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El Valle De La Búsqueda
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1 |
... El corcel de este Valle es la paciencia; sin ella, en esta jornada
el caminante no arribará a ningún lugar ni alcanzará meta alguna. No
deberá jamás desanimarse; y si por cien años se esforzara y aún no
lograse contemplar la belleza del Amigo, no deberá titubear. Pues los
que buscan el Ka`bih
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del "para Nos" se regocijan con las
nuevas del: "Por Nuestros caminos los guiaremos".
[2]
En su
búsqueda han ceñido firmemente sus mantos de servicio y procuran en
todo momento pasar del plano de la inconsciencia al reino del ser. No
habrá atadura que los detenga ni consejo que los haya de disuadir.
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2 |
Incumbe a estos siervos purificar el corazón -- manantial de los
tesoros divinos -- de toda mancha, y alejarse de la imitación, cual es
la de seguir los pasos de sus antepasados y progenitores, y cerrar la
puerta de la amistad y la enemistad a todos los habitantes de la
tierra.
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3 |
En este viaje el buscadore llega a una etapa en la que ve a todas
las cosas creadas vagar confundidas buscando al Amigo. A más de un
Jacob verá tras las huellas de su José, ¡cuántos amantes presurosos en
busca del Amado contemplará! Presenciará un mundo de seres anhelantes
en busca del Deseado. A cada momento encontrará un asunto a ponderar,
a cada hora se dará cuenta de un misterio; pues apartó su corazón de
ambos mundos y se encaminó al Ka`bih
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del Amado. A cada paso recibirá
la ayuda del Dominio Invisible y el ardor de su búsquea crecerá.
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4 |
Ha de medirse la búsqueda con la vara del majnún del Amor.
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Dice el
relato que un día se encontró a Majnún tamizando el polvo, bapñado en
lágrimas. Le preguntaron, "¿Qué haces?" Él dijo,
"Busco a Laylí". Ellos exclamaron, "¡Ay de tí! Laylí
es de espíritu puro y la buscas en el polvo!" Majnún contestó,
"La busco por doquier, quizás la encuentre en algún lugar".
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5 |
Por cierto, y a pesar de que prara los sabios es vergonzoso buscar
en el polvo al Señor de los Señores, aún así ello da muestras del
intenso ardor de la búsqueda. "Quienquiera busque algo con celo,
lo encontrará".
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6 |
El verdadero buscador nada persigue sino el objeto de su búsqueda,
y el amante no tiene deseo alguno salvo la unión con su amada; no
alcanzará el buscador su meta a menos que todo lo sacrifique. Es
decir, tiene que reducir a nada todo lo visto, oído o entendido para
poder así entrar en el reino del espíritu, que es la Ciudad de Dios.
Es necesario el esfuerzo, si hemos de buscarlo; necesario es el
fervor, si hemos de gustar la miel de la reunión con Él; y si
probásemos de esta copa, desecharíamos el mundo.
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7 |
En esta jornada el caminante mora en toda tierra y bahita en toda
región. En cada rostro busca la belleza del Amigo; en cada país
indaga por el Amado. Se une a todos, y bisca la compañía de cada
alma, pues quizás pueda descubrir en alguna mente el secreto del Amigo
o contemplar en algún semblante la belleza del Amado.
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8 |
Y si con la ayuda de Dios encontrase, en esta jornada, alguna señal
del Amigo sin rastro y, del mensajero celestial,
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inhalara la fragancia
del añorado José, ha de entrar directamente al
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