto Decisivo para Toda Nación.
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